Rastros de Sangre #1
Buen comienzo, que ya desde sus primeras páginas, formidables, consigue atrapar al lector en su particular y perversa historia.
La narrativa funciona tan bien en cuanto a ritmo que, efectivamente, sus más de 200 páginas se pueden acabar, sin darse prisa, en apenas media hora. Esto es algo tan positivo como negativo, pues si bien engancha y no suelta hasta su término, también deja al lector, inevitablemente, con muchas ganas de seguir y la sensación de que ha durado demasiado poco.
Además de ese ritmo sin freno, que desconoce la pérdida de tiempo o el relleno, cabe destacar la sutileza del autor, Shuzo Oshimi, que salvo en un par de escenas consigue transmitir todo su mal rollo enfermizo sin necesidad de caer en lo chabacano o ni tan siquiera en lo directo. La oscuridad de este cómic es sutil, delicada; está ahí en todo momento, se puede ver, pero hace falta afrontarla con óptica. Si no fuera por los matices del dibujo y en ocasiones las pausas tal vez ni se percibiría. Gran parte del mérito corresponde, por tanto, al dibujo, que aunque no sea redondo en todos los campos nunca baja del notable y brilla al máximo donde tiene que brillar. Las páginas a color, de otro nivel directamente.
Tal vez esa brevedad y concisión que caracterizan a este primer volumen también jueguen en contra, pues su desarrollo carece de grandes vueltas de tuerca y las escasas sorpresas se dan en situaciones que por su desarrollo rozan lo previsible. Espero un trabajo más depurado al respecto en futuros tomos, pues la trama ha quedado muy bien dispuesta tras este comienzo y cuento con que vaya a más y mejor al mismo tiempo.
Sobre la edición, calidad/precio ajustados y ninguna queja, lo cual tal y como funciona en ocasiones la industria del manga en nuestro país, es digno de elogio.
Recomendable.