5º.- La etapa de Ed Brubaker, Steve Epting y Michael Lark. Supongo que todos teníamos claro que ésta iba a ser la etapa más votada de la encuesta. Es normal, porque al ser la etapa actual es la más accesible para todos los públicos; sin embargo, creo que en este caso también hay que reconocer que estamos asistiendo a una de las grandes etapas de la serie. No sé si la más grande, eso sólo lo dirá el paso del tiempo, pero una de las grandes, creo que todos estamos de acuerdo en que lo es.
Por mi parte, desde el CA #11, el número en que Steve Rogers lee los archivos de Karpov sobre el Soldado de Invierno, tengo bastante claro que ésta es una de las grandes sagas de Marvel, algo que me han corroborado los números que han venido después. Pienso que el gran evento de la muerte del Capi y su reemplazo lo único que han hecho ha sido llamar la atención sobre la serie, poniendo en el compromiso de leerla a mucha gente que no había leído hasta entonces un tebeo del Capitán América, pero creo que las razones de que este tebeo sea el mejor que Marvel está publicando actualmente, se encuentran ya desde el principio de esta etapa, no desde la muerte del Capitán América.
Como es archisabido, Brubaker desembarcó en la serie con el relanzamiento de los títulos de Vengadores en aquella cosa llamada Desunidos. Tras sus comienzos a finales de los 90 en la línea Vértigo, había venido trabajando para DC con un contrato en exclusiva conseguido tres o cuatro años después gracias a lo bien que lo había hecho en títulos como Batman, Catwoman y especialmente Gotham Central, aunque a mí la que más me gusta es su estupenda Sleeper con Wildstorm. Todos esos trabajos llamaron bastante la atención sobre él, así que aprovechando que su contrato en exclusiva se terminaba y que lo de Crisis Infinitas parecía que no llamaba mucho su atención, Quesada echó sus garras sobre él y le ofreció el título que más le gustaba de Marvel, el Capitán América.
Una curiosidad. Hubo que esperar a que ese contrato en exclusiva con DC finalizara, así que los guiones de los primeros números le llegaron tan tarde al pobre Steve Epting, que prácticamente no tenía tiempo material para dibujarlos, por lo que hubo que empezar descargándole de tarea. Esa fue la razón de que también se contratara a un viejo conocido de Bru de la época de Vértigo, Michael Lark, haciéndose cargo de los flashbacks que se iban a intercalar entre la historia para darle margen a Epting.
Yo creo que el estilo de serie negra de Lark se complementó a la perfección con el oscuro estilo de Epting, un estilo que no me parece nuevo en él y del que creo que ya venía haciendo gala desde su etapa con Harras en los Vengadores, en el X-Factor de la Era de Apocalipsis, y sobre todo en aquella corta y magnífica serie de piratas llamada el Cazador de la triste y desafortunadamente desaparecida Crossgen. Además, tanto Epting como Lark son de ese tipo de dibujantes que ponen siempre su trabajo al servicio de la historia que están contando, y no al servicio de sí mismos, y esa es para mí otra de las razones que hay detrás del éxito de este tebeo.
Al grano. Por lo visto hasta ahora, yo dividiría la trayectoria que lleva Brubaker en cuatro etapas. La primera abarcaría los primeros 14 números de la serie, para mí una saga unitaria, aunque a efectos recopilatorios se haya dividido editorialmente en dos sagas. Con Sharon Carter de nuevo en la serie y con Shield y Nick Furia de apoyo, esta primera etapa está claramente focalizada en la aparición del Soldado de Invierno.
Como ocurrió con el regreso de Sharon Carter, creo que el regreso de Bucky Barnes ha tenido éxito porque lo ha hecho alguien que realmente tenía cariño por el personaje y estaba más interesado en él que en el evento que conllevaba su regreso. Además está hecho de manera muy inteligente. Su cameo en las primeras páginas del CA #1, mientras Lukin le muestra a Cráneo el antiguo arsenal de Karpov, sólo se puede apreciar en una segunda lectura de la saga; la primera vez es imposible caer en él sin saber lo que estás viendo.
