Mi tomo de
Howard el Pato 1: Atrapado en un mundo que no es el suyo es el 670.
Finalmente he decidido darle la oportunidad a este personaje, a pesar de que no me gustase el Hombre-Cosa del mismo guionista, Steve Gerber. No he querido dejar pasar la oportunidad de hacerme con unas cuantas historias dibujadas por mi adorado Gene Colan en su mejor momento. También tenía cierto temor a que el tomo se agotase, igual que ha ocurrido rápidamente con el primero de Shang-Chi, y de arrepentirme más adelante de no haberlo pillado, cuando ya fuera prácticamente inencontrable, ya que no parece un material muy propenso a su reedición.
Llevo leídos los seis primeros números de la serie regular y debo decir que me alegro de haberlo comprado. Es un cómic mucho más dinámico y divertido que el Hombre-Cosa y, a pesar, de que es más excéntrico y, en cierta medida, raro, me está pareciendo mucho más interesante que el del monstruo pantanoso. Hay momentos realmente hilarantes (todo el entrenamiento de Howard para convertirse en un "maestro del Cuac Fu"; el crítico de arte del #4; o la
marysheillyana creación de Patsy en el #6, que me ha dejado en un
cliffhanger). Por lo tanto, aunque no es exactamente "mi tipo de cómic", lo cierto es que me lo estoy leyendo del tirón y siempre me deja con ganas de más.
En el apartado gráfico la afortunada serie ha contado de momento con el correcto Frank Brunner, el gran John Buscema y el dibujante característico de la colección, el legendario Gene Colan. Si comparamos a estos artistas con Val Mayerick (realmente horroroso) o Jim Mooney (muy mediocre), habituales del Hombre-Cosa, el tema es como para caernos de la silla.
Pero lo cierto es que más allá del fundamental dibujo (al fin y al cabo, el Hombre-Cosa contó con el mismo John Buscema algún número, con un sorprendente -para mí- Gray Morrow en su electrizante debut, tal vez una de las dos mejores historias del personaje, o con el prestigioso Mike Ploog), la diferencia estriba en que aquí el personaje de Howard sí puede hablar (y no deja de hacerlo), sí tiene plena autonomía de la voluntad, sí se relaciona con el mundo que le rodea (esa es parte de la gracia de la serie), y sí ocurren cosas (no en el sentido de una aventura canónica, de momento, pero hay peripecias).
Con estos mimbres, las insistentes, repetitivas, cansinas y descorazonadoras cajetillas de texto de Steve Gerber, presentes en todo momento en el Hombre-Cosa, aquí simplemente desaparecen. La pretendida filosofía del Hombre-Cosa y su agotador
neo-hippismo encuentra su reflejo en una crítica mucho más acertada a la sociedad de la época, que si bien mueve las historias, no las fagocita.
Howard el Pato es un cómic mucho más dinámico y vigoroso. Es un cómic mucho más
grounded, a pesar de que lo protagonice un Pato parlante de otra dimensión. Es un cómic mucho menos pretencioso. Es un cómic mucho más divertido. Es, en definitiva, un cómic mucho mejor.
Seguimos...