Byrne siempre fue mucho menos detallista que Pérez, a cambio de ser más productivo y rápido, algo que le disimulaban entintadores concienzudos como Austin, y que se ha ido acentuando con los años (según se hacía más común que cometiera el error de entintarse a sí mismo, además).
Pero de ahí a llamar vago a un tío que todavía en los 2000s, en su última etapa en DC, era capaz de dibujar tres series mensuales, va un trecho.