Esta inteligencia a la hora de plantear una historia se sigue apreciando a medida que avanza el argumento. El supuesto asesinato de Cráneo Rojo al final del primer número parece ser el motor de la trama que empieza a contar Brubaker (bueno, en realidad sí lo es, pero sólo lo captamos en la última viñeta del CA #14, la que da el pistoletazo de salida al segundo arco de Bru), y sin embargo, a pesar de esta apariencia inicial, todo lo que se cuenta en estos primeros números está dirigido a la gran revelación del CA #6, el regreso de Bucky Barnes como el Soldado de Invierno.
De este inicio, la historia que más me gusta (o la que más destacaría, es lo mismo) es la de los Invasores en el frente ruso del CA #5, donde a la vez que se nos cuenta la historia de la aldea de Kronas, Brubaker, sin que nos demos cuenta, ya nos empieza a dar su visión actualizada y puesta al día del papel que Bucky desempeñaba en los Invasores. De esta historia, también me parece destacable la caracterización de uno de los secundarios, el general Vasili Karpov, seguramente la pieza clave de esta saga aunque nunca nos fijemos demasiado en él. El final de la historia, con Karpov encontrando al pequeño Alexander Lukin, me parece soberbio, tanto como el dibujo de Lark en toda esta serie de flashbacks.
Tras la impactante historia de la muerte de Jack Monroe y con el Cubo Cósmico nuevamente en el centro de la serie, la saga del Soldado de Invierno cogió impulso hacia su primera conclusión y se empezarían a solucionar los problemas de continuidad que existían para poder hacer creíble el regreso de un personaje que llevaba muerto más de 40 años.
A mí, particularmente, me parece lógica y muy bien pensada toda la historia de cómo el submarino de Karpov encontró el cuerpo de Bucky en el mismo estado de congelación en el que los Vengadores encontraron el cuerpo de Steve Rogers, una historia que sigue avanzando en el CA #11, donde leyendo (literalmente) los archivos de Karpov, nos enteramos también de cómo Bucky Barnes fue convertido por los soviéticos en el Soldado de Invierno. Al mismo tiempo, en esa historia se empieza a ver como Lukin empieza a tener problemas con el Cubo, hablando ocasionalmente con un misterioso interlocutor que no parecía estar por ninguna parte, un giro argumental bastante puñetero, por cierto.
La recta final de la saga trajo el regreso del Halcón a la serie, obviando el desastroso final planteado por Christopher Priest en su serie. Con Breevort haciendo una vez más dejación de funciones, lo único que se puede decir al respecto es que Brubaker se moría de ganas por poder utilizar al personaje, mientras que Priest deseaba que nadie más pudiera utilizarlo. Interpretar el tema como queráis.
Y ya puestos en plan despellejador, también hay que decir que a fin de sostener la coherencia del personaje que había (re)creado, Brubaker se permitió la licencia, entre otras cosas, de ignorar el primer encuentro entre Bucky y el Capi narrado por Simon y Kirby, estableciendo un nuevo origen para esa relación. A Brubaker le cayeron bastantes palos por este tema, lo que ha hecho que desde entonces ponga bastante ahínco en las labores de continuidad. En este sentido, para ser justos, creo que hay que reconocerle que es una de las pocas estrellas actuales que hace sus deberes y se ha preocupado de estudiar tanto a los secundarios y villanos de la serie como a sus trayectorias: Calavera, Pecado, Madre Noche, Fausto, Zola, Jack Monroe, el Capi de los años 50, los Invasores, Furia, Shield, IMA, etc.
Volviendo al tema, el enfrentamiento final entre el Capi y el Soldado de Invierno por la posesión del Cubo Cósmico, ya con la Agente 13 y el Halcón plenamente incorporados a la saga, entiendo que tuvo el desenlace que requería la historia: la destrucción del Cubo y el regreso de Bucky Barnes al Universo Marvel, aunque aún quedasen muchos pasos para la reconstrucción del personaje, puesto que su pasado como Soldado de Invierno había existido y ahora no se podía ignorar.
La revelación final de la saga supuso además un buen golpe de efecto: Cráneo resultaba seguir vivo gracias al Cubo dentro de la mente de Lukin, un giro argumental que hacía avanzar la historia hacia el segundo arco argumental de Brubaker y Epting, el regreso de Cráneo Rojo y la muerte del Capitán América.
