Marvel Two-In-One: Marvel Limited Edition 2: Mi Amada…¡Mi Asesina! (1976-1978) Reseña en la web de Universo Marvel:https://www.universomarvel.com/resenas-marvel-two-in-one-marvel-limited-edition-2-mi-amadami-asesina-1976-1978/Dejábamos el primer tomo recopilatorio dedicado a la colección setentera protagonizada por la Cosa, en manos de un Bill Mantlo cuya etapa se concentra en casi su totalidad en ese primer volumen.
Al inicio de este segundo recopilatorio, y antes de retomar los guiones del propio Mantlo, nos encontramos con un pequeño paréntesis en el equipo creativo, tomando el relevo Roy Thomas acompañado de los hermanos Buscema. La razón no es otra que el cruce con la serie de los Cuatro Fantásticos, guionizada por Roy Thomas en este momento, en un arco que engloba el anual 11 del cuarteto, el primer anual de Marvel Two-in-One y el número 20 de esta misma colección.
El anual de los 4 Fantásticos, ya comentado en la correspondiente reseña del cuarteto, es una estupenda aventura en la que el grupo viaja a la Alemania nazi en busca de un cilindro de vibranium. Entre otras cosas, allí se encuentran con el supergrupo del momento, los Invasores.
Un número que es necesario para entender el crossover en su conjunto, pero en realidad una historia con su propio cierre.
La parte correspondiente a Marvel Two-in-One es una prolongación de la aventura junto a los Invasores, que se alarga en los citados anual 1 y número 20 de la serie de la Cosa, pero al mismo tiempo constituye un arco en sí mismo.
Roy Thomas se sigue haciendo cargo del guion, mientras que Sal Buscema sustituye a su hermano John a los lápices.
Cuando la crisis del vibranium y los nazis parecía resuelta, la Cosa descubre que una parte del cilindro fue a parar a otro lugar del pasado, casualmente también a manos de los nazis.
Los héroes invitados, lógicamente, también pertenecen al pasado. Se trata de la Legión de la Libertad, el otro grupo formado por superhéroes de la Timely, muchos de ellos de segunda división, todo hay que decirlo.
Pero lo que es para dar de comer a parte es el núcleo de villanos asignados. Tenemos a un as de la aviación apodado el Tiburón Aéreo y a su inseparable compañero oriental. Un dúo de lo más cómico que no puede evitar recordar a cierto villano de dibujos animados y a su riente perro, a bordo de su automóvil de competición.
También irrumpen en escena el Hombre Maestro y el atlante colaborador de los nazis llamado Hombre-U, ambos originarios de la serie de los Invasores. Y, para rematar, una inmensa esvástica que, no sólo tiene vida propia, sino que resulta ser el cerebro detrás del III Reich.
Todo muy kitsch, con la probable intención de perpetrar una gran puesta en ridículo del nazismo. Un divertido arco que no creo que tenga mayor valor que el de la parodia. Y creo que logra su cometido.
De vuelta a la normalidad, entramos en el fin de ciclo para Mantlo, si bien comparte el trabajo argumental con Jim Shooter en un par de números.
En el apartado gráfico, Ron Wilson regresa a la colección como artista estable, si bien Sal Buscema se encarga de un solitario número.
La recta final de Mantlo empieza con un número que cuenta con Doc Savage como invitado, un personaje licencia, cuyos derechos no pertenecen ya a Marvel, que vive en los años 30, además de la Antorcha Humana. Un número que gira alrededor de Sol Negro, un villano nacido de la unión de dos genios enloquecidos, padre e hijo. Lo bueno del número es la forma como está narrado. La mayor parte de su extensión consiste en dos narraciones en paralelo muy parejas sobre las crisis de padre e hijo, cada uno en su época, la actual y la de Doc Savage. Un buen número.
Sol Negro no termina aquí su historia ya que sirve de excusa para la nueva trama.
Thor es el héroe invitado mientras que el villano es Seth, dios egipcio de la muerte. El arco, sin ser precisamente rompedor, es disfrutable por toda la parafernalia mitológica y cósmica. Básicamente cuando la acción se desplaza a la Senda Dorada de los Dioses, una especie de Bifrost de la mitología egipcia. Allí, Seth suelta a un monstruo de diseño kyrbiano, el Devorador, pero al pobre diablo se le va de las manos y tiene que recurrir a su odiado hermano Horus. Un poco refrito del clan asgardiano que tan bien conocemos de la serie de Thor, pero con el propio Thor de espectador privilegiado.
