CAPÍTULO VIII: EL REY KULL (I)
18.500 a.C.
El chamán de una población llamada Tribu de la montaña del mar, Ra-mos, vaticina un mes antes de la siguiente luna llena, que en poco tiempo nacerá un niño que un día será gobernante de todo el Continente Turio.
Ba-dar, el jefe de la tribu, debido a que no tiene hijos y temeroso de perder su estatus y poder, ordena a sus soldados sacrificar a todos los niños nacidos a partir de ese momento.
Gorm-li, el capitán de los soldados de Ba-dar, sabedor de que su esposa Osa parirá en pocos días, decide ignorar las órdenes de su señor y pide a uno de sus compañeros y amigo, Dal-fah, que se presente en su casa la noche en que haya luna llena para ayudarle a escapar con su retoño en caso de que nazca esa noche. Dal-fah acepta.
Cinco días tras el vaticinio de Ra-mos, coincidiendo con la luna llena, Osa da a luz a mellizos, un chico y una chica, y muere pocos minutos más tarde, pidiéndole a su esposo que no permita que los niños mueran.
Dal-fah acude a casa de Gorm-li, acompañado de otro soldado llamado Hro-gar, el cual se ha enterado de los hechos y dice tener intención de ayudar. Los tres abandonan el poblado dirigiéndose al denominado Valle de los Tigres para alcanzar la costa.
Ra-mos lo observa todo, y a continuación engaña a otros soldados que se dirigían a casa de Gorm-li para que se vayan en otra dirección.
En el Valle de los tigres, Gorm-li se adelanta a sus compañeros y deja a sus dos hijos entre unas zarzas con la intención de volver al poblado y dar sepultura a Osa. Sin embargo, la presencia cercana de un tigre le hace cambiar de parecer y se dirige a buscar a sus compañeros. Cuando los alcanza, observa como Hro-gar da muerte con una espada a Dal-fah, puesto que todo se trataba de una estratagema para ganarse el favor de Ba-dar entregándole los niños. Enfurecido, Gorm-li se encara con Hro-gar, pero este le dispara mortalmente con su arco. Antes de desfallecer, Gorm-li mata a Hro-gar con su espada.
Instantes después, Ramos llega a la zona dónde se hallan los tres soldados muertos, y seguidamente encuentra a los niños en las zarzas, pero debido a sus escasas fuerzas tan solo consigue llevar a uno de ellos consigo, la niña, con la intención de volver a por el otro más tarde. En ese momento se acercan dos tigres, y Ra-mos se aleja dejando al pequeño abandonado a su merced.
Uno de los tigres se acerca al bebé y tras olfatearlo, lo coge con sus fauces mediante la sábana que lo envuelve y se dirige hacia el interior del valle.
Ra-mos vuelve horas más tarde al lugar de los hechos, pero no halla ningún rastro del niño y lo da por muerto.
Decidido a ayudar a que se cumpla la profecía y a derrocar al jefe de la tribu, al cual considera un tirano, Ra-Mos acoge en secreto a la niña como su pupila, alimentándola con leche de tigre y a lo largo de los años educándola en el uso de magia negra y en varias habilidades de combate, además de alimentar su odio hacia Ba-dar. La niña recibe el nombre de Iraina.
Durante los cinco años siguientes a su adopción por parte de los tigres, el hijo de Gorm-li y Osa es amamantado por estos y enseñado a cazar. Diversos avistamientos del muchacho por el Valle de los tigres hacen que se extienda el rumor de un chico salvaje por el Pueblo de la montaña del mar.
A la edad de cinco años, el joven salvaje presencia la muerte a manos de un búfalo del tigre con el cual tenía mayores lazos afectivos mientras este trataba de protegerlo. Furioso, el muchacho se encara con el búfalo, momento en el cual una partida de soldados de Ba-Dar los encuentran y abaten al animal. El chico es llevado a la Tribu de la montaña del mar en una jaula.
Ra-mos es avisado del acontecimiento y temeroso de que pueda tratarse del hermano perdido de Iraina lo acoge bajo su tutela manteniendo en secreto la existencia de su hermana. El joven recibe el nombre de Kull.
Durante su infancia, Kull es entrenado en el combate por Ra-mos. Y, a diferencia de Iraina, se integra entre la gente del poblado, trabando amistad con otros jóvenes del lugar como Am-ra y Sareeta.
A la edad de once años, Iraina decide adentrarse sola en el Valle del tigre para ejecutar el hechizo que Ra-mos le prohíbe y que le permitiría ganarse el favor del dios-tigre Jaquari. Una vez en el valle es atacada por uno de los tigres que lo habitan, pero es salvada por Kull. Este se presenta ante ella como el pupilo de Ra-mos, lo que provoca que ella no revele su identidad ni procedencia. Durante unos instantes donde ambos parecen experimentar sentimientos profundos por el otro, Iraina recuerda las palabras de Ra-mos advirtiéndole que no se acercara nunca a un muchacho llamado Kull, y se aleja del valle.
Unos años más tarde, mientras Kull, Am-ra y Sareeta echan una carrera por la costa cercana a su pueblo, encuentran a un marinero procedente de una de las islas lemurias tendido en la playa. Creyéndolo inconsciente se acercan a él, pero este se levanta y se enzarza en una batalla con Kull. Cuando el joven está a punto de matarlo con su puñal, Sareeta, notablemente atraída por el lemurio, logra impedirlo, alegando que Ba-dar querrá interrogarlo.
