Los Defensores: Marvel Limited Edition 3: Los Hombres Cabeza (1975-1976) Reseña en la web de Universo Marvel:https://www.universomarvel.com/resenas-los-defensores-marvel-limited-edition-3-los-hombres-cabeza-1975-1976/En el segundo tomo recopilatorio de la serie de los Defensores, recordemos que tuvo lugar el inicio de la etapa guionizada por Steve Gerber. Pero lo mejor de la etapa precisamente lo vamos a encontrar en este tercer volumen que me dispongo a reseñar.
Paradójicamente, el recopilatorio no puede empezar peor. El Giant-Size que quedaba por incluir, el quinto y último, es posiblemente el peor de todos. Una larga lista de guionistas, con el propio Gerber a la cabeza, se unen a un nefasto Don Heck para relatar una historia en la que los Guardianes de la Galaxia ejercen de invitados. Lógicamente, estamos ante los Guardianes de la Galaxia originales. Mejor dicho, los originales de los originales, cuando todavía eran sólo cuatro miembros: Vance Astro, Charlie-27, Yondu y Martinex.
La cuestión es que una alteración en el flujo del tiempo trae a nuestra era a los Guardianes y a una supuesta criatura de una raza estelar que siembra el caos. Número malo a rabiar que, sorprendentemente, abre un hilo de continuidad en la colección regular.
La serie mensual de los Defensores, recordemos, sigue contando con Sal Buscema al arte gráfico. Mientras que el grupo continúa formado por cuatro miembros: Doctor Extraño, Hulk, Valquiria y Halcón Nocturno.
Al hilo del citado Giant-Size, como decía, resulta que el desplazamiento temporal provocado por los Guardianes de la Galaxia está afectando a la estabilidad de la Tierra. Los Defensores deberán acompañar a los Guardianes en un viaje en el tiempo hasta el año 3015, para rescatar al planeta de la tiranía de los Badoon. De entrada, en el desplazamiento temporal sorprende la inesperada presencia de Jack Norriss, el marido de Bárbara, el cuerpo que aloja la artificial mente de Valquiria.
Ya sólo empezar la saga, nos encontramos con una interesante crónica, relatada por Vance Astro, sobre todo lo que ocurrirá en la Tierra durante el próximo milenio. De tal forma que podemos ver en imágenes referencias a épocas futuras como son la eclosión de los ciborgs, en clara referencia a Deathlok, la era de Killraven, o la invasión de los Badoon ya en la los años que verán reunirse a los propios Guardianes de la Galaxia.
Gerber nos presenta a unos Badoon tiranos, desalmados, hasta el extremo de tener recluidas a todas sus hembras en un planeta, y echar mano de ellas sólo para reproducirse. Ocasión inmejorable para que el guionista abra fuego con la primera de sus denuncias sociales: el machismo sistémico y la discriminación de la mujer en los órganos de poder.
Precisamente, el planeta en el que residen las hembras Badoon es uno de los dos imaginativos mundos en los que recalcan algunos de los Defensores y Guardianes.
El otro mundo encarna la infaltable cuota de surrealismo de Gerber. Un planeta gobernado por borrachos y ciudadanos sumidos en una permanente orgía, donde se celebra la Superlotería Mortal, un inhumano espectáculo televisivo que consiste, cuál circo romano, en enfrentar a los concursantes a una amenaza mortal.
Pero el episodio de mayor trascendencia que nos depara la saga es sin duda la presentación de Halcón Estelar, el imponente humano cósmico que completará la formación clásica de los Guardianes de la Galaxia. De hecho, la saga es la antesala de la serie propia de los Guardianes, que abriría puertas poco después.
En resumen, una estupenda saga para una colección que definitivamente ha alcanzado la madurez. Pero incluso una aventura magnánima como ésta queda empequeñecida ante lo que nos tienen preparado Steve Gerber y Sal Buscema.
Antes de sumergirnos en la gran saga de este tomo debemos hacer frente a un olvidable fill-in a cargo de Bill Mantlo y Sam Grainger.
Un individuo bastante ridículo, disfrazado de Fred Astaire, secuestra a Halcón Nocturno para vengarse del defensor alado bajo razonamientos de lo más estúpido.
El tipo es un auténtico fracasado pero, paradójicamente, dispone de un sinfín de robots de lo más sofisticado. Quizás Mantlo pretendía emular al Gerber más surrealista, pero lo cierto es que la historia no tiene ni pies ni cabeza, y el número es francamente flojo.
Steve Gerber sube el listón a lo más alto.La saga que podríamos titular de los Hombres Cabeza, aunque es mucho más que eso, ocupa prácticamente lo que resta de tomo.
Una intrincada línea argumental que es cualquier cosa menos monótona, donde hay lugar para todo. Para el entretenimiento más puro y la aventura tanto terrestre como cósmica, para el surrealismo, para el humor, para la denuncia social y para la política. Pero, sobre todo, estamos ante un inmenso parque temático repleto de sorpresas y alicientes.
La trama inicial parte de la amenaza de los Hombres Cabeza. Una banda criminal ya presentada en un anterior arco, formada por los doctores Arthur Nagan y Jerry Morgan, y por Chondu el místico, a los que aquí se les une un cuarto miembro. Se trata de Rubí, una asombrosa mujer cuya particularidad, como ocurre con sus compañeros, está en su cabeza, capaz de transformarse en cualquier forma u objeto.
