He leído
AIDP Vol. 5.
Retomo la lectura de la serie tras mi
anterior comentario.
Por fin he podido meterle mano al último integral de esta serie que a mí personalmente me gusta muchísimo. No solo nos permite ampliar un poco el universo de ficción creado por Mignola, sino que utiliza los elementos habituales para contra historias tan entretenidas como interesantes. Hellboy en su recta final me gustó mucho, pero desde luego AIDP no le va a la saga, dos series que se complementan muy bien y que cada vez estoy más convencido que es una de esas lecturas imprescindibles dentro del cómic americano, a poco que te guste el terror y la fantasía en el sentido más amplio de la palabra. Curiosamente, yo creía que este podría ser el final de la serie, pero por lo que se puede observar al final del tomo me ha parecido que hay material para más integrales, incluso que la historia aún podría tener continuación. Ojalá, porque el tomo te deja con ganas de más, de mucho más.
Este recopilatorio incluye una serie de historias que sirven de prólogo y las tres miniseries que conforman una trilogía sobre los inicios de la agencia, con gran protagonismo del profesor Bruttenholm. Cada una de ellas está enmarcada en un año concreto, comenzando en 1946 y concluyendo en 1948. Las dos primeras prácticamente forman una sola historia, mientras que la última se podría decir que es una secuela y apunta en otra dirección. Uno de los aspectos más interesantes que ofrece esta saga es el escenario en el que se desarrolla, tras la Segunda Guerra Mundial, donde comienza a haber ciertas fricciones entre los Estados Unidos y Rusia, antiguos aliados contra la Alemania nazi. Por otra parte, la fundación de la agencia recoge a una serie de soldados muy experimentados en combate, pero inexpertos en todo lo referente al mundo paranormal en el que se mueve el profesor Bruttenholm, que tendrá sobre sus hombros una enorme responsabilidad en ese aspecto. Por otra parte, también tendremos como secundario de lujo a un joven Hellboy, al que veremos crecer poco a poco, narrando incluso algún capítulo importante de su vida como el serrado de sus cuernos.
La trama gira en torno a la recuperación e investigación de objetos sobre lo oculto de los nazis, que nos llevan a descubrir un proyecto secreto de Hitler relacionado con los vampiros. De ese modo, el líder del partido nacionalsocialista alemán planea crear un ejército de vampiros para dominar el mundo, pero el proyecto acaba en la nevera (nunca mejor dicho) para ser desvelado por Bruttenholm y los rusos, desatando un poder que deberán detener. El vampirismo se mezcla con la magia y lo sobrenatural, así como la habitual inspiración en la obra de Lovecraft, sobre todo en esos diseños de criaturas tan habituales de la serie, para desarrollar la misión que daría una razón de ser a la agencia. La segunda miniserie continuaría la trama, en el enfrentamiento de la agencia contra un vampiro que pretendía acabar con la humanidad, además del rescate de uno de sus hombres de las garras de dos vampiresas. Aunque debo reconocer que las tres partes me han gustado más o menos en la misma línea, este primer y segundo acto me ha parecido francamente bueno en muchos aspectos. Primero en le desarrollo y caracterización de los personajes, algunos conocidos y otros no, pero que ayudan a empatizar mucho con ellos. Además, se muestra muy bien ciertos aspectos de la Guerra Fría, un escenario real que no solo está bien reflejado, sino también dramatizado.
Por otra parte, debo decir que el dibujo es el apartado más flojo de todo el volumen. Primero tenemos a Paul Azaceta, un artista que intenta imitar la simplicidad de Mignola, pero el resultado no es del todo óptimo. Sin embargo, mirándolo con perspectiva, quizá sea el mejor de todo el recopilatorio. Aunque le falta cierta definición, juega bien con la narrativa y los claroscuros, además de dotar a la historia de cierta pátina bélica. Con el paso de las páginas se le coge un poco el tranquillo y resulta mucho más efectivo, pero ese trazo tan grueso no me acaba de convencer del todo. Después tenemos a Gabriel Bá y Fábio Moon, cuyo trabajo no está mal, creo que encaja muy bien en la ambientación de la serie, pero esa extraña forma de mostrar la anatomía humana me saca en ocasione de la lectura. Me gusta su estilo, bastante simplista, que consigue dar forma a una narrativa eficaz y bastante fluida, pero esas cabezas apepinadas o esas perspectivas en la lejanía me han chocado mucho. Desde luego, te acabas acostumbrando y no es precisamente un lastre, sobre todo porque la historia acaba enganchándose tanto que esos pequeños detalles te dan igual, pero echo de menos a Guy Davis.
La última parte de la trilogía nos lleva a una base secreta en Utah, donde se desarrolla un proyecto secreto que combina la carrera espacial con las bombas atómicas, cuyas pruebas crean una fisura a otra realidad, abriendo una puerta por la que entran monstruos horribles. Bruttenholm y su equipo se desplazan allí para investigar el caso, en una historia que tiene grandes dosis de horror y el eterno debate entre la ciencia y lo paranormal. En esta ocasión tenemos una fuerte influencia de los conceptos de Lovecraft, pero también mitología, chamanismo y otros elementos, que como viene siendo habitual en la serie conforman una amalgama de conceptos muy amplios para definir lo que nos podemos encontrar en AIDP.; una cabecera donde lo imposible se hace realidad, qué duda cabe. también me ha gustado mucho esta historia, pero seguimos teniendo en el apartado gráfico el aspecto más negativo. Mientras que el guion de Mignola y Arcudi es sumamente interesante, incluyendo subtramas sobre ciertos personajes que se arrastran de la miniserie anterior, el dibujo de Max Fiumara lleva hacia el exceso la deformación en los rostros. De nuevo aprecio una deficiencia anatómica en el dibujante, aunque curiosamente hay personajes que dibuja muy bien y otros que parece que tengan melones por cabeza. Demasiado irregular, falla en algunas perspectivas y mientras hay páginas francamente buenas, hay otras muy deficientes. Sin embargo, una vez más, estas pequeñas contrariedades no impiden disfrutar del final de una trilogía que me ha mantenido enganchado en todo omento y que espero que continúen más adelante. El universo de Mignola es cada vez más interesante y este viaje en el tiempo así lo demuestra.