Un número más bien anodino, con Goliat Negro de invitado, pone fin a la etapa guionizada por Bill Mantlo. El dibujo de Sal Buscema es lo único apreciable en una trama que rescata a un villano de cuarta fila de lo más hondo del armario. Un tipo llamado el Secuestrador, del que parece que sólo se acordaban Mantlo y Shooter, cuya única aparición data de los primeros tiempos de la serie del Hombre Hormiga.
Marv Wolfman toma el relevo.A estas alturas, Marv Wolfman ya es uno de los guionistas consolidados del género, con varias series en curso en Marvel.
Para su primera línea argumental, Wolfman se trae a Puño de Hierro como compañero de aventuras de la Cosa. Los dos protagonistas se ven envueltos en una reyerta entre dos países ficticios localizados supuestamente en algún lugar de Oriente. Una aventura romántica a la antigua usanza sobre príncipes y princesas aderezada con escenas de artes marciales.
Wolfman viene con los deberes hechos, puesto que a la primera ya podemos certificar que ha entendido a la perfección en qué consiste la colección. Entretenimiento de sobremesa y guiones tan manidos como simpáticos.
Lo mismo se puede decir del siguiente arco. En este caso, Wolfman usa como vehículo de inspiración uno de los sucesos más sonados de su país, el asesinato de JFK, trasladándolo al presente y tomando como posible víctima a Jimmy Carter. Nick Furia y Deathlok son las estrellas invitadas, mientras que el dúo formado por el Arreglador y Mentalo, los villanos.
Lo más relevante que nos deja el arco corresponde a Deathlok. El cíborg, nacido en un futuro próximo respecto a la actualidad del UM de entonces, se había quedado sin serie propia hacía poco, dejando algunos hilos colgados. El presente arco no reanuda ninguna trama y se limita a desplazar temporalmente a Deathlok al presente, para ponerlo a libre disposición del autor que guste. El cíborg se queda unos números a cuidado y reparación de Reed Richards, hasta que Nick Furia y SHIELD se hacen cargo.
El número que tiene como invitado a Namor es seguramente uno de los más flojos del presente volumen. La parte escrita es muy mejorable, desde los mamporros impetuosos de la Cosa, hasta el uso de Alicia como objeto de coacción. El objetivo, como no podía ser de otra forma, está en ofrecernos el enésimo choque de titanes entre Namor y la Cosa, para lo que Wolfman se busca un pretexto de lo más trivial. En cuanto al villano, Wolfman se trae a un enemigo de cuarta fila de Namor, el Piraña, aunque significativamente alterado para la ocasión.
Por contra, la siguiente aventura, con la Cosa acompañado de Shang-Chi, resulta divertida. Parece el juego de los disparates entre Shang-Chi, la Cosa y Alicia, que da pie a un malentendido que acaba en la inevitable pelea. Pero creo que el contraste entre el contemplativo Shang-Chi y el cachondo y básico de Ben crea una química de lo más graciosa.
En realidad, se trata del pistoletazo de salida para una extensa saga, escenificada en Londres, que gira alrededor de un personaje recién salido del huevo y con futuro por delante. Estoy hablando de Spiderwoman, la, en teoría, versión femenina de Spiderman, que acababa de estrenarse en una única aventura solista dentro del título genérico Marvel Spotlight.
De esta forma, la presente saga sirve para mantener viva la llama de la arácnida justo antes de pasar a protagonizar su propio serial.
Sin cambios en la parte creativa, siguen Marv Wolfman al guion y Ron Wilson al lápiz, quitando un solitario número a cargo de John Buscema.
El caso es que estamos ante un arco bastante bien hilado que ofrece buenos golpes de efecto y entretenimiento a raudales. Hydra desempeña el papel de organización criminal detrás de todo el meollo, mientras que, por parte de los buenos, Spiderwoman y la Chica Invisible acompañan a la Cosa.
Pero el mayor protagonismo se lo lleva la pobre Alicia, a la que "regalan" el papel de su vida. Verdaderamente, el shock es mayúsculo cuando vemos a la criatura más dulce que haya pisado tierra convertida en una criatura venenosa de pesadilla.
De forma paralela a lo sucedido en la línea argumental de Hydra, vemos como un par de tipos van en busca de un tesoro escondido, desde los tiempos de los nazis, ni más ni menos que bajo la Cámara de los Comunes londinense. Una premisa que despierta interés, sobre todo cuando, de forma inesperada, entra en terreno sobrenatural, pero su enlace con la posterior trama resulta extrañamente inconexo, como si faltara una página.
El caso es que Wolfman, aprovechando la prolongada estancia de la Cosa en Londres, echa mano de leyendas y de arqueología británicas para desarrollar una atractiva historia sobre brujería. Siendo más concretos, construye la trama alrededor de las ruinas megalíticas de Stonehenge y de la leyenda artúrica en la figura de Merlín.
