Hulka: Marvel Limited Edition 2: La Saga Termina (1981-1982) Reseña en la web de Universo Marvel:https://www.universomarvel.com/resenas-hulka-marvel-limited-edition-2-la-saga-termina-1981-1982/Segundo y último tomo recopilatorio correspondiente a la primera colección de Hulka.
Tras un primer volumen francamente flojo, esta segunda entrega continua allá donde quedó aquél sin ningún cambio en lo que concierne al equipo de autores. David Anthony Kraft y Mike Vosburg siguen en sus puestos de guionista y dibujante a lápiz, respectivamente, desde el primer al último número aquí incluido, en lo que acaba siendo una de las colecciones de Marvel de cierta extensión con mayor estabilidad en el equipo creativo, al menos desde la creación del Universo Marvel hasta entonces. El entintado, por su parte, sigue siendo obra de Frank Springer en la mayoría de los números incluidos.
El trabajo escrito en los primeros episodios incluidos sigue la tónica de lo visto en el anterior tomo. Tramas que tienen su origen en los casos a los que debe enfrentarse Jennifer Walters, en su condición de abogada, y cuya finalidad es la intervención de Hulka en el papel de una especie de justiciera fuera de la ley.
Una Hulka que, más que una identidad diferenciada de la de su parte humana, se confirma como una segunda personalidad de la misma, guardando recuerdos y consciencia mutuos.
Historias de fuerte componente costumbrista repartido entre la vida privada de Jennifer/Hulka y sus contactos laborales.
El primer episodio incluido ya es de lo más desconcertante. Nos encontramos frente a una cantante que decide interponer una denuncia ante el trato discriminatorio que recibe cuando unos y otros rechazan sus servicios como vocalista. En el contexto en el que estamos, lo más normal es esperarnos encontrar algún caso de mutación o particularidad sobrehumana en su voz que la haga insoportable a los oídos, pero no. El problema de la mujer es tan simple como que canta muy mal. Tal cual. Para mayor delito, el desequilibrio mental de la joven origina la pertinente serie de discursos moralistas habituales de esta colección. Sinceramente, no sé cómo tomarme este episodio.
El siguiente caso también tiene su miga. El conflicto ahora gira alrededor de una torre de comunicaciones de microondas que supuestamente está haciendo enfermar a los vecinos. La cosa deriva en un mano a mano entre Hulka y una especie de hooligan de las torres de microondas ataviado para la ocasión con una horrenda armadura que emite eso, microondas. Y como no, el infaltable final con mensaje buenista.
Definitivamente, la búsqueda y captura de Hulka por parte de las autoridades se impone en estos primeros números incluidos, con el padre de Jen, el sheriff Walters, como punta de lanza.
Los personajes secundarios juegan un notable papel en estos episodios, lo cual no significa que lo que aportan sea interesante. El sheriff se ve influenciado de forma bastante ingenua por su amante Beverly Cross, un mal bicho. Bukowsky, por su parte, también sigue por ahí sin apenas nada que aportar, mientas que Zapper y Richard Rory se disputan el corazón de la protagonista. En realidad, Zapper conquista el de Hulka mientras que Rory hace lo propio con el de Jen.
Antes de pasar a la fase final de la colección, el apartado de los villanos parece tocar fondo con el Hombre Elefante y el Luchador. El primero tiene el mérito de contar con uno de los trajes más nefastos habidos hasta entonces en el Universo Marvel. Aunque también es cierto que el hombre confiesa ser consciente de llevar un disfraz hortera. Lo que no sabemos es si esa era la idea inicial de David Kraft o si modificó ese texto tras ver el horrendo diseño de Mike Vosburg.
El Luchador no se queda muy atrás con su uniforme ridículo, pero lo más alucinante es que el chavalito disponga de un sofisticado aeroplano a control remoto sobrevolando la zona y preparado para huir, como quien tiene la motocicleta aparcada en la esquina.
En este punto Kraft decide dar un inesperado golpe de timón y embarcarse en algo más ambicioso. El guionista deja atrás los episodios autoconclusivos e inicia una saga que acabará dando cierre a la colección.
La premisa está bien clara. Un tal Doc, cerebro de un laboratorio de genética, pretende experimentar con células de Hulka con el fin de crear un ejército de superseres.
Ya de entrada no vamos bien cuando un ingenuo Zapper mete a Hulka en la boca del lobo tras dejarse engatusar con argumentos de risa. Posteriormente, Hulka rompe relaciones con todos al más puro estilo Hulk, y a continuación pasa del modo antiheroína salvaje al de ciudadana vestida a la moda en un visto y no visto.
El caso es que la gigante esmeralda debe hacer frente a innumerables creaciones surgidas de la factoría genética, al tiempo que trata de encontrarse a sí misma y tiene que soportar, de tanto en tanto, los consejos moralistas de sus amigos.
Por lo menos las aventuras de Hulka toman ahora una dirección y un hilo de continuidad, a ratos disperso, pero que también tiene sus cosas positivas.
Nuestra protagonista se ve inmersa en la lucha por el liderazgo del hampa de Los Angeles. Un liderato no exento de cierta confusión en la concreción del villano real, entre el llamado Sombra, Doc e incluso Lou Monkton. Pero que los monstruos-supervillanos acaben siendo todos mutaciones de la misma persona me parece una buena idea.
También en esta serie de números tenemos un pequeño momento para la historia, cuando los autores deciden explorar las posibilidades de Hulka como sex symbol. De este modo, la amazona verde se deshace transitoriamente de sus harapos blancos y explota su atractivo comprándose ropa nueva. Luego, el dúo creativo va más allá en una sensual escena con una Hulka ligera de ropa. Estamos ante la primera piedra de la Hulka que tiempo más tarde explotaría con fortuna John Byrne.
También notamos una sensible mejora en el dibujo de Mike Vosburg, tanto en composición como en técnica.
Por desgracia, en la parte final de la saga Kraft vuelve a las andadas.
Resulta especialmente molesta la sobrecarga de flashbacks a modo de recuerdos del pasado sensibleros por parte de Jennifer y su padre o de Zapper, la mayoría de ellos de dudosa utilidad. Eso cuando no son meros recordatorios de episodios anteriores. Pero nada comparable a la lacrimógena historia sobre el pasado de Beverly, totalmente sobrante.
Los propios Zapper y Richard Rory, que andan perdidos durante demasiados episodios intentando dar con Hulka, son también perfectamente prescindibles al no aportar apenas nada en toda la saga.
Luego, lo del crío diabólico que vive en el subsuelo no hay por donde cogerlo, por no hablar de que el chiquillo desaparece de escena sin más explicación. Y ya no digamos lo del mutante canijo, francamente sonrojante.
Para terminar, la escena final de todos contra el malo peca de empalagosa, además de culminar en un final feliz de manual.
Al menos la colección esta vez queda cerrada y sin cabos sueltos, señal de que los autores llevaban meses avisados de su cancelación.
El tomo finaliza con la inclusión de un número de Marvel Two-In-One con Hulka como invitada. Un número sin relación argumental con esta colección.
Conclusión.Pobre balance también el de este segundo tomo, quizás tan sólo un pelín por encima del primero. Y no será porqué Kraft y Vosburg no hayan dispuesto de suficiente espacio para contarnos algo interesante.