Hulk: Marvel Héroes 4: La Encrucijada (1983-1985)
Reseña en la web de Universo Marvel:https://www.universomarvel.com/resenas-hulk-marvel-heroes-4-la-encrucijada-1983-1985/Llegamos, finalmente, al volumen que cierra una etapa para Hulk. Sobre todo, si nos referimos al apartado creativo, porque este tomo pone fin a la trayectoria de dos hombres que han sembrado el camino de nuestro querido gigante esmeralda durante largo tiempo.
Por un lado, finaliza la etapa guionizada por Bill Mantlo, una era que habrá ocupado dos tochales enteros y parte de otro. Una etapa revolucionaria para esta colección, por lo que vivimos en el imprescindible tomo precedente, pero también por lo que acontece en el que tenemos entre manos.
Pero todavía más extensa es la era de Sal Buscema como artista gráfico en este título. Con el presente, ni más ni menos que cuatro tomos de historietas, dibujadas por su rápida y segura mano, completan el trayecto del pequeño de los Buscema en The Incredible Hulk. Un Sal Buscema que nos deja otro legado: la, muy probablemente, representación gráfica más icónica y referencial de Hulk.
Un volumen, éste, que es fácilmente divisible en dos mitades bien diferenciadas.
La primera desarrolla lo iniciado en la anterior entrega desde el punto de inflexión que supuso el paso de Bruce Banner a controlar mentalmente a su forma física como Hulk. Es decir, desde la desaparición de Hulk como identidad psíquica. La segunda desarrolla el exilio de Hulk en la Encrucijada.
Hacia el despertar de Hulk.Empieza el tomo con un relato especial, el anual número 12 de la colección. Un episodio que devuelve puntualmente a Herb Trimpe a su puesto de dibujante a lápiz.
Un Trimpe cuyo nivel gráfico no es el de antaño, aunque parte de su magia sigue ahí. Sin embargo, la historia que escribe Bill Mantlo sí es muy de antes, de la era en la que el dibujante se ocupaba de la colección. Hulk es trasladado a un lejano planeta en el que mal conviven dos razas de alienígenas. Una comunidad de fundamentalistas y fanáticos cuya piel es roja, y otra de individuos con la piel verde que promulga valores como la libertad y la tolerancia, y que a su vez vive oprimida por los rojos. Hulk aparece para ayudar a los verdes a derrocar el régimen fascista para, finalmente, descubrir con tristeza que el intercambio de roles entre verdes y rojos lleva a la misma situación, siendo ahora los verdes los opresores y los rojos los esclavizados. Un guion básico y elemental que se ve venir, pero también una historia muy explícita de denuncia de la intolerancia de la iglesia y del racismo con todo lujo de tópicos bien puestos, caso de limpiezas étnicas, genocidios en circos romanos, etc. Una muestra más, en definitiva, de la ideología de izquierdas de Bill Mantlo. Y no será la única de este tomo, puesto que, a medida que vamos pasando páginas, también nos iremos encontrando con mensajes de carácter ecologista o pacifista.
Sin ir más lejos, la primera aventura correspondiente al título mensual que se incluye en el tomo es una evidente proclama antibelicista.
De nuevo con Sal Buscema fijado a su puesto de dibujante estable, vemos cómo Hulk recala en un futuro de nuestro planeta en el que la humanidad está en constante estado de guerra. El combate con armas de fuego es el estado natural de la existencia de los ciudadanos, y no es necesaria una razón de fondo, ni siquiera un enemigo, para salir a la calle a combatir. Es la guerra por la guerra.
Hulk descubre como la causante del permanente clima bélico es una enorme estatua de Kang que lleva incorporada una grabación en bucle que anima a matar y a destruir. Un lavado de cerebro constante a una masa social susceptible de ser manipulada.
