Buenas
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Hace ya 9 años salí despavorido del cine tras ver "The Lord of the Rings: The Return of the King". Recuerdo ceñirme bien la chaqueta, subirme el cuello y fumarme un cigarro.
-Nunca más, pensé mirando el nombre del director en el cartel de la película.
Así las cosas, y a pesar del obsceno asesinato público del entrañable Kink Kong, creo que fue una separación amistosa. El director no me ha dado demasiados disgustos. De hecho, llevaba años prácticamente desaparecido del panorama cinematográfico. Contando sus millones, imagino. Adelgazando 30 kilos y arrimándose al bueno de Spielberg. Rezando porque se le pegara algo bueno. Quien sabe.
El caso es que hace un par de años se empezó a rumorear una adaptación de "El Hobbit". El director sería Guillermo del Toro ("El laberinto del fauno"). Sería una película o quizás dos. Ya se estaba trabajando en los detalles. Volverían los actores de la trilogía original que aparecían también en la novela. Pensé que era una buena idea. Quizás del Toro le insuflara un aire distinto a la película.
Sin embargo, algo se torció. Se rumorearon negociaciones con otros directores. Se anunció que el director sería Peter Jackson. Serían dos películas o quizás tres. Ya se estaba trabajando en los detalles. Volverían los actores de la trilogía original que aparecían también en la novela y también los que no aparecían, por aquello de darle más cohesión al tema y por los fans. Pensé que alguien se había bebido un barril de tequila para pretender hacer tres películas de la novela. Deseé que fuera un error, una inocentada, que la tercera parte adaptara "Los hijos de Húrin" o algún otro sacacuartos perpetrado por un sagaz familiar del autor.
Entonces soñé con regresar a la Tierra Media que a mí me interesaba. Volver a ver sus prados y arroyos y perderme en sus bosques al ritmo de "Concerning Hobbits"; dejarme envolver deliciosamente por la sugerente música de Howard Shore en otra de las introducciones narradas por Galadriel, de largo lo mejor de la trilogía anterior; saludar al viejo Gandalf y escabullirme en la despensa del huraño Bilbo para sumergir mis dedos en mermelada; volver a emocionarme con la muerte del gran Boromir, acaso el personaje más humano de la novela y dejarme acariciar de nuevo por la élfica voz de Enya.
La oportunidad de redondear la trilogía se truncó con las dos siguientes películas. El problema nunca fue que no apareciera Tom Bombadil o que se nos escamoteara el final de Saruman. El reparo principal que tengo es que Jackson nunca dio con el tono del relato. Vulgarizó hasta el absurdo el material de partida. Realizó todas las concesiones posibles en pos de rodar un torpe espéctaculo.
En realidad no hay mucho que contar sobre "El Hobbit". Tarda en arrancar y Jackson se queda a medio camino. Le pierde la pirotecnia y le falta fuerza. No es capaz de renunciar del todo a la épica mal entendida y al espéctaculo spielbergiano en horas bajas. Se echa de menos más ilusión y pretende epatar por exceso. Las cantidad de recreaciones digitales es abrumadora e innecesaria. Los efectos especiales nunca se confunden con la imagen real. Son fácilmente reconocibles, incluso en las cosas cotidianas, y aburren rápidamente. Algunos actores se ven realmente extraños.
Sin embargo, es justo reconocer que el film se siente menos pretencioso que los anteriores. Esa irritante búsqueda constante del momento más grande que la vida queda difuminada en un intento de ofrecer algo más comedido. Sin embargo, esta mejoría es dinamitada al haberse plegado Jackson a los estúpidos dictados de la decadente Hollywood y pretender serializar una historia que demandaba una película o dos como máximo. Por lo tanto, es una propuesta incoherente.
A "El hobbit" le falta entidad y definición. La historia está encajada a puñetazos en una suerte de "Tierra Media stories", el universo expandido de Tolkien. Ese exceso de personajes y situaciones debió dejarse para la versión extendida. Por otra parte, es reiterativa en exceso. Paga muy caro la absoluta ausencia de novedad y además vampiriza hallazgos previos. La estructura del film recuerda poderosamente a "La comunidad del anillo" y los últimos 40 minutos rozan el autohomenaje, pero sin llegar a alcanzar a su modelo.
Echo de menos el sentido de la maravilla y la sencillez del relato original. El encuentro entre Gollum y Bilbo interesa por lo que supone, pero a nivel formal no es nada del otro mundo. Falta suspense y misterio. En este sentido, los flashbacks introductorios de las primeras películas que narraban parcialmente la misma sitación, superan esta escena sin problemas.
Supongo que suscribo la mayoría de críticas a las escenas ridículas que se están destacando, pero no me apetece hacer un análisis detallado de las mismas. Tampoco puedo hablar en mi caso de sorpresa o decepción. Ese tipo de escenas ya existían en las películas anteriores, que nunca fueron nada del otro mundo.
La película también tiene sus aciertos, por supuesto. Martin Freeman brilla allá donde Elijah Wood fracasó; Ian McKellen sencillamente es Gandalf; La escena de los Trolls está bien resuelta; Jackson nos escamotea la aparición completa de un personaje clave, quien lo diría de él, y así aumenta nuestro interés; la música de Shore sigue siendo tan buena como siempre; y en general la película se puede ver sin problemas, a pesar de lo exageradísimo de su duración y la ausencia de novedades.
Hoy he salido del cine con paso firme pero sin prisas. Ya no fumo, gracias a Crom. He mirado el cartel de la película. "
Hasta el año que viene, Jackson... y ojalá algún día alguien haga un buen remake de "El Hobbit"...".
saludos
PD: Más sobre "El señor de los anillos"-->
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