Capitán América: Marvel Gold: De Monstruos y Hombres (1982-1983) Reseña en la web de Universo Marvel:https://www.universomarvel.com/resenas-capitan-america-marvel-gold-de-monstruos-y-hombres-1982-1983/Finalmente, tras dos tomos en los que abundaban las ausencias del guionista, la etapa del Capitán América escrita por J. M. DeMatteis disfruta del primer volumen libre de episodios ajenos al señor Jean Marc. No sólo eso, sino que también Mike Zeck dibuja la totalidad de los episodios y hasta el entintador, John Beatty, es también el único en su puesto.
DeMatteis deja claro desde el primer número incluido que los episodios en los que se ha estado ausentando van aparte. El guionista pega un salto hasta recuperar el hilo de los últimos números escritos por él mismo. Me refiero a los dos episodios, que pudimos disfrutar en la anterior entrega, en los que hacen su presentación Arnie Roth, por un lado, y Alimaña, por el otro. De este modo, se confirma el degoteo argumental a largo plazo que el guionista llevaba meses iniciado.
El resultado es una saga que ocupa la primera mitad del tomo. Una saga abundante en sorpresas y que también toca diferentes palos.
Por un lado, volvemos al recurrente tema del nazismo, contra el que combatió el Capi en los cómics de la Golden Age. Y lo hacemos con la presentación de un nuevo supervillano originado en el movimiento, así como con un enfrentamiento callejero entre nazis y judíos. El villano no es otro que el Barón Zemo, pero no el que conocíamos hasta ahora, ya fallecido, sino su hijo. Sin duda alguna es la gran novedad de la saga, el estreno del Zemo que disfrutará de la más larga trayectoria de su dinastía, luciendo un flamante y atractivo traje. Aunque el hombre bajo la máscara, Helmut Zemo, no era nuevo en realidad, sino que ya había aparecido por estas páginas bajo la identidad del villano Fénix.
En cuanto al apartado más de a pie, el debate referente al nazismo toma esta vez una deriva más amplia en una de las escenas destacadas de la saga. DeMatteis casi equipara a los judíos más radicales con los nazis, dando cuenta de la posibilidad de cualquier colectivo de caer en el odio hacia otro. El escenario es una manifestación antifascista a la que acude Steve Rogers junto a sus vecinos y, recordemos, actual plantel de secundarios de la colección, los Mike Farrel, Josh Cooper, Anna Kapplebaum y la propia Bernie Rosenthal. Escena donde precisamente esta última protagoniza otro de los momentos importantes de la saga. Bernie reconoce la voz de su amado Steve en el Capitán América y suma dos y dos, ante su lógica reacción de perplejidad. Una de las mejores escenas de la saga por la naturalidad que destila la situación.
No contento, el guionista introduce además un nuevo elemento de disputa del corazón del Capitán América en la figura de Gail Runciter, una agente de SHIELD que sospechamos apunta a llenar el hueco dejado por Sharon Carter.
Por otro lado, DeMatteis sigue hurgando en el baúl de la etapa en solitario de Jack Kirby para recuperar a otro de sus personajes. Se trata de Primus, un ser artificial metamorfo creado por Arnim Zola, que pasa aquí a ser el socio de Zemo en su venganza del Capitán América. Ambos cuentan también con los servicios de un confundido Alimaña.
Entrando en la trama, los villanos pretenden destruir al Capitán América sembrado la semilla del odio hacia su persona entre sus seres más queridos. Por un lado, en su amigo de la adolescencia, Arnie Roth y, por el otro, en su actual interés amoroso, Bernie Rosenthal. En el primer caso, haciendo responsable al Capi de la pérdida del compañero de Arnie, Michael Bech. En el segundo, adquiriendo Primus la forma de Steve Rogers y haciendo pasarse por él en su día a día con Bernie.
La relación de Arnie y Michael, por cierto, ya es más que evidente que es de carácter homosexual, por mucho que DeMatteis prefiera no darle nombre y así sortear determinada censura interna.
La saga está entretenida y ofrece numerosos alicientes, como he ido comentando. Sin embargo, por momentos peca de giros de guion algo dispersos y el tratamiento emocional de los personajes es quizás demasiado inestable, quedando incluso cierta sensación de bipolaridad, en algunos casos. Por ejemplo, la reacción inicial de Arnie, responsabilizando a su abanderado amigo, es muy poco creíble teniendo en cuenta las evidencias. Más, cuando al poco termina por sostener justo lo contrario.
Pero tiene más puntos a favor, además de los comentados, como sería el caso del acto final con el rescate de Bernie de las garras de Primus, o ese colofón, con Arnie sacando los colores al Capi por autocompadecerse. Y también, claro está, el magnífico trabajó de un Mike Zeck en plena forma, que ya de por sí hace que la saga merezca la pena.
Otra idea interesante es la inserción de numerosos interludios a modo de introducción de nuevas tramas. Por lo menos la forma de acotar en interludios cerrados es distinta a lo habitual.