Entrando en esta nueva fase de su etapa como guionista de Hulk, Bill Mantlo decide hacer una renovación total de la nómina de personajes secundarios de la colección. De este modo, el escritor se deshace de la alienígena Bereet, que viene de vivir un romance con Bruce. La mujer rosada tan sólo protagoniza una escena, muy Mantlo, en la que descubre con desagrado cómo el éxito de sus películas basadas en efectos revolucionarios deja sin trabajo a actores y guionistas, para mayor regocijo del productor sin escrúpulos de turno. Una escena totalmente aislada que tiene todas las trazas de abrir un hilo de continuidad, pero que, extrañamente, aquí se queda. No volvemos a saber más de Bereet ni de sus películas en lo que resta de tomo.
En lo que respecta a Rick Jones y Betty Ross, mientras el primero se alejó de Hulk al final del anterior volumen, alegando que el Hulk inteligente ya no necesitaba de su ayuda, Betty también rompió con Bruce incapaz de aceptar la no renuncia de su amado a su identidad como Hulk. Sin embargo, Betty reaparece asumiendo su error, pero la escena es parte, en realidad, de la trama que trata el destino de su padre, el General Thaddeus Ross. Betty vuelve a desaparecer de la colección tras esta escena, lo mismo que ocurre con Trueno Ross, como veremos en la siguiente línea argumental.
En cuanto a las nuevas incorporaciones, hay que hablar de incorporación, en singular, la de la doctora Katherine Waynesboro. Kate se presenta en el observatorio Northwind, actual lugar de residencia y laboratorio de Bruce Banner, como soporte en su trabajo de investigación en las aplicaciones de la radiación gamma. Waynesboro se acaba destapando como una agente de SHIELD cuya misión consiste en vigilar a Bruce ante la posibilidad de que Hulk despierte de su letargo, pero eso no impide que surja el inevitable romance.
Para la ocasión, Mantlo se inventa también un acompañante artificial para Bruce, la Grabasfera. Se trata de una esfera flotante dotada de inteligencia y autonomía, ideada por el propio Bruce Banner como asistente en su trabajo, que parece creada con el único fin de descubrir la condición de Kate como agente de SHIELD, en el clásico argumento de ciencia ficción de la máquina que se enamora de su creador. Lo cierto es que Mantlo parece cansarse rápido del artilugio, que acaba destruido a los pocos números.
Entramos así en una de las sagas potentes de esta etapa. Una historia que significa un antes y un después para dos personajes clásicos de esta colección: el General Ross y la Abominación. Ross, que sigue desconfiando del actual control de Banner sobre el monstruo verde, se guarda un as en la manga para destruir a Hulk de forma definitiva: el Proyecto Avalancha. El arma del proyecto no es otra que la Abominación, a quien Ross tiene encerrado esperando la ocasión más propicia para soltarlo contra Hulk, a riesgo de cometer traición a su patria.
Pero la Abominación no es el villano de la historia, sino que ese honor corresponde a otro viejo conocido del piel verde, MODOK. La Abominación es aquí una víctima, un instrumento del plan de MODOK en su venganza de IMA. Una Abominación que está lejos de ser el habitual bruto rabioso, sino que nos sorprende revelando emociones tan humanas como el miedo. En cualquier caso, es la primera piedra para la futura renovación del personaje.
IMA planea crear un nuevo MODOK, pero que esta vez le sea fiel. Aquí es donde entra Kate Waynesboro, que resulta ser la víctima que acaba transformada en Ms. MODOK, la que acaba siendo la guinda de una saga entretenidísima. Puro Marvel clásico.
La saga acarrea importantes consecuencias para Trueno Ross, en un episodio dedicado a su figura en exclusiva. Es una historia de origen del personaje, un repaso a toda su vida, de un hombre descendiente de militares que recibió educación al respecto desde una rasante machista, de cómo pasó a convertirse en un militar pétreo y obsesivo, y su posterior trayectoria, ya conocida, tras la irrupción de Hulk en su vida. Un hombre que ahora se sabe traidor, que por primera vez se sincera a sí mismo y no puede más que renunciar a sus galones. Su hija Betty pone la puntilla al romper toda relación con él. Mantlo abre así las puertas de par en par a la renovación de un personaje que pocos matices había albergado hasta ahora. No obstante, el episodio es un hasta luego para Ross, que desaparece de la colección.
