He leído
Super Jabato Nº 16.
Retomo la lectura de la colección tras
anterior comentario.
Volvemos a tener un tomo bastante autocontenido, donde podemos leer historias un poco más largas que en el anterior volumen, con algunos regresos inesperados, y un pequeño relato corto para cerrar. Mi impresión general es que la serie está en un nivel muy bajo en estos momentos. Hay cierta repetición de esquemas, algunas situaciones me recuerdan demasiado a algo visto en aventuras anteriores, la introducción de animales aquí y allá es una constante, al igual que las damas en apuros que nuestros protagonistas se prestan a ayudar, y los escenarios son casi siempre los mismos. Bajo mi punto de vista, la colección está sin rumbo y creo que el paso del tiempo no le ha beneficiado demasiado. Por otro lado, aunque sigue aumentando mi sensación de que no debe de quedar mucho, Ediciones B sigue apostando por esa rotulación mecánica tan deficiente y nos brinda con un miniartículo que destaca una de las historias incluidas en esta entrega, pero de una forma tan escueta que tampoco aporta gran cosa. Una edición muy pobre en la que al menos podrían poner un índice de contenidos o algo. Una lástima que no sepan cuidar el material patrio y encima estemos ante una edición que podríamos considerar de lujo, porque desde luego barata no es.
Hay que reconocer que Mora hace un pequeño intento por contar aventuras que transmitan una sensación de historia-río, en lo que podríamos considerar una serialización clásica de las tramas, pero a medida que avancemos en la lectura nos daremos cuenta que no es más que un mero espejismo. Además, es ver en la primera viñeta la imagen del barco de nuestros amigos y cualquiera se da cuenta que es el punto de arranque de una aventura. Me parece un poco predecible. De ese modo, tendremos el encuentro con varios drakkars en los que vienen Thorglund y Einar.
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Cómo era de esperar, nuestros protagonistas viven aventuras en cualquier paraje, aunque en esta ocasión estarán centrados en el Jabato y
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No voy a negar que tenga su punto emotivo y tierno, ni que sea una aventura al uso en una revista de estas características. De hecho, casi podría considerarse como uno de los mejores relatos del tomo. El problema quizá es que es algo predecible pero, sobre todo, que de alguna forma repite elementos que ya llevamos viendo durante un tiempo en esta colección. O Mora se está quedando sin ideas, o a mí me cuesta ponerme en perspectiva con estos tebeos. Sea cual sea la cuestión, que esta sea lo más destacable del tomo no me parece una buena señal.
La siguiente aventura nos traslada a Iberia, donde el Jabato deberá hacer frente a los romanos, que ahora resultan que lo consideran el mayor enemigo de Roma. Su llegada a la costa tiene una escena calcada de una historia anterior, aunque no he sido capaz de saber cual. O a lo mejor es en la serie del Capitán Trueno, aunque al final del tomo tendremos otro comienzo similar, también utilizado en otro sitio. De todas formas, es un recurso que hace patente el reciclaje de ideas del autor, otro lastre para la lectura. Otra característica de esta historia es el poco carisma de la persona que ejerce el papel de villano. Tenemos a un romano llamado Bruto con grandes pretensiones que busca en la captura del Jabato una posibilidad de ascenso. No obstante, el íbero y sus amigos insuflan energía a los guerrilleros de la zona, no solo con su valor sino con la forma de expresar algo tan sencillo como el derecho a la libertad. Bonito discurso el que se marca aquí el Jabato, exponiendo claramente la esencia del personaje, a pesar de ser un concepto que no se ha profundizado en demasía: la lucha contra la esclavitud. También es un buen relato para ver los valores que intentan hacer valer los protagonistas como es la lealtad y la amistad. De ese modo,
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Cabe destacar el regreso de Claudia a la serie,
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Si bien es cierto que la joven muestra su actitud rebelde ante la situación en la que es utilizada, es obvio que Mora la dejó fuera para no convertirla en una mártir de manera intermitente. Realmente es un personaje muy desaprovechado en ciertos aspectos, al igual que tampoco se ha explotado lo suficiente al Imperio Romano como enemigo.
Tras una viñeta de clara despedida (está claro que es el final de algo más que la historia, pero no sabemos de qué), nuestros aventureros se embarcan para llegar a África. Sin mayor explicación aparece un nuevo compañero de aventuras que se une al grupo: el mono Bongo. No me suelo quejar de la parte artística, porque en líneas generales me parece buena, pero la cara del simio no me parece de simio. Me he llevado toda la lectura intentando averiguar a qué animal se parece, pero no lo he conseguido. No quiero resultar demasiado pesado, pero es que Mora sigue repitiendo esquemas. Ya hemos podido ver a este personaje anteriormente, al igual que otros animales de diversa índole que han acompañado a los protagonistas y nunca ha terminado de funcionar. Lo peor del asunto, es que veremos como el personaje aparece y desaparece según las necesidades del guión, o cómo directamente se olvidan de él. Está claro que es un recurso más del guionista, pero si no se va a emplear bien, mejor no introducirlo.
África es un entorno en el que ya se han producido varias historias, pero quizá el punto de originalidad recaiga en añadir la cultura egipcia a la ecuación. El aspecto negativo es que volvemos al enemigo enmascarado, al suspense mal llevado y al intento de culpar al Jabato de actos que no ha cometido, creando un problema que deberá solucionar gracias a su nobleza. En estas circunstancias se topan con un embozado jefe de saqueadores de tumbas que resultará ser
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A raíz de ahí, se desarrollará una trama en la que se combina el suspense y la aventura de la forma habitual en la que nos la suele ofrecer Mora.
A continuación, tenemos una historia que a mí, personalmente, no me ha gustado demasiado. No sé si es que ya estaba saturado o he desconectado de la lectura, pero se me ha hecho bastante cuesta arriba llegar al final. El escenario es un remoto lugar de Asia, donde tras encontrarse con un pueblo en ruinas
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La siguiente historia nos lleva a un entorno y con unos protagonistas de carácter musulmán, cuando asisten al salto de Chandra, un arquitecto de la corte de Bangorar, que huye de Kabul, un consejero de la Maharani Jana. Cómo no podía ser de otra forma, el Jabato decide ayudarlo y se sumergen en una aventura de intrigas palaciegas para descubrir que el palacio que construyó Chandra bajo la directriz de la Maharani encierra una cámara secreta para esconder
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Sinceramente, no está mal y, además, vemos al Jabato empuñar una espada, algo que últimamente es cada vez más inusual. Pero volvemos al mismo esquema de tantas aventuras anteriores, presentando verdaderos signos de agotamiento.
Finalmente, volvemos a tener una historia de 6 páginas, un formato que debe ser propio de alguna revista donde se publicaron originalmente estas aventuras. Mi sensación, como en el anterior volumen, es que todo sucede apresaduradamente. En una parada en una pequeña isla de los Mares del Sur, el Jabato se dirige a darse un baño para refrescarse cuando se topa con una muchacha, que solicita la ayuda nuestros amigos para liberar a su padre de unos piratas que han desembarcado en el lugar en busca de algo que solo allí pueden conseguir. Una vez más, Mora resuelve una trama que parece que se iba a quedar en suspenso hasta el siguiente tomo de una manera muy rápida y en solo dos viñetas. Aunque no está mal del todo, sí que da la sensación de estar todo un poco forzado por los límites de extensión del relato.
En definitiva, un tomo muy flojo, que a medida que avanza continúa decayendo y que me hace sopesar seriamente si ha llegado el momento de bajarse de la colección. Todavía puede que le de una oportunidad con el siguiente, pero desde luego es para pensarlo muy seriamente.