Capitán América: Omnigold tomo 3: ¡El Quinto Durmiente! (1970-1972) Dejamos el segundo tomo que recopila las aventuras del Centinela de la Libertad en plena etapa Lee-Colan. Etapa que tiene su continuación en este tercer tomo hasta ocupar más de la mitad del mismo.
Por su parte, nuestro protagonista sigue en fase introspectiva. Es un Steve Rogers más solitario que nunca, sumido en sus pensamientos hacia el amor imposible de Sharon y deseoso de tirar la toalla.
Rogers necesita acción y si hace falta va a ir a buscarla al otro extremo del mundo, todo para no darle al coco. Nuestro hombre está pasando por su mayor depresión hasta el momento.
También le viene bien la amistad del Halcón, su afroamericano amigo que vuelve a aparecer en estas páginas con la intención de quedarse definitivamente. Un paso realmente muy importante para la serie, puesto que la entrada del Halcón supone mucho más que una simple incorporación de personaje secundario. Sam Wilson traerá consigo un cambio de temática y escenario, como pronto comprobaremos.
La estocada definitiva a la, hasta ahora, ocupación del Capitán América la provoca S.H.I.E.L.D. Steve se siente utilizado por Furia, cuando éste lo usa como cebo para atrapar a un traidor.
Así que el vengador abanderado decide dejar atrás su presente y convertirlo en pasado. Rompe con todo y se va a vivir su vida encima de una moto, cual road movie. A falta de superpoderes y armas, quizás Stan Lee consideró que, más allá de su escudo, el Capi iba demasiado “desnudo”, así que lo montó en una moto durante una buena temporada.
Por lo menos su nueva vida de trotamundos sirve para que desaparezca su depresión. Incluso cuando comprueba como su figura no infunde demasiado respeto al ciudadano de a pie, prefiere ignorar tal menosprecio y ocuparse de sí mismo por una vez.
Hasta aquí el tomo ha consistido en una serie de historias unitarias más bien discretas, funcionales más que nada.
Sus nuevas aventuras le llevan a hacer frente a los Ángeles de Satán, un grupo de moteros delincuentes y a continuación al Cráneo Rojo, que esta vez pretende crear un conflicto internacional que acabe en otra guerra mundial.
Lo mejor empieza a continuación, cuando el Barón Strucker trata de vengarse de nuestro héroe a través de un Bucky aparentemente falso. En realidad, todo obedecía a las maquinaciones M.O.D.O.K., que había propiciado el encuentro del falso Bucky, en realidad un androide construido por el Dr. Muerte, que aquí desempeña un papel un poco forzado.
Se trata del primer falso regreso de un Bucky a la vida del Capi, que tiene que volver a pasar por su muerte una segunda vez. Resulta que, al final, el androide era tan perfecto que poseía recuerdos del Bucky real, hasta el punto de que le impedían matar a Steve Rogers.
Al mismo tiempo tenemos a un celoso Halcón lamentándose por el regreso de Bucky. Es evidente que la entrada definitiva del Halcón como compañero hacía meses que ya estaba tomada, y así se confirma al final de la presente aventura.
La larga saga finaliza con M.O.D.O.K. destapado ya como villano en la sombra y el segundo androide gigante de su creación, muy chulo. M.O.D.O.K. luce imponente y perverso, sin duda el gran villano de la etapa Lee-Colan. Lo mismo que el propio trabajo de Gene Colan a los lápices, que brilla como en sus mejores obras. Por cierto, al fin nos cuentan el origen del discapacitado villano, muy interesante.
Un Capitán en la comuniad de vecinos.A partir de aquí podemos decir que la colección entra en otra fase.
Ya en el anterior arco con M.O.D.O.K., el villano se vale de algunas lacras de la humanidad como la pobreza o el racismo, para lograr sus objetivos. Un aperitivo para la definitiva entrada de la colección en terrenos más sociales, de problemática a pie de barrio, jóvenes faltos de oportunidades, discriminación racial y demás conflictos homologables a la sociedad americana de los 70. Y el Halcón aporta mucho juego en este sentido, al tiempo que su alianza con el Capi no es todo lo fluida que se podría suponer. Aunque, más que nada, los roces son fruto de las fuertes personalidades de ambos y de la, todavía, prematura confianza entre ambos para sincerarse.
Así, entra en juego un líder de suburbio llamado Cara de Piedra, capaz de manipular las influenciables mentes de los adolescentes de Harlem, que se sienten rechazados por el sistema.
La nueva temática le sienta muy bien a la colección, además, al acercar al Capi a las clases más bajas y abandonadas, ayuda a un superhéroe que se llama Capitán América y viste la bandera de los USA, a quitarse de encima la imagen de patriota al lado del poder que se le podía presuponer.