También aquí se produce un pequeño cambio en el equipo de autores, entrando Gerry Talaoc a entintar los lápices de Sal Buscema. Hasta el momento, diferentes entintadores se habían ido alternando la labor, sin que los lápices de Sal Buscema se hayan resentido en ningún momento puesto que no se trataba de aficionados del gremio precisamente (Joe Sinnott, Jim Mooney...). Sin embargo, la entrada de Talaoc uniformiza un poco más la estética del dibujante y, realmente, el entintador hace un gran trabajo que ayuda a que Sal Buscema complete uno de los mejores trabajos de su carrera.
A lo largo de los episodios vividos hasta ahora no han faltado las referencias a la posibilidad de un regreso de la mente de Hulk. Algo dentro de lo normal teniendo en cuenta que el Hulk salvaje forma parte de la esencia de este título. No es hasta este punto que la posibilidad empieza a ser una realidad, y Mantlo y Buscema deciden expresarlo, de forma bastante original, en las logoformas de las portadas de una serie de números. De este modo, número a número vamos viendo como Hulk sufre la transformación hacia su identidad brutal y descerebrada.
Dentro de las páginas de la colección hay un punto de inflexión, en este sentido, que coincide con la partida y regreso de Hulk a las Secret Wars. Así, en la escena de regreso vemos aparecer a un gigante verde cojo, ataviado con una muleta mecánica y un refuerzo en la pierna, y con cara y modales de pocos amigos. Una imagen que evidencia que el retorno del Hulk clásico está cerca.
Antes de eso, Banner pone freno a las aspiraciones de un científico que pretende usar la energía gamma como fuente milagrosa de cultivo, en base a eliminar el hambre en el mundo. No sé hasta qué punto el argumento valdría como toque de atención de Mantlo hacia el creciente uso de cultivos con semillas transgénicas, que tanta cola traería poco más tarde.
A continuación, el Circo del Crimen, bajo el liderazgo del Jefe de Pista, vuelve a interponerse en el camino de Hulk. En esta ocasión, el Circo cuenta con el control del Hombre Dragón en sus objetivos criminales, en lo que es otra buena aventura.
Finalmente, en un episodio que trae como invitados a los Cuatro Fantásticos, Banner-Hulk muestra su lado más humano reconstruyendo con sus manos un pueblo que él mismo había destrozado en su vieja identidad de Hulk. El más sincero retrato de la pesadumbre de un hombre cuyo único atisbo de felicidad pasa por redimir el daño causado por su lado monstruoso.
La línea argumental en que finalmente regresa el Hulk salvaje vuelve a tratar la cuestión acerca de las aplicaciones de la radiación gamma, en esta ocasión en el campo de la salud. Max Stryker, un viejo mafioso con enfermedad terminal contrata a Bumerang (habitual supervillano mercenario) para coaccionar a Banner y obligarle así a aplicarle radiación gamma. Se trata precisamente del arco que queda dividido por el paso de nuestro protagonista por las Secret Wars. Y es que, a su regreso, Banner se encuentra con su laboratorio tomado por Stryker y una interminable ristra de enfermos y lisiados haciendo cola para una sesión de rayos gamma. Por supuesto, los efectos secundarios superan con mucho los beneficios, transformándose Stryker en una especie de Hulk anciano. Pero lo más importante del incidente es que trae como consecuencia la conversión de Banner en Hulk, ya sin ningún tipo de control mental del científico. Un regreso cantado que, sin embargo, no es exactamente como podía esperarse, ya que el Hulk resultante es ahora una bestia con todas las letras. Un verdadero monstruo desprovisto de la facultad del habla y de cualquier tipo de raciocinio.
