He leído
Ken Parker Nº 2.
Retomo la lectura de la serie tras mi
anterior comentario.
Esta segunda entrega está infinitamente mejor que la primera en muchos aspectos. El dibujo de Milazzo me sigue pareciendo en muchas ocasiones algo tosco y sucio, pero también es cierto que encaja muy bien con la ambientación y el tono de las historias. Además, creo que tiene una evolución positiva en cuanto las primeras historias, mostrando una mayor profusión por el detalle y mucha menos irregularidad. Bajo mi punto de vista, sigue estando a cierta distancia de ciertos artistas europeos de renombre, con un trazo más realista y detallado, pero va mejorando en cada álbum, por lo que es muy posible que ne próximas historias siga mostrando una mejoría como ya se ha visto en este volumen. En el apartado argumental, la serie da un salto sustancial, sobre todo en la elaboración de tramas, mucho más sólidas e interesantes, tratando temas propios del género con mayor profundidad. Además, se comienza a vislumbrar una línea argumental de largo recorrido, dejando a un lado las historias autoconclusiva iniciales. Otro punto a favor es su forma de explotar el western, no solo desde el punto de vista de la acción y la ambientación de la época, sino desde el punto de la vista del suspense y la intriga, consiguiendo enganchar al lector con una trama adictiva que provoca que las 200 páginas te sepan a poco. Me ha gustado muchísimo, así que ya estoy deseando leer el siguiente tomo, a ver como continúa la historia de Ken Parker.
Una de las principales características de un buen western radica no solo en saber transmitir la esencia del género con sus ambientaciones históricas, sino a la hora de ofrecer enfoques diversos para las tramas, más allá de las típicas historias de vaqueros y sus conflictos morales o pendencieros. Giancarlo Berardi pone sabiamente su mirada en los grandes clásicos del cine, como aquellos largometrajes del director John Ford, fuente inagotable de referencia para todo aquel que aborda el género en cualquier medio, con especial hincapié en el cómic en este caso. De ese modo,
Hombres de honor trata sobre unos revolucionario sureños que traman un plan para secuestrar al general Praser, después sufrir las inclemencias de la Guerra de Secesión contra el ejército norteño. El guionista va entretejiendo una interesante trama alrededor de unos hombres que en su búsqueda de la libertad, o lo que ellos ven como un acto de libertad, acaban unidos a otros hombres que solo buscan dinero y riquezas, más allá del resultado final de esta guerra civil. Además, la participación de Parker en el relato es meramente circunstancial, sin que ello repercuta en la historia, que se va perfilando con interés hasta su punto culminante, aunque dejando al lector algo desconcertado.
Ken Parker ejerce prácticamente de secundario en su propio título, lo que nos permite profundizar en algunos aspectos de la guerra, sobre todo en ese bando perdedor, que de soldados acaban convertidos en terroristas, saqueadores y guerrilleros, perdiendo de paso todo su honor. Un momento duro para el país en el que muchos deciden defender sus intereses o ideales a costa de cualquier inocente. En ese escenario, estos revolucionarios atacan un tren en el que piensan que va el general de la Unión, donde también viaja Parker con dirección a Washington, pero que se verá envuelto en la acción cuando el tres es descarrilado. Acusado inicialmente de ser uno de los hombres de Pikerton, una conocida agencia de detectives que trabajó para el gobierno estadounidense en muchas ocasiones, incluso como espías, los atacantes de la locomotora ven frustrados sus planes cuando no ven ni al general ni el dinero prometido, por lo que acaban secuestrando a una joven para pedir rescate por ella, tras robarle todo el dinero que llevan encima los pasajeros. Tras escapar, Parker y uno de los pasajeros salen en su búsqueda, sobretodo porque nuestro protagonista quiere recuperar su fusil, pero además para seguirles la pista y dejar un rastro que puedan seguir los soldados a los que aviará otro de los pasajeros del tren.
