Capitán América: Marvel Gold: La Manera en que Ocurrió (1977-1979) Reseña en la web de Universo Marvel:https://www.universomarvel.com/resenas-capitan-america-marvel-gold-la-manera-en-que-ocurrio-1977-1979/Tras el tomo que recopila la etapa de Jack Kirby como autor completo podemos decir que la colección del Capitán América vuelve a la normalidad. Por lo menos en cuanto a continuidad histórica, teniendo en cuenta lo hecho por anteriores autores.
Esta nueva etapa en la crónica del vengador abanderado se inicia con un tomo, el que nos ocupa, que forma un bloque indivisible. Si consideramos su contenido como una única saga estaríamos ante una de las más extensas de la Marvel de los 70, pero también podemos hablar de tres arcos enlazados que avanzan en base a un par de hilos medulares.
Podríamos referirnos a esta gran saga como la de la búsqueda del pasado de Steve Rogers, o también como la del Comité, porque esos son los hilos argumentales ocupan el presente volumen.
Todo apunta a que el guionista que iba a sustituir a Kirby, tras su repentino abandono, era Roy Thomas, porque en el número que precisamente abre este tomo se anuncia a bombo y platillo su incorporación como nuevo guionista. Pero la realidad es que Thomas tan sólo se queda los dos primeros números, y ya en el segundo comparte su trabajo con Don Glut.
El propio Glut es uno de los tres guionistas que se sucederán en labor escrita en este largo ciclo de tramas enlazadas, siendo los otros dos nombres Steve Gerber y Roger McKenzie (también hay una puntual ayuda argumental de David Kraft). Curiosamente, los tres se reparten los números a partes iguales, pero ninguno de los tres ni inicia ni finaliza ninguno de los sub-arcos. Este hecho dificulta la valoración del trabajo realizado por cada uno de ellos, al no quedar clara su responsabilidad en las tramas. En todo caso, podemos valorar el trabajo en los diálogos, quizás algo más básicos en el caso de Don Glut que en el de sus sucesores.
En el apartado gráfico la estabilidad es mucho mayor. Si bien los dos primeros números están dibujados por George Tuska y John Buscema, a partir del tercero regresa como dibujante fijo el hermano del segundo, Sal Buscema. El pequeño de los Buscema realiza un trabajo satisfactorio pero un poco por debajo de su anterior etapa en la colección, aunque seguramente tampoco ayudan mucho los entintados de Mike Esposito y John Tartaglione.
El único número que va por libre en todos los sentidos es un fill-in incluido a medio recorrido realizado por Peter Gillis y Mike Zeck. En una historia francamente prescindible y fuera de utilidad, el Capitán América, con puntual ayuda de sus compañeros Vengadores, debe recuperar las Bombas Locas de las manos de dos villanos bastante fuera de lugar como son Tarántula y el Señor Suerte.
Tampoco quiero olvidarme de mencionar un par de historias de complemento que completan dos de los números. Dos episodios cortos protagonizados por el Halcón y Rick Jones, que no aportan nada significativo.
Entrando en materia, Thomas decide poner un interrogante en la vida de nuestro protagonista en forma de un nuevo episodio de búsqueda de la identidad perdida. Pero en este caso, y a diferencia de la saga del Nómada, no es al héroe enmascarado a quien afecta sino al propio Steve Rogers. Resulta que nuestro hombre se da cuenta de que tiene un vacío en su memoria que afecta a los dieciocho primeros años en su vida, justo hasta el momento en el que le inyectaron el suero del supersoldado. No recuerda quien era antes de convertirse en el Capitán América, ni cuáles son sus gustos en ropa puesto que la que viste esta toda proporcionada por SHIELD. Ni siquiera recuerda cuando es su cumpleaños.
Hay que hacer un esfuerzo de indulgencia para pasar por alto lo inverosímil que resulta que, a estas alturas de película, a Rogers nunca se le haya ocurrido preguntarse por qué no recuerda su vida anterior al suero, pero se intenta por el bien de una lectura complaciente.
Thomas inicia la nueva etapa con un número de repaso a toda la trayectoria del Capitán América en forma de recuerdo del mismo protagonista. El clásico episodio para poner en situación a los posibles nuevos lectores, que en este caso sirve para que Steve Rogers repare en el vacío que hay en su pasado y dar inicio a la saga.
Pero la novedad más importante que nos deja este volumen es el final de la condición de coprotagonista del Halcón. Thomas y Don Glut se inventan un nuevo supergrupo confeccionado por Nick Furia, que acaba sirviendo de excusa para que el Halcón deje de colaborar con el Capitán América, los Superagentes de SHIELD. Un grupo de personajes formado por dos supertipos ya conocidos de apariciones en otros títulos, Marvel Man y Tornado Tejano, y otros dos de nueva factura, Rayo Azul y Vampi.
Los Superagentes no se van a quedar aquí, porque jugarán un importante papel en el arco final del tomo, mientras que Nick Furia tendrá incluso mayor protagonismo a lo largo de esta extensa saga.
En cuanto al Halcón, como digo, desaparece definitivamente de las páginas del Capitán América, aunque su nombre sigue figurando en la cabecera durante algunos números más. El héroe abanderado vuelve a cabalgar sólo.
