Shang-Chi: Marvel Limited Edition 1: Maestro del Kung-Fu (1973-1975) Reseña en la web de Universo Marvel:https://www.universomarvel.com/resenas-shang-chi-marvel-limited-edition-1-maestro-del-kung-fu-1973-1975/La necesaria expansión del Universo Marvel en los 70, hacia otros campos diferentes al superheroico, trajo consigo personajes y temáticas relativas a otros géneros. De esta forma, se incorporaron toda la nómina de monstruos clásicos del terror, colecciones inmersas en la sci-fi futurista o en la fantasía heroica, así como la incorporación de la blaxploitation como corriente sociocultural.
Este último movimiento, la blaxploitation, estalló en los 70 en la industria cinematográfica, lo mismo que el género que encarna e inaugura la colección que nos ocupa: las artes marciales y la cultura oriental. La icónica figura de Bruce Lee, fallecido unos meses antes del primer número de Shang-Chi, no hay duda de que es el espejo en el que se refleja nuestro héroe.
Shang-Chi, o Master of Kung Fu, como en realidad se titulaba la nueva colección, hizo su debut en la serie Special Marvel Edition, hasta el momento dedicada a las reediciones.
Tras tan sólo dos números bajo esa cabecera, la colección pasó a titularse Master of Kung Fu de forma definitiva.
Steve Englehart a los guiones y Jim Starlin al arte gráfico, forman el equipo que da inicial forma al universo de Shang-Chi.
Un mundo que, se supone, debe girar en torno al principal reclamo de la colección, las luchas de Kung-Fu. Sin embargo, la colección incorpora otra figura dispuesta a restar un 50% del espacio ocupado por las artes marciales. Fu Manchú.
Fu Manchú es un personaje de la literatura de la primera mitad de siglo, creado por el escritor británico Sax Rohmer. Más que conocido por haber protagonizado películas y series, Fu Manchú es uno de los arquetipos del malvado diabólico más clásicos, pero su universo nada tiene que ver con las artes marciales.
En todo caso, un chino malvado desde la perspectiva tópica que se tenía en occidente por aquel entonces, bajo una visión forzosamente racista.
Fu Manchú no es la única licencia que incluye esta colección. Su nemesis en las novelas de Sax Rohmer, Sir Denis Nayland Smith, también se incorpora al mundillo de Shang-Chi, lo mismo que su acompañante, el Doctor Petrie.
En definitiva, el resultado es una combinación del género de artes marciales con el relato estilo pulp, en torno a un criminal con ilimitados recursos. De alguna forma, los autores nos están sugiriendo las dos caras opuestas de la filosofía china, el Yin y el Yang, que inevitablemente se complementan, representadas por Fu Manchú y Shang-Chi, respectivamente.
Shang-Chi, hijo de chino y de norteamericana, ha sido preparado física y mentalmente desde pequeño por su padre, Fu Manchú, para convertirse en la más mortal arma entre sus fieles. En un frío asesino al servicio de su causa.
El villano envía a su hijo a su primera misión homicida, asesinar al Dr. Petrie. El joven cumple su cometido, pero la experiencia le abre los ojos y deserta de la lealtad y subordinación hacia su padre.
Desde este momento seguirá una doctrina. No tiene ningún derecho a privar de la vida a nadie, ni siquiera a los asesinos que envía su padre para acabar con su vida.
El primer número nos presenta a los personajes y sienta las bases de lo que será la colección. Notable número de presentación, muy bien escrito y muy bien narrado por un Jim Starlin cuyo trabajo sabe embellecer Al Milgrom.
Steve Englehart, por su parte, se muestra más poético de lo habitual, especialmente en los bocadillos de narración. El guionista sabe ponerse en situación en un tipo de relatos muy diferentes a los que nos tiene acostumbrados. Creo que es notoria su entrada en la lógica oriental mediante el uso de algunos proverbios a modo de moralejas. Ignoro si proverbios chinos o no.
Los números que siguen, también a cargo del tándem Englehart-Starlin, continúan la línea marcada. Relatos donde no falta la inevitable acción cuerpo a cuerpo.