La historia toma un cariz interesante cuando los villanos parecen estar divididos, así como cuando entra en escena Parker y su aliado, en un intento de salvar a la chica, mientras llegan los soldados. Pero lo realmente interesante es reservado para las páginas finales, donde Berardi revela la identidad del acompañante de nuestro protagonista y la de la joven, dando sentido a gran parte de la trama que se viene tejiendo a lo largo de la primera mitad del tomo, lo que permite al lector sorprenderse y tomar constancia de el gran cómic que acaba de leer. Magnífica ejecución para esta historia inicial, que eleva sustancialmente la calidad de la serie hasta el momento, la cual parece ir en un constante
in crescendo en la siguiente aventura.
Homicidio en Washington vuelve a presentar trazas de un relato de suspense, aunque solo sea de manera testimonial y por un corto periodo de tiempo, ya que el motor principal de esta historia está muy lejos del suspense. También se establece la primera línea cronológica, ya que nuestro protagonista llega por fin a su destino, el cual se vio retrasado por culpa de los rebeldes. Su misión no es otra que hablar con el nuevo comisario de los asuntos indios, nombrado por el propio presidente Grant, al que en una ocasión le salvó la vida. Parker traba amistad pronto con Ely Donehogawa, que le ayuda a integrarse en la ciudad y le muestra lo complicada que es la política, donde los hombres están más interesados en sus propios intereses que en los problemas que viven en las lejanas zonas pobladas del Salvaje Oeste. Pero las peticiones de Donehogawa entran en conflictos con importantes empresarios mineros, muy influyentes en política y que ponen en serio riesgo la reelección del presidente, por lo que su labor se complica. No obstante, acaba asesinado, de manera que se culpe de su muerte a Parker, que consigue salir gracias a la ayuda de su amigo de Pinkerton, presentado en la anterior historia. Así, se van estableciendo pequeños nexos de unión, cohesionando los diferentes relatos para que conforme un tono serializado, el cual comienza a cobrar una especial relevancia al final de este tomo.
Tras su infructuoso paso por la capital, Parker regresa a Montana, en el fuerte donde colabora como
scout, para intentar ayudar a los indios, que están siendo asesinados por un misterioso hombre blanco que apunta hacia los miembros del ejército. Como podemos ver, se empieza a mostrar una constante en los guiones, utilizando el suspense como herramienta narrativa que suscite el interés del lector, entremezclada con el conflicto de los indios y los colonos, uno de los grandes temas recurrentes del género, pero que siempre que estén bien tratados resultan interesantes. Berardi conoce bien los códigos del western y los emplea de forma inteligente, consiguiendo que la historia se convierta en algo próximo a un intenso largometraje. De ese modo, Parker investiga los asesinatos de los indios, mientras comienza a sospechar de las últimas incorporaciones al fuerte. sin embargo, la tensión provoca que el ejército y los indios se enfrente, mientras alguien dispara desde lejos para añadir más leña al fuego a una situación ya de por sí bastante inflamable. Finalmente, Parker averigua la identidad del responsable de todo,
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No me esperaba en absoluto este final abierto, ni muchísimo menos, a pesar de que ya los autores van dejando pistas de su intención por añadir al título un tono serializado, repitiendo personajes y estableciendo una cronología que se puede seguir fácilmente. Esto provoca que tras una interesante e intensa lectura el lector quede con ganas de más, no solo por saber cual va ser el destino del protagonista, sino por ver como continúa toda la trama.
Por último, señalar de nuevo la evolución del dibujo, pero con ciertas carencias. Las escenas multitudinarias, por ejemplo, son las que peor domina Milazzo, mientras que en todo lo demás está bastante bien. Todavía no llega al nivel de Moebius, para mí el gran referente, pero se le ve mucho potencial, que esperemos verlo llegar a su cenit en esta colección. No sé si acabaré por afirmar que estamos ante una de las grandes obras del género, pero desde luego tras leer este tomo; y con estos mimbres, ha dado un paso gigantesco hacia ese Olimpo de las grandes obras del western ya en esta segunda entrega. Gracias a ello me mantengo firme hasta el momento, en un tebeo de calidad y a un precio asequible. Es difícil no dejarse llevar por la tentación. Yo, por lo menos, no he podido resistirme y no me arrepiento de ello.