A raíz de lo que habláis precisamente me ha entrado un debate interno en ficciones como esta.
En el caso de Blonde con menos importancia que la serie que voy comentar porque en este caso tanto Marilyn como JFK llevan años muertos. Y el debate hasta que punto es permisible que una obra de ficción se base en personas reales. Y me explico, que salga una ficción en la que se muestren hechos contrastados bien por reconocimiento de los implicados bien porque se basa en una investigación basada en pruebas solidas no me parece mal. Por ejemplo, que salga una película en la que se vea a la Lewinsky haciendo una felación a Clinton lo entiendo razonable.
Pero ¿es permisible que se muestre en ficción la personalidad o hechos de un personaje basados en nada, o como mucho en rumores?
Y me explico. He estado viendo Tiempo de Victoria que básicamente está ambientada en 1979 cuando una persona compra Los Ángeles Lakers y muestra lo que pasa en esa temporada. En esta serie tenemos múltiples personalidades del baloncesto así como particulares, de las cuales el 90-95% siguen vivas a día de hoy. La serie se basa en sus nombres, pasado deportivo, hechos históricos, etc que hacen creer al espectador que está viendo una recreación de lo que pasó en su momento. Pero claro, hay cosas que viendo la serie no encajan y me refiero esencialmente a la personalidad de muchos de los que aparecen en pantalla que insisto, siguen vivos. Se muestran a jugadores promiscuos, drogadictos, personajes de risa como el entrenador incapaz de tomar decisiones, el que trepa para su beneficio, el que es incapaz de digerir la presión, etc. Muestra por tanto rasgos cuando menos censurables pero claro de repente se me hace la luz y veo que en los créditos ponen algo del estilo "Esto es una obra de ficción basada en hechos reales por lo que lo que se muestra no concuerda con la realidad".
Y claro, ahí se me queda cara de tonto. ¿Que cara se le puede quedar a uno cuando sale con su nombre y apellidos y lo muestra como un pusilanime por poner un ejemplo? Porque la realidad es que la gente va a pensar que eso pasó en la realidad.
Uf, la respuesta a esa pregunta es muy jodida, Uno. Pero no por ello es menos interesante. A mi eso mismo me ocurre con algunas de las novelas de James Ellroy, para mí uno de los mejores escritores vivos de novela negra de la historia (además de polémico). En Perfidia y Esta Tormenta, dos de sus últimas novelas ambientadas en la ciudad californiana de Los Ángeles entre 1941 y 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, su imagen de muchos de los actores, las actrices, los productores, directores y guionistas de Hollywood, y no me meto en la de los políticos y personajes públicos que existieron, es absolutamente deleznable. Aun siendo historias policíacas sobre investigaciones de crímenes, te preguntas si gente como Orson Welles, George Cukor, Bette Davis o Harry Cohn de veras eran personajes tan ruines como lo que te plantea el escritor. Pasa lo mismo con su última novela, publicada este mismo año pero en clave burlesca, la absolutamente cómica aunque no menos violenta Pánico, en la que un protagonista real, Fred Otash, un tiparraco que era expolicía al cual echaron del cuerpo, se convirtió en detective privado, y en la novela se dedica a arruinar la vida de personas famosas usando como cómplice a un joven y alocado James Dean. Obviamente, hay cosas que no te encajan si sabes mucho de cine clásico, como referencias en cuanto a fechas de dónde estaba ese o aquel personaje en el momento en que se cuentan los hechos. Sin embargo, la curiosidad te llama y el morbo a veces pica. Que haya gente que crea a pies juntillas cada una de las cosas que se cuentan, pues dependerá de ellos mismos. Pasa un poco como con la peli de JFK: Caso abierto, una historia magistralmente narrada y montada, que a veces te lleva por el camino de la conspiración, y en cambio otras veces, te hace dudar del grado de veracidad entremezclada con ficción. Casualmente, Ellroy fue quien escribió en su novela American Tabloid que J. Edgar Hoover había sido el que difundió la supuesta relación entre Kennedy y Marilyn cuando en realidad, según el autor, jamás habían tenido relación de ninguna clase salvo la mítica cancioncilla que ella le canta a él en el Madison (Hoover dice a uno de los protas de la novela: si sacamos a la luz esta falacia, el mundo del futuro se volverá loco
).
Volviendo al tema pelis yo he visto Granujas de medio pelo (Small Time Crooks). Del año 2000. Dirigida por Woody Allen. No tiene la mala leche de sus pelis de los años setenta, pero tiene algún que otro diálogo bastante ingenioso. Me gusta mucho como trabaja Tracey Ullman haciendo de Frenchy, esposa del prota (interpretado por el propio Allen) con pinta de choni estadounidense.