He leído
Trueno a Color Nº 19.
Retomo la lectura de la serie tras mi
anterior comentario.
Continuamos con la etapa escrita por Víctor Alcázar, junto al dibujante Ángel Pardo, algo visible a través de la acreditación al inicio de cada cuadernillo, al menos en lo que al guionista se refiere. Esta entrega sigue la línea de lectura amena y entretenida, pero hay que reconocer que me ha sabido a poco. He tenido la sensación que Ediciones B cada vez incluye menos material en cada tomo, a pesar de que el precio ha subido a 26,90€. No sé si es causa de bajas ventas, de la supuesta subida del nivel de vida, o que a estas alturas pretenden exprimir al seguidor del personaje todo lo posible. Al principio, esta colección cuidaba muchos aspectos, y ahora presenta una rotulación bastante mejorable, deficiente en algunos caso, los artículos tienen una temática de mucho menos interés y parece que la recopilación de portadas clásicas de la serie ocupa un buen número de páginas en detrimento de las historias de los cuadernillos. No cabe duda, que esta editorial es una experta en maltratar el catálogo que posee, con pequeñas joyas del cómic patrio en su poder. Por otra parte, la elección de los puntos de corte en cada tomo es muy cuestionable. De nuevo vemos que si hubiesen incluido un cuadernillo más en el anterior volumen, hubiésemos tenido una mejor experiencia lectora, ya que tendríamos el inicio de una nueva aventura, en lugar de el final del desenlace de una. Y tal y como concluye este, diría que en el próximo se va a repetir la situación. La verdad es que no termino de entender por qué hacen las cosas así de mal.
Por otra parte, cabe destacar que Alcázar es un digno relevo al trabajo de Mora. Sus guiones no son muy elaborados, pero sí muy dinámicos y de lectura sumamente entretenida, aunque también es cierto que repite algunos patrones habituales. No obstante, prácticamente son los mismos que repetía el propio Mora, para qué negarlo. El sello característico de la colección no se ha perdido, manteniendo la historia-río interminable con algún punto de inflexión más claro que su antecesor, pudiéndose establecer un punto de corte con mucha mayor facilidad. Obviamente, a los de Ediciones B esto parece importarle muy poco, como ya comentaba al principio. Yo sigo disfrutando mucho de esta colección, pero también debo reconocer que la paulatina subida de los tomos comienza a ser preocupante y duele pagar tanto por tan poco. recuerdo que los primeros tomos ofrecían un mayor tiempo de lectura, mientras ahora se lee cada entrega muy rápida y apenas tenemos un par de aventuras de Trueno y sus amigos. Mientras podemos afirmar que los argumentos siguen con un calidad muy similar a lo visto en los últimos tomos, debo decir que en cambio he visto ciertas irregularidades en el dibujo de Pardo. Si bien es cierto que el artista español ha mimetizado muy bien el estilo de su antecesor, tanto en lo bueno como en lo malo, siendo muy difícil distinguirlo si no fuese por su firma, también me ha parecido que muestra un estilo algo más sucio y ciertas irregularidades en los rostros del os personajes. Quizá no es algo muy significativo, ni demasiado acusado, pero el dibujo de esta serie siempre ha presentado tanta estabilidad que ver estos pequeños detalles han llamado mi atención. Como digo, una pena que no se aproveche el espacio de las introducciones para hablar de los autores, su evolución y algunos aspectos de la serie, y sigan con resúmenes y análisis bastante superficiales de acontecimientos ya leídos en la serie.