Si bien es cierto que se repiten algunos esquemas, como los continuados ataques de asesinos variopintos enviados por Fu Manchú hacia su hijo. Por lo que se echa en falta mayor diversidad de planteamientos.
Entre todos los sicarios del diabólico chino, cabe destacar a Medianoche. Un contrincante que es como un hermano para Shang-Chi. Nuestro héroe se ve obligado a combatirle, pero sus sentimientos impiden lastimarle. No así el propio Medianoche, cuya lealtad a Fu Manchú pasa por encima incluso de la vida de su “hermano”.
Por la parte de los buenos, se van sumando personajes que, a la postre, serán parte indispensable de la colección.
Es el caso de Black Jack Tarr, el corpulento ayudante y brazo ejecutor del inválido Sir Denis Nayland Smith. Black Jack no demuestra mucho aprecio hacia los orientales, incluido Shang-Chi, a quien siempre se refiere como "chino".
Tras unos pocos números, Starlin es sustituido por uno de los nombres que quedarían ligados a la colección por siempre más. Se trata del dibujante Paul Gulacy, que en su estreno empieza a ofrecer algunas muestras de su estilo, todavía en crecimiento. En especial viñetas a toda página vagando entre el surrealismo y el colorido arte oriental.
Tras un episodio en los Everglades, lugar cercano a la base de operaciones de Fu Manchú, en Miami, con el Hombre-Cosa como invitado, Englehart abandona también la colección.
Su temporal sustituto es Gerry Conway, que realiza otro entretenido número, siguiendo la misma tónica que su antecesor.
Hasta el momento, creo que estamos ante una buena colección de acción, crimen y venganza, pero todavía pendiente de despegar.
Moench-Gulacy, el equipo definitivo.Entramos en el momento clave para las aventuras de Shang-Chi. La llegada del guionista que la convertiría en una de las series más celebradas de los 70, dentro del Universo Marvel.
Paul Gulacy sigue siendo el dibujante oficial, si bien es cierto que en varios números salteados es sustituido por artistas como Ron Wilson, Craig Russell o Al Milgron. En uno de estos números, participan hasta cuatro dibujantes distintos. Una lástima, porque semejante baile en el apartado gráfico resta algo de consistencia a la serie.
En estos primeros compases de la etapa guionizada por Doug Moench, poca evolución se aprecia respecto a lo relatado por su antecesor.
Se repite el esquema de Fu Manchú enviando asesinos a matar a su hijo o bien de Shang-Chi inmiscuyéndose en los pérfidos planes de su padre. Poco contenido y mucha acción.
Lo más destacable estaría en la incorporación de algunos conceptos y personajes que se harían un hueco en el futuro inmediato.
Caso de los si-fan, el ejército de asesinos fieles a Fu Manchú, cuya voluntad pertenece al villano chino. O el Consejo de los Siete, una especie de junta de elegidos entre los si-fan, en permanente rotación por las continuadas bajas de sus miembros.
Luego está Ducharme, amante esclavizada de Fu Manchú, a quien le permite hacer las veces de consejera.
Y, unas historias más adelante, se incorpora un colega de Sir Denis Nayland Smith. Clive Reston, un agente especial inglés que parece inspirado en Sherlock Holmes.
En el primer Giant-Size Master of Kung Fu, pura acción sin más, es donde Gulacy empieza a definir su estilo con el lápiz ya con mayor precisión.
La influencia de Jim Steranko sale a relucir sin complejos, especialmente en las secuencias de viñetas en las escenas de acción, en algunas composiciones a toda página y en expresiones que hablan por sí solas. Lo único que no adapta de Steranko es todo el componente de arte psicodélico y fondos alucinógenos.
Otro de los constantes recursos argumentales es el uso que hace Smith de Shang-Chi, valiéndose del mestizo como si fuera su particular Agente 007.
El esquema siempre es el mismo. Smith cita a Shang-Chi, en distinto lugar cada vez, con el fin encargarle una misión, a lo que el chino accede con religiosa fidelidad. Las misiones, no hace falta aclarar que siempre tienen a Fu Manchú en el punto de mira.
Mientras pasamos por un número de Giant-Size Spiderman en el que Shang-Chi es la estrella invitada, y que será digno de análisis en el tomo correspondiente a Marvel Team-Up, la serie regular sigue sin acabar de despegar.
