Parte 14: La historia más grande jamás contada
El viaje ha terminado y todo está donde debería estar.
El Santo en su trono. Dios en el suelo.
Starr desmontado pieza a pieza.
Cassidy resucitado.
Jesse sobre un caballo.
Tulip a su lado.
De esta última etapa final, de este
tour de force (que asco le estará dando a Ennis) en el que todo se resuelve magistralmente, solo me queda destacar la pelea/discusión filosófica entre Cassidy y Jesse. Un momento perfecto para definir a cada personaje, y la historia de salvación y condenación que hemos estado leyendo. El perdón, la justicia, las consecuencias y el arrepentimiento, ciertamente todo está ahí.
Creo que es la guinda perfecta y uno de los puntos álgidos de estos últimos números, junto al epílogo, la carta o el atardecer en caballo.
Sin duda, uno de los mejores momentos de toda la serie.
Pero antes de echar el cerrojo, un último apunte.
Parte 15: Despedida y cierre
Creo que ya entiendo por qué gusta tanto Predicador.
Han sido 66 números más unos 20 especiales, tres tomazos, horas de lectura y una semana en compañía del viejo Jesse Custer (JC, ya), del mamón de Cassidy, de los cojones de acero de Tulip, del depravado de Starr, de Hoover y Featherstone con sus amores imposibles, de dios huyendo como un cobarde, de Génesis predicando la palabra, de Caraculo triunfando en el mundo del espectáculo, del Santo de los asesinos esparciendo ese odio frío por toda la creación y de John Wayne. Simplemente John Wayne.
Sin duda, Predicador tiene muchas virtudes.
Tiene un humor descarnado, satírico y grueso, ingenioso y burdo, que toca todos los temas sin cortarse en nada, yendo desde lo más vulgar hasta lo más sutil, haciendo que sonrías con ironía o que te descojones a carcajadas.
Tiene mucho, mucho western, mucha testosterona, mucha virilidad, mucho "somos tíos para lo bueno y para lo malo", mucho Hemignway, mucho Ford, mucho Wayne. Tiene una épica grandiosa por momentos, una forma de tocar esa sensibilidad tosca que hay en algunos hombres y que nunca sé muy bien cómo explicar, porque no está al alcance de todo tipo de público. Pero hay algo muy Jesse Custer en casi todos nosotros. La pulsación correcta de botones que hace que asintamos una y otra vez diciendo "Así es, joder".
Tiene una historia de amor realmente enorme. Parecía que no, pero esos dos se quieren de verdad, y aunque a la relación le falte algo más de trasfondo (o realidad), ya les va de puta madre tal cual están.
Pero por encima de todo, lo que tiene Predicador y que muchas otras series envidian, es un gran final.
Porque cuando eres capaz de dar un buen final a una historia tan larga, es cuando de verdad eres el puto amo. Ahí es cuando recoges los frutos de tu cosecha y a tus lectores se les caen las manos de aplaudir. Eso que le faltó por desgracia a series tan enormes como 100 Balas (que al contrario que esta se embarulla conforme avanza) o a Lost (que acabó en un desaguisado). Saber desde el principio a donde te diriges, ser coherente contigo mismo y con tus personajes, darles un buen destino, una ocupación oportuna, es una gran virtud. Posiblemente la mejor. Significa que estás en consonancia con tu historia, que nada es artificioso o impostado, que hay un sentido oculto detrás de todo lo que has ido orquestando.
Y Garth tiene eso. Predicador, por suerte, tiene eso.
Creo que no digo ningún secreto si afirmo que la serie va creciendo a cada número, a cada arco argumental, que quizás no todos estén a la misma altura y haya algunos menores, pero que la trama y la historia no dejan de crecer y crecer en la mente del lector hasta que finalmente eclosionan en una experiencia completa y perfecta. En su recta final, Predicador cierra tramas a velocidad de vértigo, con sentido, con coherencia, con un sentido de la lírica y la épica casi perfecto. Con un ritmo interno con la rigurosidad de un reloj suizo.
Saber de donde vienes y a donde quieres llegar.
No es algo que ocurra muy a menudo.
Así que solo nos queda hacerle un gesto al camarero, pedir una doble, levantar la puta copa y brindar por ellos.
Por Cassidy, Tulip, Jesse y Garth.
Salud.