El desenlace del arco trae como invitado a Rom, el Caballero del Espacio cuya colección comparte equipo creativo con Hulk, es decir, Bill Mantlo y Sal Buscema. Rom hace frente a Stryker y a Hulk y con su nulificador borra todo rastro de radiación a los pobres diablos que habían sido expuestos... con la excepción del propio Bruce Banner, que se resiste a cualquier tipo de cura. Un arco estupendo a todas luces, pero todavía falta lo mejor.
Aquí hay que hacer mención de una circunstancia que afecta a esta edición dentro de la colección Marvel Héroes. Porque el número en el que aparece Rom ha tenido que ser mutilado por problemas con los derechos de reproducción del Caballero del Espacio en el momento de publicarse este tomo. Las viñetas y páginas en las que aparece Rom han tenido que ser sustituidas por cuadros de dialogo explicativos.
La irrupción del nuevo Hulk salvaje no es tan sólo consecuencia de lo que haya podido ocurrir en su estancia en el planeta de las Secret Wars, sino que existe otro factor sobre el que Mantlo no había dejado de dar pistas en los últimos números de la colección. Se trata de Pesadilla, señor del Reino de los Sueños y enemigo jurado del Doctor Extraño, para más señas, que ha estado acelerando el regreso del monstruo para usarlo en su venganza contra su archienemigo. De este modo, finalmente obtenemos respuesta a las continuas pesadillas sufridas por Bruce Banner en uno de los capítulos más abiertamente dramáticos de la colección. Bruce despierta fugazmente delante de los ojos de Kate para renunciar definitivamente a su vida en favor de la de Hulk y así expulsar a Pesadilla de su mente. Un canto de despedida de un Banner vencido y sin voluntad de resistencia. De este modo, Mantlo le da literalmente la vuelta al personaje, pasando de la no existencia de Hulk a la no existencia de Bruce Banner.
Un poderoso episodio que consiste en el avance imparable de Hulk, dirigido mentalmente por Pesadilla, al encuentro del Doctor Extraño, destruyéndolo todo a su paso y aguantando la lluvia de fuego aéreo de las fuerzas de SHIELD. Porque, con el General Ross retirado, el componente bélico de la colección es ahora cosa de SHIELD. Una SHIELD liderada por Gabe Jones y ya con la incorporación de una resignada Kate Waynesboro.
El hilo argumental desemboca en una persecución todavía más violenta de Hulk, en el número que culmina toda esta etapa. Es el número 300 de la colección, de doble grosor, un Hulk contra todo el mundo. Un espectacular capítulo en el que diferentes héroes se cruzan en el camino de un Hulk totalmente fuera de control, una bestia irracional que ya ni tan siquiera necesita una razón para aplastar. Daredevil, Spiderman, la Antorcha Humana, Puño de Hierro y Power Man, hasta la gran irrupción de los Vengadores, que se suman a la batalla campal iniciada por el frente bélico de SHIELD. Pero la figura clave es la del Doctor Extraño, quien no tiene más remedio que desterrar a Hulk ante la incapacidad de pararle los pies a su viejo amigo sin tener que matarlo. Un argumento que se avanza, así, a futuras sagas de esta colección que obtendrán amplio reconocimiento.
Impresionante final para toda una época de la colección que da paso, así, a otra nueva y flamante etapa en la trayectoria del increíble Hulk.
La Encrucijada.El exilio de Hulk impulsado por el Doctor Extraño da lugar a una de las etapas más especiales y disfrutables del título, la de la Encrucijada. No sé si se puede hablar de saga, en este caso, porque "la Encrucijada", más que una línea argumental continuada, es una concatenación de aventuras en diferentes escenarios cuyo único nexo es el lugar del que parten.
El caso es que la Encrucijada es un punto confluyente de portales a incontables realidades que la curiosidad de Hulk le llevará a cruzar. En caso de no sentirse confortable en el mundo en el que se adentre, un hechizo implantado por el Doctor Extraño se activará automáticamente desplazándole de regreso a la Encrucijada. El escenario ideal para que Bill Mantlo despliegue toda su capacidad imaginativa.
