He leído la bomba.
“¡Y esa sombra en los escalones! La sombra de una persona… de la que no queda nada. Solo una sombra. Grabada para siempre.”
Didier Alcante
5 años.
Se dice pronto, pero fue en 2015 cuando comenzó la gestación de esta monumental obra de
Alcante, Bollee y Rodier. 5 años para definir y dibujar más de 450 páginas que debían estar acabadas para el 75 aniversario del estallido de la bomba que cayó sobre
Hiroshima.
Y eso que
Alcante ya había preparado un dossier de presentación de 60 páginas de texto con las características de la obra, y de que se valió de un coguionista,
Bollee, para tenerla preparada.
La documentación fue clave en el desarrollo de la obra. Todos los datos de los que se habla son reales (salvo algún personaje inventado para representar a gente del pueblo llano) y
Alcante se limita a hilvanar la historia y a contarnos las cosas tal y como ocurrieron, sin ocultar hechos horribles ni ambiciones políticas o personales.
La narración, que podría parecer densa por el tema y todos los personajes y localizaciones tratados, se hace tremendamente adictiva y nada pesada, siendo fácil de seguir. Ese es el mayor miedo que tenía al comprar este tochal, que se me hiciera bola con los datos, fechas y demás, pero, al contrario ¡quiero más info!
Sinceramente, no me habrían importado 50 páginas más donde se nos contaran más cosas de las biografías de
Openheimmer, Szilard, Fermi o Heisenberg por nombrar alguno. Su formación, estudios, más detalles sobre lo que les llevó a las decisiones que tomaron y por qué...
Sobre todo, con
Heisenberg, al que, sin atribuírselo, ya que no es un hecho contrastado, se le nombra como posible causante de… náaa, no lo cuento, que mola descubrirlo según vas leyendo la obra.
También me hubiese flipado saber más sobre la infancia y tiempos de universidad de
Openheimmer, porque tenía una personalidad tan extraña y un ego tan elevado, que profundizar en su juventud tiene que dar para muchas historias. Hay mucho e interesante material que contar sobre él más allá del personaje que acuñó aquella emblemática frase del hinduismo: “Me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”
O de
Szilard, físico menos conocido que los anteriores, pero igual de rarete, y que, aunque no se cuenta en la obra, sí nos explica
Alcante en un recomendable posfacio final, alguna anécdota, como que en tiempos de universidad se negaba a tirar de la cadena después de hacer sus cosas porque era trabajo de la señora de la limpieza. Verídico.
Por otro lado, creo que la lectura de la obra es tan “digerible” a pesar de su densidad, por la falta de cuadros de texto informativos. Todo está contado en boca de los personajes, y cuando hay que narrar hechos históricos precisos, datos o fechas lo hace en boca de un personaje que nos lo narra en primera persona, quitándole ese halo de frialdad que podría tener si nos lo contara en largos cuadros de texto. ¡Y ese personaje es nada más y nada que menos, que
¡el uranio! El gran protagonista, que no gran villano de la historia. El villano es el hombre, claro, pero a eso ya llegaremos luego.
Alcante escribe esta novela gráfica (nunca más apropiado el nombre) desde una posición neutral, quiero decir,
Szilard es su personaje preferido, pero no por ello le trata con favoritismo. Si tiene que contar una conducta desagradable, lo hace. Hay que ceñirse a la historia, algo primordial en esta novela gráfica.
Ciñéndonos a la historia, la exhaustiva documentación usada (al final de la obra hay un listado de libros, comics, artículos etc. de toda la bibliografía de ¡3 páginas!) permite contarnos cosas que hasta el más informado en este tema seguro encuentra algo novedoso.
Nos adentraremos en los años anteriores al inicio de la 2ª guerra mundial. Las vidas de físicos teóricos y físicos experimentales en su día a día, los detalles que hacen tomar unas decisiones u otras. Sus sentimientos y emociones. El día a día también de los habitantes de
Hiroshima, los tejemanejes de militares y políticos, no sé, de todo para ir abonando el campo que acogerá la semilla del grupo que irá haciendo sus primeros descubrimientos hasta por fin conseguir una bomba atómica.
Se detallarán cartas y entrevistas para conseguir presupuestos, la situación del espionaje ruso en territorio americano, las escaramuzas para evitar que Alemania consigan uranio, los encuentros con los directores de minas, la carrera por conseguir los yacimientos de uranio en
Katanga o los intentos por destruir las fábricas de enriquecimiento de uranio en
Noruega, yo que sé, todo lo imaginable está aquí expuesto.
También los experimentos en
América, todas las atrocidades cometidas para saber el comportamiento de la radiación en humanos, los encuentros de
Truman, Stalin y Churchill jugando con el destino de las personas como si fuera una partida de cartas… ¿había hablado antes del verdadero villano?
Y todo ello, como decía antes, sin caer en un exceso que lleve al aburrimiento. Al contrario, quieres saber más, el nombre de la persona a la que inocularon por primera vez
plutonio, el destino de los marines que llevaron la bomba hasta
Okinawa, la persona que pilotó el avión… Eso por no hablar de los personajes y tramas que van aconteciendo en
Hiroshima, claro, y que, de alguna manera, quieres que no se encuentren entre los muertos de aquel día.
Todo con unos personajes muy bien trabajados, otro de los logros de esta novela gráfica. No cuesta empatizar con ellos, entenderlos, cada uno con sus ideas y convicciones. A otros llegas, no a odiarlos, pero sí a sentir rechazo ante su egoísmo y falsedad, o al menos eso es lo que a mí me transmite el P
residente Truman, todo lo contrario que su antecesor,
Roosevelt, aunque bueno, supongo que eso ya entra en la ideología de cada uno.
El final, no por conocido, deja de ser menos trágico. Está muy bien narrado y consigue ponerte los pelos de punta. No busca emocionar ni aferrarse al sentimentalismo del lector, ya que su misión es narrar, no tomar partido, pero esa imagen con la bomba cayendo y las siguientes, justo antes del estallido son pavorosamente fuertes. Luego, todo ya se vuelve más nubloso, con un calor gelatinoso y deforme al que finalmente se une la lluvia más negra.
Duelen también, a su manera, las siguientes páginas, las de la alegría de los vencedores mientras otros recogen cuerpos calcinados todavía humeantes, algunos incluso aun ardiendo.
Y queda todavía espacio para un epílogo narrado por el uranio. Unas páginas magistrales que suponen un magnífico colofón para una magnífica obra.
Sobre la edición: Norma hace un tochal inmenso, con unas tapas que aguantarán carros y carretas y que se puede abrir 180º para una cómoda lectura (excepto en los comienzos y finales, que ahí el libro se cierra irremediablemente). Con todo, una obra bastante manejable para lo voluminoso que es, con 472 páginas en un papel poroso que me parece bastante acertado.
Recomendable para lectores que busquen información y que les apasiones esa parte de la historia, así como público en general que quieran disfrutar. Abstenerse si lo que se busca es fantasía, sentimentalismo barato o peleas superheroicas.
Indispensable para bibliotecas, padres y profesores que desean que sus hijos o alumnos aprendan mientras se divierten.