El siguiente arco enfrenta al Capi y al Halcón a un gorila gigante que recrea la historia de Jekyll y Hyde, para acabar todos en las profundidades de la tierra en los dominios de un Hombre Topo sorprendentemente pacifista. Historia con un ritmo mejorable pero muy entretenida. Destaca Gene Colan, absolutamente espectacular con el entintado de Tom Palmer en el primer número, mientras que el entintado de Bill Everett en los restantes resulta más extraño, con su trazo menos definido. Curiosamente algunas viñetas parecen pinturas impresionistas.
Entra John Romita… y le sigue Gary Friedrich.Los roces entre el Halcón y el Capitán siguen su curso en el siguiente arco, donde interviene Spiderman. Un buen arco donde Cara de Piedra vuelve a ser el villano.
Es aquí, curiosamente con la presencia de Spiderman, donde John Romita sustituye a Gene Colan a los lápices. Atención a la perfección de los trazos en los números en que Romita es entintado por Joe Sinnott.
En el siguiente arco entramos de lleno en el género policíaco, cuando Steve Rogers se infiltra en el cuerpo de policía para descubrir la desaparición de algunos agentes.
A diferencia de otros superhéroes, que siempre han sabido volar libres, nuestro querido Capi siempre ha tenido una esencial responsabilidad que lo ha llevado a ponerse al servicio de los cuerpos de seguridad y demás organismos oficiales. Primero fue el ejército, luego fue el turno de S.H.I.E.L.D. y ahora se pone al servicio del cuerpo de policía.
Aquí se aprovecha para dar entrada a nuevos personajes hechos a la medida de la nueva orientación de las andanzas de Steve Rogers, el Sargento Muldoon, un policía duro y malhumorado, y Leila, una escultural afroamericana recelosa de blancos y policías.
El villano de esta estupenda historia no es otro que Gárgola Gris, que pretende hacer un ejército de esclavos de piedra. Mientras, el Capitán se reconcilia con Nick furia y con Sharon Carter, con quien vuelve a fluir el amor.
Stan Lee abandona los guiones definitivamente y su sustituto pasa a ser Gary Friedrich.
Friedrich enfatiza la problemática racial y ahonda en la herida entre los dos protagonistas. El Halcón quiere seguir ligado a su comunidad afroamericana, lo necesita, y formar pareja con un blanco, tras tantas décadas de menosprecio hacia la clase negra, no hace más que alejarle de los suyos. Así que decide volar sólo y advierte al Capi que no se entrometa, que Harlem es su territorio y necesitan un héroe negro.
Por si fuera poco, el empoderamiento de la mujer también hace su entrada con la salida a escena de la Fuerza Femenina, un comando de S.H.I.E.L.D. formado por mujeres, con Sharon Carter a la cabeza. Aquí también debuta en la serie Val, la Agente 14, que da bastante juego en lo que se presume como un triángulo amoroso junto a Sharon y Steve.
Tenemos entonces un número doble bastante bueno centrado en la cuestión racial, donde los negros son engañados por un enmascarado Cráneo Rojo.
Mientras que el siguiente arco argumental parece echar por tierra la línea iniciada hace bastantes números. Vuelve la vieja épica de la colección y marca el regreso de Hydra. Un arco donde hace su entrada Sal Buscema como dibujante fijo.
El secuestro de Sharon Carter por parte de la organización criminal logra sacar lo peor de Steve Rogers, que se muestra aquí más violento de lo habitual.
No está mal el arco, pero lo veo un poco recargado, demasiadas vueltas de tuerca y algo forzadas. Primero resulta que quien mueve los hilos de Hydra en la sombra no es otro que Kingpin, que además no sabe que el Hydra supremo es su hijo, recuperando en parte el argumento de la saga del Maquinador en Amazing Spider-Man. Pero no todo termina aquí puesto que, sin saberlo Kingpin, en realidad quien movía los hilos en un grado superior era, otra vez, el Cráneo Rojo, que a su vez desvela que Hydra no es más que un brazo del nazismo, que para nuestra sorpresa siempre había estado ahí. La cosa acaba con Kingpin y todos sus colegas del hampa aliados con los buenos.
Concluyendo, quizás la entrada de Gary Friedrich al final del tomo deriva en unos guiones más efectistas y menos brillantes, pero la mayor parte del volumen me parece bastante recomendable, diría que más o menos como el segundo tomo. Stan Lee está en buena forma, mientras que Colan y Romita espléndidos, como es habitual.
Sin duda lo recomiendo.