Pero pronto se une a la fiesta otro trascendental elemento, también amenazante, pero que va por libre. Se trata de, Nebulón, el hombre celestial, también presentado anteriormente. Lo primero que hace Gerber es quedarse con la idea e imagen inicial de Nebulón y olvidarse de la supuesta verdadera identidad del villano, que se acabó revelando como una especie de pulpo alienígena. Desde luego, una decisión acertada por parte del guionista.
A partir de aquí, el desborde imaginativo es colosal.
Los Hombres Cabeza insertan la mente de Chondu en el cuerpo de Halcón Nocturno y entramos en una vorágine de suplantación de personalidades, incluido un cervatillo del que se encariña Hulk.
Impagable la imagen de un Bambi con cara de pocos amigos, tan extragavante como inquietante. Gracias también al fabuloso trabajo de un Sal Buscema en uno de sus mejores momentos, ayudado por un intachable Jim Mooney como embellecedor.
Pero todavía más alucinante es el hilo referente a Nebulón, donde sale a relucir el Steve Gerber más mordaz y metafísico. Nebulón viene del espacio para salvar a la humanidad de su propia naturaleza corrupta. En una probable alusión a los populismos, predicadores y lavados de cerebro en general, el hombre celestial toma la personalidad de un hombrecito calvo con el fin de divulgar una doctrina a la que llama Control Mental Celestial. Los devotos, que visten máscaras de payaso, se multiplican entre la ciudadanía norteamericana, al tiempo que los Defensores intentan hacer frente al villano.
No terminan aquí los alicientes, pues vemos la entrada de un nuevo no miembro al grupo de los Defensores. Se trata de la Guardiana Roja, una superheroína rusa que acaba participando activamente como defensora en lo que resta de tomo. De hecho, la heroína acaba protagonizando una pequeña trama que supone un pequeño paréntesis en la larguísima saga de los Hombres Cabeza y Nebulón. Una línea argumental independiente en la que un atrevido Gerber acomete contra el terrorismo anticomunista.
Otro de los que se apuntan al espectáculo es Power Man, que regresa así a la categoría de no miembro de los Defensores.
Una auténtica locura de arco en el que cada defensor vive su particular vía crucis. El Doctor Extraño ve debilitados sus poderes y la Valquiria termina recluida en una cárcel de mujeres, en una pequeña trama que pone sobre la mesa una reivindicación de los derechos de los presos, mientras su caballo alado, Aragorn, resulta gravemente herido. Luego, Hulk vive obsesionado con el cervato, mientras que la gran sorpresa la tenemos en Jack Norriss, que tiene un papel preponderante como defensor pese a carecer de poderes.
En lo que respecta a los antagonistas, tampoco se puede hablar de aburrimiento, precisamente. Chondu, el menos llamativo de los Hombres Cabeza, acaba convertido en una criatura de apariencia mitológica, mezcla de varias partes de diferentes animales.
Y, por si fuera poco, tres supervillanos de poca monta como son el Hombre Planta, el Puercoespín y la Anguila, se unen a la fiesta como adeptos del Control Mental Celestial.
En el apartado artístico, por cierto, Klaus Janson entra como entintador a media saga. Su estilo creo que no le sienta tan bien a los lápices de Sal Buscema como el de Jim Mooney, pero sigue siendo un muy buen entintado.
La monumental saga llega a su final de la mejor forma, en el formidable primer anual de los Defensores.
Gerber une todos los hilos en una apasionante aventura final, en la que los Defensores se dividen para hacer frente a sospechosas revueltas que se están propagando por el mundo. Por una parte, los Hombres Cabeza, por otra, el rival de éstos, Nebulón y su legión de payasos, se están haciendo con el control político en diferentes ejecutivos.
A destacar un impagable Jack Norriss haciendo de James Bond.
El guionista hace de la causa de Nebulón una de las cuestiones que más le obsesionan: la imposición a la humanidad de una figura de autoridad que restrinja su libertad y la encarrile hacia la buena senda, frente al libre albedrío del ser humano y su derecho a equivocarse. Un debate que Gerber ya puso sobre la mesa en dos ocasiones anteriormente, en sus etapas en el Hijo de Satán y Morbius.
Los Hombres Cabeza, por su parte, no gozan de tantos matices como su rival celestial, destapándose como un clásico grupo de supervillanos cuya meta es dominar el mundo.
En definitiva, una fantástica saga rubricada por una apasionante aventura final.
Cabe decir que, a lo largo de la saga, un nuevo hilo se ha venido gestando a cuentagotas mediante apariciones puntuales de un elfo armado con una pistola. Por desgracia, la resolución del misterio ya no quedará a manos de Steve Gerber.
Un Steve Gerber que finaliza su periplo en la presente colección en un último número autoconclusivo. Sal Buscema también abandona el título en esta modesta historia que perfectamente podría pertenecer a la colección del Doctor Extraño.
Extraño libera accidentalmente a su vieja enemiga Shazanna de la dimensión en la que permanecía recluida.
En todo caso, un buen número en el que Gerber recupera a Trish Starr, la amiga manca de Kyle. También contamos con la participación de Clea, mientras que la Guardiana Roja sigue ayudando al grupo.
El volumen cierra con una aventura del Pato Howard, con los Defensores como invitados, que será digna de análisis en la correspondiente reseña del ánade marveliano.
Conclusión.Éste es, sin duda, el mejor de los tres tomos de los Defensores reseñados hasta ahora.
Steve Gerber hace aquí uno de sus trabajos más destacados, mientras que Sal Buscema está espléndido en todo momento.
Un volumen muy recomendable.