Pero no estamos ante un simple entretenimiento, que también, sino que Mantlo entra en lo más profundo del personaje y lo analiza psicológicamente desde las diferentes caras conocidas hasta ahora.
Mantlo, muy bien acompañado por las finas artes de Sal Buscema, nos embarca así en un viaje épico que deambula por la aventura fantástica y mitológica. Un viaje de un Hulk más perdido que nunca a causa de su nuevo estatus de bestia irracional que, paradójicamente, lo hacen más manipulable y vulnerable que antaño.
Tras un primer y fugaz paso por un mundo en el que todo parece ser un decorado, pero que en realidad no es otra cosa que una maqueta con la que juega un niño gigantesco, nos encontramos con el anual número 13 de The Incredible Hulk. Un anual que argumentalmente no difiere de cualquiera de los números mensuales. Un relato que es un capítulo más de la Encrucijada, a pesar de que cuente con dibujante invitado, Alan Kupperberg. Se trata de una encantadora fábula sobre los sueños y la amistad. Una historia en la que Hulk encuentra un amigo en un simbionte, en un planeta habitado por extraños animales salvajes. Un parásito que, para la ocasión, insufla algo de intelecto a Hulk como su portador.
Mantlo acompaña a Hulk de diferentes entes en su exilio, siendo el primero de ellos el Colectivo de Estrellas, un conjunto de lucecitas con vida propia capaz de adoptar cualquier forma, que pasa por ser el amigo del monstruo verde en la Encrucijada. El Colectivo de Estrellas vive también atrapado en la Encrucijada, pero, a diferencia de Hulk, no le está permitido cruzar ninguno de los portales hacia otras realidades. Lo único que puede hacer es guiar a su descerebrado amigo hacia el portal que crea más oportuno... y esperar suerte.
La siguiente parada es en un mundo curiosamente parecido al del episodio del anual 12, el que abre el tomo que tenemos entre manos. Un planeta igualmente compartido entre una raza de humanos verdes, pacíficos, y otra de piel roja, hostiles. También lidera la revolución verde una joven que, en este caso, nos trae a la memoria a la dulce Jarella, la amiga de Hulk del Microverso. El fondo de la historia, sin embargo, no tiene nada que ver con el citado anual. Desde la dura imagen de Hulk maltratado y esclavizado por los Caballeros de la Muerte, ataviados con armaduras medievales, y una sutil aura de terror, estamos ante un hermoso cuento sobre la inocencia y cómo la triste realidad nos empuja a dejarla atrás para subsistir.
Mantlo no deja de lado sus principios en otro elocuente alegato antibelicista. Hulk encuentra un nuevo amigo en un extraño ser condenado a muerte por su pueblo por simplemente haber sentido compasión hacia el enemigo, un sentimiento prohibido en una sociedad de guerreros. Otro relato conmovedor que da paso a una incursión del exterior.
Hulk recibe la visita sorpresa de los U-Foes, el cuarteto de villanos inspirados en los Cuatro Fantásticos. Los U-Foes son transportados accidentalmente a la Encrucijada a causa de los poderes de su líder, Vector. Un número argumentalmente menos interesante, pero que la narrativa de Sal Buscema hace también atractivo.
El turno es ahora para otros viejos conocidos, esta vez de la etapa guionizada por Roy Thomas y dibujada por Herb Trimpe. Mantlo rememora aquella magnifica historia cósmica en la que fueron presentados Klaatu, Xeron el mataestrellas y el capitán Cybor. Un nuevo capítulo en la obsesiva persecución del gigantesco devorador estelar de energía por parte de Cybor y su oficial de a bordo Xeron en el ingenioso barco estelar. Una historia que parece inspirada en la clásica novela Moby Dick, que es un viaje a través de mundos fascinantes cruzando portal tras portal. Una aventura mágica que desemboca en una trama que acarrea cambios inesperados para nuestro protagonista.