Pasando a la siguiente línea argumental, DeMatteis entra en terreno político y social en una pequeña historia que tiene al Espantapájaros como villano. Un Espantapájaros convertido aquí en un despiadado asesino fuera de sus cabales. Pero la historia centra la mirada en una organización supuestamente benéfica llamada la Coalición por una América Honorable, que se acaba destapando como un feo negocio. Buen número, sin más.
La saga que cierra el tomo es para mí la mejor del mismo. Otra historia abundante en golpes de efecto con los que seducir al personal, empezando por el regreso de dos de los nombres que más grato/triste recuerdo traen a nuestro protagonista: ni más ni menos que Bucky y el Nómada. Ambos nombres vienen encarnados por el mismo personaje, que no es otro que Jack Monroe, el Bucky de los años 50, ya saneado de la locura que lo llevó a convertirse en un villano en la celebrada saga del Capitán América de los 50, en plena etapa de Steve Englehart. Monroe se queda definitivamente con el traje de Nómada, pasando a partir de este momento a engrosar la nómina de personajes secundarios estables de la serie.
Pasando a la saga en sí, el Capitán América se convierte en un instrumento del nuevo y siniestro plan de la Víbora. La villana no se anda con chiquitas y, en su locura desmedida, tiene intención de aniquilar a toda la especie humana, ni más ni menos. ¿La razón?, pues que la mujer considera que la naturaleza malvada y corrupta de la humanidad no merece otro destino que su extinción. Creo que éste es el único componente del guion que puede chirriar un poco, la motivación un tanto infantil de la Víbora, sumado a lo inverosímil que resulta que la villana cuente con una legión de cerebritos y de lacayos dispuestos a elaborar y colaborar en un proyecto que, a la postre, significará su muerte y la de sus semejantes. Buena prueba de ello está en la reacción de Constrictor, mano derecha de Víbora para la ocasión. Cuando se entera de los verdaderos planes de su jefa el supervillano no tiene otra que ponerse del lado de los buenos.
Sin embargo, en el lago positivo está la habilidad de DeMatteis de ligar la trama a la histórica saga del Nómada, también correspondiente a la etapa Englehart. Una saga dónde la villana era precisamente la Víbora, de ahí que la idea de recuperar la figura del Nómada en la presente saga tenga todo el sentido.
En lo que se refiere al Capitán América, la Víbora lo usa como cebo para atraer a las masas en la primera fase del exterminio. Por otro lado, SHIELD, con Nick Furia a la cabeza, vuelve a jugar un importante rol al infiltrar a la agente Gail Runciter en la organización criminal y también al enviar a Dum Dum Dugan y al Nómada al rescate. La heroína invitada para la ocasión es Spiderwoman, aunque resulta evidentemente que su escena está ahí metida para atar cabos sueltos de su recién cancelada colección.
En cualquier caso, y pese a sus imperfecciones, estamos ante una apasionante saga de espionaje y acción, beneficiada también por un muy buen equilibrio emocional y dramático, y por el estupendo trabajo narrativo de Mike Zeck.
En cuanto al tratamiento que hace DeMatteis del Capitán América, nos encontramos ante un héroe especialmente sensible y diplomático, que no duda en agachar la cabeza ante sus errores. Un hombre comprometido con la paz y lo que más representa el Sueño Americano. De alguna forma, la línea que separa a Steve Rogers de su alter ego abanderado queda cada vez más difuminada, entre otras cosas por la creciente lista de personajes que conocen su identidad secreta.
No termina aquí el volumen, porque en las últimas páginas se incluye un pequeño relato protagonizado por el Halcón, publicado en tres capítulos a modo de complementos en los números 276-278 del Capitán América. Un relato que viene ligado a algunos de los interludios insertados en las líneas argumentales del Capi y que hacen referencia a la carrera política de Sam Wilson.
Realizada por el mismo equipo creativo del vengador abanderado, J.M. DeMatteis y Mike Zeck, la historia quiere ser el particular “¿Quién soy?” del Halcón. La clásica indagación en el pasado del protagonista, a la que tantas veces se ha recurrido en el caso del propio Capitán América, pero está vez trasladada a la figura de su antiguo compañero. Todo ello, por obra y gracia de Steve Englehart, que en el ocaso de su recordada etapa como guionista del Capi se sacó de la manga un turbio pasado de Sam Wilson.
Recordemos que el Halcón resultó ser una creación del Cráneo Rojo tras manipular mentalmente a un gángster apodado Snap Wilson, identidad que había tomado Sam en el pasado. De esta forma, DeMatteis recupera la idea de Englehart, le da validez y le da carpetazo en un visto y no visto. A lo largo del relato vemos cómo la personalidad de Snap se manifiesta repetidamente, cómo abre un diálogo interno para llegar a un equilibrio entre ambas identidades y cómo felizmente se reencuentra consigo mismo en un final de manual. Nada especialmente destacable, pero por lo menos la historia parece clarificar el pasado del Halcón.
Conclusión.Éste sí, es el tomo que empieza a hacer grande la etapa DeMatteis-Zeck. Una concatenación de estupendas historias de avance argumental, muy bien dibujadas, en las que cabe resaltar algunas sorpresas notables, en especial los “regresos” del Barón Zemo y del Nómada.