He leído los capítulos 7 y 8. Luego haré un breve comentario del 7, pero antes quiero aprovechar que tengo el 8 recién leído para comentarlo antes de que se me olviden las referencias.
Capítulo 8. El día en que la Tierra giró más lentoEste capítulo es un homenaje a las películas de ciencia ficción americanas de los años 50, etapa que constituye la edad dorada del género. Una etapa que da comienzo con el estreno de
Con destino a la luna, de 1950, y sobre cuyo fin la crítica no se logra poner de acuerdo (algunos apuntan al final de la década, con el estreno de
El tiempo en sus manos en 1960, y otros llegan hasta
2001 de Kubrick, en 1968, que es el verdadero punto y aparte del género).
Ya la portada del capítulo es un pastiche trufado de referencias. Se nos presenta como un cartel de película de la época, cuyos actores serían los propios Elijah, Jakita y The Drummer, y cuyo guionista, director y encargada de efectos especiales serían Ellis, Cassaday y DePuy, respectivamente.
Como digo, las referencias a películas y carteles de la época son muy numerosas:
- El título del capítulo,
The Day the Earth Turned Slower, es un homenaje a
The Day the Earth Stood Still, que en España conocimos como
Ultimátum a la Tierra.
- La pareja que corre en primer término, huyendo de una multitud, es un guiño a
La invasión de los ladrones de cuerpos (para el que esto escribe, la mejor película de la edad dorada del género junto a
El increíble hombre menguante de Jack Arnold). Esta película refleja muy bien un tema central de este capítulo: el miedo a la amenaza comunista.
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.
- Las mantis y hormigas religiosas son un homenaje a la película
Them!, aquí conocida como
La humanidad en peligro. Los insectos de esta película se vuelven gigantes por efecto de la radiación, que también es un elemento central en este capítulo de Planetary.
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- La mujer gigante que aparece a la derecha homenajea al cartel más famoso y celebrado de todo el género, el de
El ataque de la mujer de 50 pies (pena que la calidad de la película esté a años luz de la del póster). Una mujer como la de este film aparecerá en
una de las escenas retrospectivas de este capítulo.
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- El marciano cabezón que hay entre la mantis y la mujer gigante está calcado de
La invasión de los hombres del espacio, película con uno de los argumentos más desquiciados y, sin embargo, disfrutables del género. Su inclusión en el cartel parece más arbitraria.
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- Los platillos volantes son una constante en las películas y carteles de la época, pero por su diseño yo diría que los han cogido de
La Tierra contra los platillos voladores. Su inclusión en el cartel es igualmente un guiño sin más trasfondo.
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Y la referencia que se me escapa es la del robot con pies de tanque, que no sé a qué película guiña el ojo.
Una vez creado el tono y el ambiente con esta gran portada, entramos de lleno en el capítulo. La trama, como no podía ser de otra forma, responde al cliché más habitual de este tipo de películas. Pero antes, un poco de contexto.
Estamos en Estados Unidos, años 50. En un ambiente de especial tensión política, se inicia un episodio...
...durante el cual el senador Joseph McCarthy (1908-1957) desencadenó un extendido proceso de declaraciones, acusaciones infundadas, denuncias, interrogatorios, procesos irregulares y listas negras contra personas sospechosas de ser comunistas. Los sectores que se opusieron a los métodos irregulares e indiscriminados de McCarthy denunciaron el proceso como una «caza de brujas».
Este episodio, conocido como
macartismo, deja una huella profunda en la sociedad estadounidense y, particularmente, en el mundo del cine, donde muchas estrellas de Hollywood (directores, guionistas, actores) fueron acusados de comunistas y llevados a juicio. Algunos artistas quedarían estigmatizados para siempre por delatar a sus compañeros (como el director Elia Kazan, que intentaría justificarse rodando
La ley del silencio); otros, permanecerían luchando y trabajando en las sombras hasta el fin de la caza de brujas (como el guionista Dalton Trumbo, que en 1960 consiguió desafiar al sistema y fue acreditado con su nombre real en
Espartaco).