Los cazadores de Klaatu necesitan al Colectivo de Estrellas en su misión, cosa que permite al organismo luminoso escapar al fin de su exilio. Tras cruzar el portal hacia el mundo de origen del Colectivo de Estrellas, éste muestra su verdadera cara: lejos de ser una entidad bondadosa, el Colectivo es un traidor a su raza. Su otrora luminoso mundo es ahora un inhóspito paisaje de pesadilla habitado por los N'Garai, los demonios creados por Chris Claremont y Dave Cockrum para la Patrulla-X.
El fin del Colectivo de Estrellas trae consigo la entrada de la Tríada, un trío de personajes dispares que se hacen llamar Custodia, Trasgo y Destello que, a modo de conciencia, orientarán al monstruo verde en su camino. Un Hulk que recupera al fin parte de su memoria y de su intelecto, pasando él mismo a activar el hechizo de retorno del Doctor Extraño.
Si lo vivido hasta ahora en la Encrucijada es asombroso, lo que resta de la etapa pasa a la trascendencia más absoluta. Mantlo entra a fondo en la psique de nuestro protagonista para descubrirnos un pasado que cambia al personaje para siempre.
Por otro lado, por primera vez en mucho tiempo, el Hulk tradicional empieza a ser una realidad. El verdoso va recuperando la facultad del habla y su raciocinio.
Un revelador episodio en el que Hulk sobrevive gracias a su instinto pone punto final a la larguísima etapa de Sal Buscema en la colección. Su sustituto es un primerizo Mike Mignola, pero antes de darle la bienvenida disfrutamos de un único episodio dibujado por Bret Blevins, que hace un trabajo notable. Mignola, por cierto, sigue contando con el entintado de Gerry Talaoc.
El número dibujado por Blevins desplaza a nuestro protagonista a una ciudad gobernada por un humano de la Tierra del siglo XVIII. Un codicioso maestro alquimista que ha encontrado la fórmula del elixir de la vida en la propia sangre, y que su ambición le lleva a desear la del propio Hulk. Pero lo relevante de este número está en el regreso de Bruce Banner tras prácticamente un año sin aparecer.
Un regreso que desemboca en el episodio que significa un antes y un después en la trayectoria del protagonista, al desvelarnos detalles de su pasado que conciernen al mismísimo origen de su maldición. Es el número que forma parte del monumental evento Secret Wars II, incluida la inevitable aparición final del Todopoderoso.
Pero la historia que nos cuenta el guionista gira alrededor de Bruce Banner única y exclusivamente. Mantlo pone patas arriba la historia conocida de Hulk-Banner en un relato en flashback, una película de la vida de Bruce, desde su nacimiento. Hijo de Brian y Rebecca Banner, el pequeño Bruce tuvo que sufrir la hostilidad de su padre que, literalmente, consideraba a su hijo un monstruo. Brian Banner era un alcohólico que trabajaba en largas jornadas expuesto a radiación atómica. A causa de ello, y de las capacidades intelectuales fuera de lo común del pequeño Bruce, en su enfermiza mente se instaló la idea de que su hijo no podía ser más que un mutante, un monstruo. Bruce sufrió durante años el odio de su progenitor, que lo sometía a un constante maltrato psicológico, implantando una semilla en su subconsciente por la cual Bruce, de alguna forma, se veía a sí mismo como un monstruo. La explosión gamma desencadenó algo que ya llevaba en su interior tras años acumulando rabia. Una ira que se manifestó con la forma de un monstruo verde.
Mantlo convierte, así, a Hulk en la consecuencia de un terrible caso de violencia infantil, sin, por ello, impugnar para nada el fabuloso relato de origen de aquel lejano primer número del increíble Hulk.