El marinero es trasladado atado al poblado, dónde es interrogado sin éxito debido a la ausencia de miembros de la tribu que sepan su idioma, por lo que es enjaulado.
Sareeta se acerca al lemurio, que dice llamarse Raiko, y haciéndole prometer que la dejara irse con él lejos de allí, lo libera.
Una vez en la costa tratan de escapar en un bote, pero son asaltados por Kull, quien nuevamente comienza a batallar con Raiko. Sareeta les obliga a detenerse y pide a Kull que la deje marchar. Este accede una vez el lemurio promete que jamás dañará a Sareeta. Poco después, la pareja se marcha en el bote.
Unos años más tarde, Kull y Am-ra se presentan voluntarios para llevar a cabo una expedición en la tierra de los Pictos, para demostrar que son capaces de ser guerreros. En una isla picta acechan a una mujer en su casa, hasta que el marido de esta los descubre y ataca. Am-ra es derrotado, y cuando las plegarias de Kull para que les deje marchar no surten efecto, clava un puñal al picto, asesinándolo. Mientras regresan rápidamente al bote para volver a su hogar, Am-ra apoda a Kull como El matador de Pictos.
Ba-dar ordena la captura de un mandatario de Valusia que se halla en tierra de los pictos llamado Dinaldo, como método para desestabilizar las relaciones entre ambos pueblos. Khor-nah, jefe de las tropas de Ba-dar, reconoce el potencial guerrero de Kull y le nombra líder de un pequeño escuadrón que realizará la misión mientras él provoca una distracción en la playa.
Kull y los hombres a su cargo observan una reunión del rey picto con Dinaldo y representantes de distintas tribus de las Islas Pictas. Dos chamanes de tribus distintas se encaran para ganar el favor del rey, pero Khor-nah lanza su ataque y la reunión se dispersa en dirección a la playa.
Kull y sus hombres tratan de derrotar a Dinaldo, pero uno de los dos chamanes invoca a Jaggta-Noga, el señor de los demonios de una dimensión conocida como la Tierra Perdida. Varios soldados perecen combatiendo al demonio hasta que queda solo Kull para hacerle frente. En ese instante el otro chamán presente en la reunión mata a su rival y Jaggta-Noga es enviado nuevamente a su dimensión.
El chamán permite que Kull se marche a cambio de la vida de Dinaldo. Este trata de matar a Kull por la espalda, pero el chamán se lo impide, alegando que presiente un papel de gran importancia del chico en el futuro.
Los hombres de Khor-nah, con Kull en sus filas, navegan por alta mar durante una tormenta. Khor-nah es abatido por el fuerte viento y cae inconsciente al agua, tras lo cual Kull se lanza a su rescate. Varias horas más tarde, ambos son arrastrados hasta las costas de Valusia, donde son encontrados por un batallón a las órdenes del Barón Ergon.
Kull es obligado a cargar con Khorn-nah a sus hombros, aún inconsciente. Espoleado por una historia que deja en mal lugar a los atlantes contada por un soldado, Kull se enfrenta cuerpo a cuerpo a este. En mitad de la batalla Kull ruge como una bestia y la imagen de un tigre toma forma a sus espaldas. Una vez derrota a su enemigo, los soldados comprenden que se hallan ante un muchacho especial y prosiguen su marcha.
Kull y Khor-nah son encerrados en una jaula, mientras el Barón Ergon es informado de lo acontecido. Finalmente decide que ambos luchen a muerte en la arena, la cual se llena completamente de barro debido a una tormenta nocturna.
Dos días más tarde, Kull y un debilitado Khor-nah comienzan a luchar reticentemente en la arena, cubriéndose totalmente de barro. En ese momento, el soldado que luchó el día anterior con Kull baja junto a otro ocultando lanzas bajo sus capas e hiriendo al muchacho con ellas. Kull se defiende y provoca que ambos soldados caigan a la arena, para a continuación arrebatarles las capas y salir junto a su amigo haciéndose pasar por los soldados. Estos son finalmente abatidos con flechas por orden del Barón Ergon, pensando que se trata de los atlantes. Kull y Khor-nah se marchan de territorio valusio.
Kull experimenta sueños en los que se ve a sí mismo, ya adulto, como rey de Valusia.
Raiko muere a bordo de su embarcación durante un conflicto con los atlantes, y Sareeta flota a la deriva hasta regresar a las costas de la Tribu de la montaña del mar.
Sareeta es encontrada por su antigua gente, quien considerándola una traidora decide matarla en la hoguera.
Mientras se inicia el ritual al amanecer, Kull, Am-ra y Khor-nah vuelven del bosque y se enteran de lo sucedido. Mostrando indignación por la situación de Sareeta, y comprendiendo lo que ésta desea mirándola a los ojos, Kull toma una de sus dagas y la lanza directa al corazón de Sareeta, matándola al instante para ahorrarle sufrimiento. Enfurecidos, los miembros de la tribu persiguen a Kull hasta un acantilado, mientras Am-ra trata de frenarlos disimuladamente. Kull elige huir y se lanza hasta el mar desde el acantilado. La tribu creyéndole muerto vuelve al poblado, mientras Kull comienza a nadar mar adentro sin descanso.