En esta que yo considero segunda etapa, Brubaker comenzaba sacando a la luz a los partidarios de Cráneo e incorporándolos de lleno a la serie. De la mano del cabrón de Calavera, Brubaker se traía de regreso a una de las antiguas villanas de DeMatteis, Synthia Schdmit, la hija de Cráneo Rojo. Curioso que Brubaker tuviera que pedir nuevamente disculpas, esta vez por los métodos utilizados por Brock y la violenta terminología nazi de su discurso, algo que 10 años antes se puede decir que le supuso a Waid acabar marchándose de la serie tras su polémica con Harras. Da la impresión de con los nazis (y también con el sexo) de por medio, en los USA siempre ha sido difícil subordinar la fuerza de las historias a lo póliticamente correcto. Aquí, por inercia, los acabaremos imitando, así que mejor no cebarse demasiado con ellos por estos temas, para así luego no tener de qué avergonzarnos sobre lo que decimos hoy y lo que sin embargo diremos mañana.
La aparición de Calavera y Pecado tras el rastro de Lukin, coincidía con la llegada del Capi y Sharon a Londres con el mismo fin. Y, para mi alegría, con el regreso de los Invasores a la serie, ya que a Union Jack, Spitfire y el Capi se les unía no sólo Bucky Barnes, sino incluso el nuevo Hombre Maestro, villano del Giant-Size Invaders #1. Todo ello con la figura de Cráneo Rojo saliendo por fin a la luz y con la inesperada aparición del Quinto Durmiente. Por cierto, alucinante diseño por parte de Epting. Me descubro ante su versión del Quinto Durmiente. Particularmente, creo que incluso a Kirby le hubiera encantado.
Brubaker conducía la sorprendente conclusión de esta historia hasta los crossovers con la Civil War. El primero, centrado en Sharon Carter, lo utilizaba para mostrar la magnitud de los planes de Cráneo, revelando la manipulación que estaba siendo objeto la Agente 13 por parte del Dr. Fausto. El segundo nos mostraba los pasos que estaba siguiendo Bucky Barnes, y sobre todo, un nuevo movimiento de Cráneo con tecnología del Dr. Muerte de por medio. Y el último nos presentaba a un Capitán América siguiendo cada vez más preocupado el rastro de Cráneo, que ahora también aparecía junto a Arnim Zola.
Como es archiconocido, la conclusión de esta segunda etapa supuso el gran evento de la década: la muerte de Steve Rogers. Particularmente, a mí el CA #25 me parece un gran tebeo, cuya mayor o menor trascendencia futura no debería impedirnos ver lo bien hecho que está; tan bien hecho, que sólo al final te das cuenta de que no ha sido Calavera quien ha disparado al Capi como todo parecía indicar, sino la controlada Sharon Carter.
Evitando idioteces que se habían llegado a proponer (mejor obviemos nombres) como la de hacer recorrer a Steve Rogers el país en motocicleta, o la de exiliarse en el Canadá, creo que Brubaker, aunque fuera con todo el apoyo mediático de la editorial a su disposición, se atrevió a hacer algo que parecía impensable: matar al Capitán América y atreverse a afrontar la serie durante dos años seguidos sin su presencia, al menos física.
Para continuar hacia delante, Brubaker convirtió más que nunca la serie en una serie coral, donde todos los personajes tenían su propia trama, pero en la que uno de ellos enseguida empezaba a destacar por encima de los demás, Bucky Barnes, cuya reconstrucción desde aquel primer cameo del CA #1 continuaba evolucionando a pasos agigantados hasta ser él quien finalmente tomase el relevo de Steve Rogers en la que yo considero tercera etapa de Brubaker al frente de la serie.
Es evidente que Brubaker se preocupaba mientras tanto de que la figura del Capitán América estuviese presente en cada número que escribía, la más obvia a través de su última carta dirigida a Stark, estableciendo así un escenario alrededor de su figura en el que cada personaje tenía su propio papel: Bucky quería vengarle acabando con Stark, Sam también quería vengarle pero apuntando a Cráneo, Stark buscaba redimirse a la vez que trataba de resolver la infiltración de Cráneo en Shield, Sharon era consciente de que había sido ella quien había matado a Steve, incapaz de superar el control mental al que Fausto la tenía sometida, mientras que la Viuda asumía su papel de espía profesional acompañando al ritmo y al tono de la serie.