Como es lógico, las propias películas de esa década no fueron ajenas a este proceso sociopolítico, y si hubo un género en el que causó verdadero impacto fue en la ciencia ficción. El gran miedo de los estadounidenses era la invasión subrepticia de los comunistas, que en plena Guerra Fría era el gran enemigo a batir. ¿Y quién puede representar mejor a los comunistas que los marcianos provenientes de Marte, el planeta
rojo?
Así las cosas, hubo infinidad de películas que utilizaron a los marcianos para advertir al pueblo americano de los peligros de "la invasión comunista", siendo la más tristemente célebre
Invasores de Marte, de William Cameron Menzies, un folletín nada sutil utilizado como instrumento de propaganda del régimen norteamericano.
Pero hubo otros directores que supieron jugar con la ambigüedad para sortear la censura (recordemos que aún estaba vigente el Código Hays), presentando la amenaza extraterrestre como metáfora dual: podían ser el enemigo comunista a ojos de McCarthy y los suyos, sí, pero también podía representar al régimen opresor que cercenaba la libertad de pensamiento y de expresión en una sociedad cuyos derechos estaban cada vez más mermados. El exponente más claro fue la extraordinaria (y ya citada)
La invasión de los ladrones de cuerpos, de Don Siegel.
Y de esto va en gran medida el #8 de
Planetary: de un gobierno que, con el pretexto de liberar a la sociedad norteamericana de los infiltrados comunistas, crea un campo de concentración donde poder usar a personas inocentes como conejillos de indias en experimentos de una crueldad que harían temblar de envidia al propio Dr. Mengele. Qué idea tan brutal la de Warren Ellis: proponer que todo lo que vimos en aquellas maravillosas películas de serie B de los años 50 no era producto de la ficción, sino de mostrar ante la cámara los resultados reales de estos experimentos. Hombres y mujeres gigantes a los que no les crecieron proporcionalmente todas las partes de su cuerpo, hombres invisibles que quedaron ciegos en el proceso, hormigas y perros sometidos a los efectos de la radiación, y mil atrocidades más que se vislumbran en las viñetas.
Pero, tal como nos cuenta la estrella invitada del relato, una mujer llamada Allison, "No existía tal amenaza roja (...) La gente que construyó Ciudad Cero lo sabía. Pero no construyeron Ciudad Cero por eso. La amenaza roja les proporcionó la financiación inicial y el secreto que necesitaban. Ciudad Cero, simplemente, sirvió para poner a prueba los límites del cuerpo humano con la tecnología disponible". La pobre Allison, que había sido fusilada, fue posteriormente resucitada y condenada a vivir 50 años más como mujer atómica. Y ahora quiere se sepa la verdad.
La amenaza atómica fue otro de los grandes temas de la sci-fi de la época, y en este capítulo vemos también las consecuencias del uso de esta energía, pues muchos de los experimentos (los animales gigantes, la propia Allison) se realizaron usándola como herramienta.
Lo mejor del capítulo, en fin, es que no se trata de una historia independiente más (como otras que hemos visto hasta el momento, sin conexión con la trama principal), sino que Ellis se las apaña para imbricar este cuento tenebroso (y disfrutable de forma autónoma, eso sí) con el argumento de la serie, haciendo participar en estos experimentos a Randall Dowling y a la Srta. Hark. Así, poco a poco vamos conociendo más sobre los miembros de Ártemis, la Corporación Hark y los oscuros intereses de todos ellos.
Por último, quiero señalar que creo que Cassaday está aquí a un nivel extraordinario. No solo nos regala
alguna splash page realmente espectacular, sino que sabe captar perfectamente la tristeza y el lirismo de la historia de Allison, dibujando
una última página bellísima y conmovedora, donde la figura fantasmagórica del personaje se desvanece ante el telón incomparable que supone la noche estrellada en el desierto. Tampoco se queda atrás Laura DePuy, cuya labor va desde un uso acertadísimo de la paleta de colores cálidos para presentar
el desierto a plena luz del día hasta la escala de grises para las viñetas donde se narran los
flashbacks.
De lejos, el número que más me ha gustado hasta el momento; un episodio sobresaliente en todos los aspectos. Esto sí que se ajusta a la expectativa que tenía con
Planetary