El escenario se desplaza a la Selva Amazónica, en un par de historias bastante discretas.
Primero tenemos una mezcla de aventuras en la jungla con nazis, incluido mensaje antiracista bastante facilón.
La segunda historia, ambientada en la tribu de los salvajes jíbaros, está algo mejor.
Sin duda, lo mejor de este primer tramo de la etapa Moench lo encontramos en los Giant-Size 2 y 3, ambos a cargo de Paul Gulacy en el apartado gráfico.
El segundo es una amalgama de espionaje, aventura y hasta terror de lo más emocionante. Especialmente excitante es la alucinógena secuencia en la residencia de Fu Manchú, donde Shang-Chi se enfrenta a una carrera de obstáculos consistente en mortales e ingeniosas trampas.
El tercer Giant-Size, donde se nos presenta a Clive Reston, es un relato de pura intriga. La nueva misión, esta vez en Londres, trae consigo una nueva amenaza, los fansigars. Se trata de una secta de asesinos de la India equiparables a los si-fan de Fu Manchú. Pero el momento más relevante está en el sorprendente regreso a la vida del Doctor Petrie, que exculpa definitivamente a nuestro héroe ante la justicia británica.
El tramo final del volumen coincide con el paréntesis más largo de Paul Gulacy sin participar en la serie.
Son cuatro números, incluyendo el Giant-Size 4, en los que el apartado gráfico se va alternando entre Keith Pollard, John Buscema y un nuevo número dibujado a seis manos por otros tres dibujantes.
Números no especialmente destacados, pero por lo menos entretenidos.
Lo más resaltable sin duda está en la presentación de un nuevo personaje rescatado de las novelas de Sax Rohmer. Se trata de Fah Lo Suee, hija de Fu Manchú, poseedora de poderes de persuasión y tan despiadada como su padre.
Lo interesante del personaje es que aspira a los mismos logros que su padre, pero odia a su progenitor por encima de todo. De esta forma, logra formar un imperio del crimen integrado por si-fans renegados del propio ejército de Fu Manchú. Se prepara una guerra entre los imperios de padre e hija, y Shang-Chi puede quedar en medio.
La primera línea argumental consiste en la búsqueda, en Egipto, de unos Ojos de Rubí capaces de esclavizar a cualquier ser humano. Todo misterio relacionado con el Antiguo Egipto ya es de por sí atrayente, pero el número no pasa de correcto.
Luego tenemos un debate filosófico entre padre e hijo, en el que se nos explica algo más sobre Fu Manchú en cuanto a su pretensión de cambiar el mundo entero.
Llama la atención la facilidad con la que Shang-Chi se cuela en la base de su padre sin que éste ni sus innumerables guardianes lo adviertan.
Los dos últimos números incorporan antagonistas de características muy similares. Por un lado el Cazador de Sombras, un si-fan renegado de Fu Manchú y traidor a Fah Lo Suee; y por el otro Garra de Tigre, otro si-fan desertor de Fu Manchú, que también va por libre.
Este número que cierra el tomo, el cuarto y último Giant-Size correspondiente a Shang-Chi, presenta un tono bastante diferente. Una historia de acción sin pausa con elementos de comedia. Algo así como una buddy comedy, en la que Shang-Chi se ve acompañado por un taxista llamado Rufus T. Hackstabber, que es la viva imagen de Groucho Marx. Un gracioso personaje cuyo nombre es un evidente homenaje al personaje interpretado por Groucho en Sopa de Ganso, Rufus T. Firefly. Ante semejante personaje no nos podemos tomar demasiado en serio este episodio, pero por lo menos resulta divertido.
Conclusión.En general creo que estamos ante un buen tomo, sin más. No creo que alcance en ningún momento el notable, pese a que unos pocos números son bastante buenos, pero tampoco veo apenas episodios que desentonen por la parte de abajo.
Eso sí, es ciertamente una etapa relevante al ser presentados casi todos los personajes secundarios que nutrirán la colección.
En el apartado gráfico, tanto Starlin como Gulacy cumplen muy bien, para empezar.
Pero lo mejor está por llegar.