El guionista también nos desvela la verdadera naturaleza de la Tríada. Los tres acompañantes de Hulk surgieron como manifestaciones del subconsciente de Bruce Banner, que seguía ahí en algún rincón de la psique del monstruo. Manifestaciones a imagen de elementos que marcaron la infancia del pequeño Bruce que representan estados emocionales. De este modo, Custodia representa su instinto de supervivencia, Destello su capacidad de raciocinio y Trasgo su Furia.
En fin. Trabajazo al guion de Bill Mantlo para un impresionante número que, de alguna forma, es el culmen de toda la etapa del guionista.
Pero no termina aquí la etapa, porque nos falta un último episodio todavía más desgarrador, si cabe.
Ahora es el propio Bruce Banner quien se encuentra confinado en la Encrucijada, ya sin la necesidad de la orientación de la Tríada y también bajo la intervención del Todopoderoso, que le ayuda a mantener su estado.
Sin embargo, Banner es consciente de que jamás va a poder librarse de la maldición de Hulk. En su desespero, Bruce no ve otra salida que lanzarse al vacío y terminar de una vez por todas. Es decir, que nuestro protagonista intenta cometer suicidio, tal cual. Un suicidio que no logra consumar por impedimento del propio Hulk, a quien precisamente no le seduce la idea de irse al otro barrio. Un Hulk que, de alguna manera, pasa por ser la parte de Banner que se agarra a la vida.
No estoy seguro de si existía en el comic de superhéroes, o de Marvel, otro caso como éste, en el que el protagonista de la colección llegue al extremo de intentar suicidarse, pero no me suena. Esta es una de las cosas que hacen de Hulk un personaje único en el mundo del cómic americano, un personaje en el que la infelicidad es su razón de ser.
El caso es que, finalmente, la versión de Hulk más tradicional ha vuelto y está listo para escapar de su exilio en la Encrucijada. Y aquí es donde viene otra jugada maestra de Bill Mantlo. El guionista liga el destino de nuestro hombre al de Alpha Flight en lo que acaba siendo un crossover entre ambas colecciones. Por supuesto, aquí hay que hacer mención de John Byrne, autor de Alpha Flight, que a buen seguro tiene parte de culpa en la concepción de una idea que el anglocanadiense llevaba trabajando unos números atrás. Pero el guion de los dos números que forman el crossover es de Bill Mantlo. Resulta que Alpha Flight rastrean los espacios interdimensionales en busca de un cuerpo contenedor para el alma de uno de sus fundadores, Walter Langkowski, que sobrevive provisionalmente en la armadura cibernética llamada Box. Finalmente se fijan en una figura que parece reunir las condiciones adecuadas sin realmente apreciar que se trata del propio Hulk. Sea como fuere, lanzan el anzuelo hacia su objetivo traspasando el alma de Langkowski al cuerpo del gigante verde, expulsando así el alma de Bruce Banner, que queda flotando en el vacío. La situación provoca un debate existencialista entre Banner y Langkowski, por el cual el primero ve una inmejorable oportunidad de morir y así librarse de su maldición, mientras que Langkowski siente que no tiene derecho a quitarle la vida a un hombre como Bruce Banner, por lo que renuncia a ocupar su cuerpo terminando, así, con su propia existencia. Mientras, Alpha Flight tiran del hilo para encontrarse con la monumental sorpresa de Hulk cruzando el portal, y no precisamente con la mente de su desgraciado compañero.
La cuestión es que al fin tenemos a Hulk de vuelta a la Tierra y con su personalidad más tradicional. El último número incluido en el tomo es el correspondiente a Alpha Flight, que básicamente aborda el choque entre Hulk y el supergrupo canadiense. Un número a cargo del mismo equipo creativo que los precedentes porque aquí se da un insólito trueque de autores, pasando John Byrne a ocuparse de Hulk al mismo tiempo que Mantlo y Mignola hacen lo propio con Alpha Flight.
Conclusión.Otro volumen totalmente imprescindible correspondiente a las aventuras e infortunios de Hulk y Bruce Banner. El cierre a una genial etapa, la de Bill Mantlo, que en ocasiones no goza del reconocimiento que merece.