Aquí me gustaría hacer una mención especial al duelo entre Bucky y Stark, que me parece fantástico, y que acababa con la que para mí ha sido una de las grandes escenas de esta etapa de Brubaker y Epting al frente de la serie, tras leer Bucky la carta de Steve y proponerle Stark que sea él quien continúe la leyenda del Capi. Al fin y al cabo, como le comentaba Stark a la Viuda, ya era él quien tenía el escudo en su poder.
Toda la trama de Cráneo concluía (al menos, de momento) en el arco "El hombre que compró América", que al mismo tiempo supuso el afianzamiento definitivo de Bucky Barnes en el papel del nuevo Capitán América.
Y concluyó para mí de manera espectacular, con la épica y la grandeza que según el manual debe concluir una gran saga de Marvel, es decir, con el desenlace del embarazo de Sharon y su rebelión al control mental al que estaba siendo sometida, con el regreso del Capi de los 50 creado por Englehart (sí, machotes, no han sido sólo Bucky y Fausto a los que Brubaker ha traído de vuelta de una situación de aparente muerte definitiva), el ¿final? de Alexander Lukin, la traición de Fausto, el afianzamiento del Halcón en el coprotagonismo de la saga y la caída de Cráneo Rojo y de sus planes; al menos temporalmente, porque creo que a ninguno se nos ha escapado el papel que la tecnología de Muerte está jugando en esta historia y la misteriosa visión de Sharon al final del CA #42.
Con la saga de la Antorcha, Namor (más Invasores) y el Hombre sin Rostro, que profundiza en el pasado de Bucky como Soldado de Invierno y en el de los propios Invasores, Brubaker puso un epílogo a esta tercera etapa destinada a convertir a Bucky Barnes en el nuevo Capitán América y ha empezado a continuación a preparar el terreno para lo que aquí se nos va a venir encima de manera inminente este mismo mes: su siguiente etapa, el regreso de Steve Rogers de entre los muertos, porque creo que absolutamente nadie, salvo los más pipiolos, se creía que Steve Rogers fuera a permanecer muerto mucho tiempo. La cuestión era si lo iba a hacer él o no, y en ese caso, cómo y cuándo lo iba a hacer.
Por suerte, la etapa de Brubaker aún está muy viva, así que seguro que hay muchas cosas que se me estarán pasando por alto y que cobrarán su importancia en unos cuantos meses. A mi modo de ver las cosas, Brubaker se ha ganado un amplio margen de confianza, al menos por mi parte. Sus cuatro años largos en la serie me han hecho disfrutar de lo lindo, así que aunque su final no me acabe pareciendo tan redondo como todo lo que lleva hecho hasta ahora, no creo que vaya a ponerle a parir ni mucho menos. Y la verdad, como encima su final esté a la altura de las circunstancias, a mí la cosa me va a funcionar como la seda.
Y bueno, por fin he acabado. No sabéis bien lo hecho polvo que acaba uno después de muchas de éstas tan seguidas. Claro que tampoco sabéis cómo estoy festejando ahora mismo el estar terminando, y eso que os perdéis, la verdad.
Como os habréis percatado, se pueden decir aún muchas cosas más de cualquiera de las etapas que he escogido del Capi. Y como estáis comentando a lo largo del hilo, en las etapas de Gruenwald, de DeMatteis y Zeck (la que más me jode haber hablado tan poco), en la segunda época de Kirby, en algunas cositas de Jurgens, o incluso en aquellos primeros números de Forum de McKenzie, hay cosas destacables que merecería la pena haberlas tratado mínimamente, como os ha demostrado Ax-Vell. Y no sólo en cuanto a su historia dentro de la serie, sino también en cuanto a las condiciones en que se desarrollaron o incluso terminaron.
Pero esta vez y por mi parte va a ser que no. Hasta aquí han llegado los dos adosados. Si a alguno os han servido para algo, me alegro, porque los hago así de largos para eso.