En paralelo a la búsqueda de Steve Rogers en su pasado, los dos guionistas iniciales abren también otro hilo que en realidad continua lo dejado a medias por Jack Kirby. Se trata de la infiltración de falsos agentes en SHIELD por parte de la organización criminal conocida por la Corporación. La Corporación se convierte en el principal oponente a lo largo de todo el tomo, dando continuidad a lo creado por Kirby. Pero no es la única referencia a la reciente etapa del Rey, también se incluye una referencia a las Bombas Locas en la figura de su creador Mason Harding. De esta manera se confirma la plena integración de la etapa de Kirby como autor completo en la continuidad, pese a que el propio Kirby dejó a la misma totalmente de lado.
El tomo, como vengo diciendo, lo podemos dividir en tres fases o arcos: el Ameridroide, el ejército de Cráneos Rojos y el desenlace final en Alcatraz.
En su búsqueda por recuperar la memoria de su pasado, Steve se reencuentra con un viejo agente nazi, Lyle Dekker, ávido de venganza.
Tras un número entero consistente en un flashback de los tiempos junto a Bucky, donde se nos explica como el Capitán conoció a Dekker, el propio agente nazi explica, en otro flashback, cómo fue el responsable de la pérdida de memoria de Rogers.
El Ameridroide es el gran golpe de efecto de esta historia que no está mal, aunque ese sorpresivo giro final, ya en manos de Steve Gerber, deja una sensación un poco extraña.
Varios ataques al Capi por parte de figuras enviadas por la Corporación, a destacar la monstruosidad troglodítica que se hace llamar Aversión, nos recuerdan quien es el enemigo y sirven de aperitivo para el siguiente arco.
Los golpes de efecto se multiplican aquí. Primero conocemos, finalmente, cual es el pasado de Steve Rogers. Nuestro hombre se somete a una máquina inventada por el creador de las Bombas Locas, Mason Harding, con el fin de recuperar su memoria perdida. De esta forma Steve Rogers ya tiene su relato de origen. Un relato según el cual el adolescente Steve era un pacifista convencido sin ninguna intención de largarse a combatir a los nazis, hasta que la muerte de su hermano en el frente le induce a involucrarse. Una historia de origen corriente que, por cierto, no sería la definitiva. Pero para eso todavía falta.
Pero el momentazo lo tenemos justo a continuación, porque resulta que la recuperación de su memoria trae consigo un inesperado efecto secundario: Steve Rogers pierde los efectos del suero del supersoldado y vuelve a ser el enclenque de sus primeros años.
En paralelo a todo esto, nos encontramos con una nueva y aparatosa maniobra del Cráneo Rojo. En esta ocasión, mediante un artefacto lanza rayos que transforma en un Cráneo Rojo a todo aquel que toca, forma un ejército de Cráneos Rojos al convertir a todos los agentes de SHIELD con la excepción de Nick Furia.
La sorpresa final es el último golpe de efecto de un arco que seduce a base de fuegos artificiales, pero que peca de guion poco consistente. El relato del pasado de Steve, ni fu ni fa, mientras que el Capitán América enclenque dura un suspiro y apenas se le saca partido.
La última parte del ciclo argumental que ocupa el volumen creo que es la más interesante.
Roger McKenzie, que ya había entrado como nuevo guionista al final de la invasión de los Cráneos Rojos, se ocupa de los guiones, pero no hasta el final. La razón de este pequeño cambio es que el arco finaliza en un crossover con la colección de Hulk, que en este momento cuenta con Roger Stern como guionista.
El arco se inicia con una muy buena ocurrencia. McKenzie aprovecha un número de Len Wein de la serie de Hulk en el que el verdoso se enfrentaba a Constrictor, para vincularlo a la presente trama. Pese al año y medio transcurrido desde el número de Hulk, lo cierto es que parece hecho al dedillo como introducción a la trama de la Corporación. El mérito, lógicamente, es de McKenzie.
Pero eso no es todo. En el mencionado episodio de Hulk juega un papel importante Jim Wilson, el amigo del gigante esmeralda. Un Jim Wilson que, como Constrictor, también recala en la trama que nos ocupa, y al que los guionistas (Stern o McKenzie) deciden convertir en sobrino del Halcón (Sam Wilson) aprovechando la coincidencia en sus apellidos.
Estos son tan sólo algunos de los ingredientes del desenlace de la trama referente a la Corporación. También juegan un importante papel los Superagentes de SHIELD, que nos deparan varias sorpresas, lo mismo que los propios Hulk y el Halcón. Y, claro está, los capitostes de la organización criminal, el orondo Kligger para la división este y Curtiss Jackson en la oeste, además de otros fieles colaboradores como son Aversión y Piedra Lunar, versión femenina.
Y bueno, el escenario en el que transcurre todo, la prisión de Alcatraz, también ayuda a seducir al lector.
Por lo demás, vale la pena subrayar el creciente protagonismo de Marvel Man, en lo que es probablemente su puesta de largo definitiva y el último paso antes de la llegada de Quasar.
En síntesis, un muy buen desenlace para este largo ciclo argumental.
Conclusión.No estamos ante una de las mejores etapas de lo que llevamos hasta ahora de colección del Capitán América.
La extensa consecución de tramas que ocupa este volumen creo que se sustenta más por los muchos golpes de efecto que por la calidad de sus guiones.
De todas formas, contiene suficientes reclamos como para pasar el rato y la trama final es bastante satisfactoria.