Si bien Spiderwoman sigue por ahí, el invitado de turno es Modred, el Místico, un pintoresco brujo que había disfrutado de un par de números solistas en Marvel Chillers, sin más recorrido.
El relato no está nada mal, si bien podría haber sido protagonizado por Daimon Hellstrom, o incluso el Doctor Extraño, en lugar de Modred sin que se notaran diferencias.
Llegando al tramo final, Wolfman pasa ahora al reciclaje de relatos clásicos de ciencia ficción ya contados en numerosas ocasiones, pero siempre apetecibles.
En primer lugar, Halcón Nocturno es el superhéroe invitado en la clásica historia sobre un monstruo (alienígena, en el caso que nos ocupa) que todos temen por su aspecto aterrador pero que alberga buen corazón. Nada nuevo, pero al menos toca la fibra sensible.
A continuación, es el turno de otro relato de ciencia ficción tan manoseado como apasionante: los viajes en el tiempo con destino a la era de los dinosaurios.
El arco no es otra cosa que el cierre de la colección de Skull, the Slayer, un breve serial sobre un grupo de aventureros perdidos en el cretácico. Tras la abrupta cancelación de la colección, los editores decidieron cerrar el ciclo argumental en Marvel Two-in-One. Destino habitual para este tipo de soluciones de emergencia, por otra parte.
No hace falta aclarar que lo que tenemos aquí es aventura pura y dura. Ben, Skull y los amigos de éste se enfrentan al villano particular de estos últimos, el Sacerdote Azteca, entre dinosaurios y pterosaurios. Por otra parte, Míster Fantástico se une a la fiesta en el segundo capítulo del arco.
Mención aparte para el apartado gráfico, donde Ron Wilson es sustituido puntualmente por Ernie Chan. El entintador habitual de John Buscema en Conan no lo hace mal como artista gráfico completo, pero se le notan carencias en el plano anatómico.
Y llegamos al cierre de este segundo volumen que recopila la serie setentera de la Cosa. Un tomo que concluye de la misma forma que había empezado, con dos números anuales.
En este caso son dos anuales, el séptimo de la colección de los Vengadores y el segundo de la misma Marvel Two-in-One, que forman un bloque y, al mismo tiempo, ponen colofón a la saga de Warlock y Thanos. La saga ideada y confeccionada por Jim Starlin, que había quedado inconclusa tras la cancelación del título de Warlock, encuentra aquí el necesario hueco para atar los cabos sueltos.
Al contar con Jim Starlin como autor completo, no hace falta decir que la línea argumental es completamente independiente de todo lo vivido anteriormente en el volumen que nos ocupa. Es más, la lectura de estos anuales se entiende solamente habiendo leído la etapa de Jim Starlin en Warlock.
Entrando en materia, estamos ante un Starlin más asequible. Lejos de los viajes oníricos y los debates filosóficos, el género cósmico más bélico se adueña de este final de saga. Batallas estelares espectaculares para hacer frente a un Thanos dispuesto a minar el firmamento como ofrenda a su amada, la Muerte.
Parece evidente que no era exactamente la idea que Starlin tenía en mente, puesto que se ve obligado a incluir, primero a los Vengadores y luego a la Cosa y Spiderman, en la ecuación. A los dos últimos, protagonistas del anual de Marvel Two-in-One, el papel de salvadores del Universo les viene un poco grande y, quizás por eso, este desenlace suponga un pequeño paso atrás respecto a lo realizado por Starlin en Warlock.
Por el lado positivo, tenemos a Warlock y al Capitán Marvel actuando juntos por primera vez. Sin olvidarnos de otra creación de Starlin, Dragón Lunar, que por aquellos tiempos formaba parte de los Vengadores.
En cualquier caso, los dos anuales completan una satisfactoria aventura espacial repleta de épica, y un buen colofón para la saga cósmica de Warlock y Thanos.
Conclusión.Igual que ocurre con el volumen precedente que recoge esta colección de la Cosa, estamos ante aventuras llenas de optimismo, capaces de dibujarnos unas cuantas sonrisas y de hacernos pasar un rato entretenido, sin necesidad de empujarnos a la reflexión.
De hecho, el tono de la colección es un espejo de la personalidad refunfuñona, cachonda y bonachona de su protagonista.
Tanto Mantlo como Wolfman creo que entienden su cometido para esta colección y completan una serie de números más que aceptables.
En el apartado gráfico, Ron Wilson cumple, mientras que los hermanos Buscema nos alegran la vista en varios números salteados.