Centrándonos un poco en las historias, nuestros protagonistas dejan el Tibet para embarcarse en su ya habitual viaje marítimo en busca de Thule, a la que está claro que los autores no tienen pensamiento de llevarlos. De hecho, tenemos una de esas repeticiones de esquemas que comentaba antes, haciendo acto de presencia le tifón de turno que destroza la nao para dar pie al inicio de una nueva aventura. En este caso, Trueno y sus amigos llegan a una isla del archipiélago malayo, donde se topan con Taya, la princesa de Batakia, a la que salvan de su intento de asesinato. De ese modo acaban inmersos en un enfrentamiento con Rajnakriss, que pretende controlar la isla. Alcázar es tan deudor de Mora, que utiliza todos los elementos habituales de este. Comenzamos no solo con la habitual princesa a la que ayudar, así como a su reino, en peligro de ser subyugado por un déspota cualquiera. Continuamos con un villano enmascarado, cuya identidad es revelada al final, pero aún así no le veremos su rostro. Ya el prólogo nos advierte de que esto es algo muy común en la serie, pero si la hemos leído hasta aquí tampoco se puede decir que nos estén descubriendo nada nuevo. Quizá el aspecto más interesante es ver que Alcázar continúa también utilizando mitología y creencias populares para transmitir cierto miedo, para después ir dando respuestas dentro de los parámetros de la ciencia actuales. Incluso tenemos ese apoyo didáctico, con ciertas notas a pie de viñeta que explican expresiones, objetos culturales o incluso ubicaciones geográficas. De ese modo, siguiendo las pautas del Príncipe Valiente de Foster, el capitán Trueno tiene aventuras que coquetean con la fantasía, pero que se mantienen en todo momento su conexión con la realidad, aunque podamos ver criaturas antidiluvianas. Aquí todo tiene una explicación razonable, dentro de los parámetros de la suspensión de la realidad, por supuesto.
Otro de los elementos interesantes es que Alcázar opta por aventuras corales, dividendo a los protagonistas y estableciendo diferentes puntos de acción. Cada vez es más habitual este tipo de recursos narrativos, distanciándose un poco de los inicios de la colección, aunque sea muy tímidamente. Ha llamado mucho mi atención ver como el villano consigue dominar la voluntad de Trueno, volviéndolo contra sus amigos, pero como se demuestra más adelante, esa amistad, forjada igual que el acero, es uno de los valores que definen al protagonista, siendo una pieza clave para la resolución del problema. Aunque sigo pensando que estas historias se siguen leyendo con cierta frescura en la actualidad, esa fijación por ciertos valores morales entran dentro del arquetipo de héroe clásico, que actualmente está en desuso, o al menos no de una forma tan contundente y sin ambigüedades. Obviamente, era otra forma de hacer tebeos, pero a la que también le encuentro su encanto.
Tras esta aventura, nuestros protagonistas se vuelven a embarcar en otro navío recién adquirido para toparse con un naufrago español que es atacado por un gigantesco pulpo. Cuando lo salvan, este les cuenta que en Borneo hay un pirata conocido como el Tiburón, que tiene rehenes a los tripulantes de un barco español. Como no podía se de otra forma, Trueno se dirige hacia allí para salvar a sus compatriotas. Volvemos al patrón de enemigo encapuchado, o disfrazado con motivos animales, otra constante en la serie. Tengo que reconocer que uno de los aspectos más positivos del trabajo de Alcázar es que no teje argumentos que se dilaten en el tiempo o se vayan por las ramas. es sumamente directo y todo se produce con bastante naturalidad, en un desarrollo bastante orgánico de la trama. De ese modo, consigue una aventura divertida, eficaz y bastante dinámica, al vez que efectiva. Kragan es un villano muy tópico, en cuanto a esa presentación melodramática y esa unión a una especie de secta que adora a un gigantesco tiburón prehistórico, que ellos creen que les habla. Me ha extrañado mucho que el autor no haya mencionado al megalodón, del que presupongo que se ha basado para esta historia. Sobre todo, teniendo en cuenta la clase de ciencias que nos da con el calamar gigante. Otro aspecto interesante son los esbirros disfrazados de tiburón, llevando la temática animal a un nuevo nivel, aunque ya hemos visto en la serie lobos humanos y cosas similares. El tomo finaliza con el
cliffhanger del enfrentamiento del villano contra el Capitán Trueno, que seguramente acabe al inicio del próximo volumen, seis o siete meses después, cuando la lectura esté semiolvidada. Sea como sea, la espero con ganas.