Leído EL Reloj del Juicio Final 11.
ESTE era el número que debió llegar hace cinco o seis números. Ahora sí, a UN SOLO NÚMERO de terminar, se explica todo meridianamente clarinete.
¿Por qué estaba aquí el Mimo y Marioneta? Ni puta idea ¿Por qué estaba aquí el hijo del terapeuta de Roscharch? Ni puta idea ¿Por qué los recortes de prensa con los metahumanos? Ni puta idea. Ni puta ida de nada, leyendo cosas sin sentido, intentando que la buena gente de aquí me explique cosas, pero sin conseguir pillar la película nunca. Y entonces pensar que bueno, serás tú. Y no, señores, no era yo. La lectura de este enervante y cabreante número me da la razón. Esta es una serie hecha para que no te enteres de nada, y entonces, con un giro de primero de guion rancio, el gran Ozzymandias le revela a Saturn Girl su malvado plan: "Hey, ¿quieres escuchar mi graaan plan? Voy a contártelo todo ahora, no sé por qué, bueno, sí, porque estamos acabando el cómic y los lectores no se van a enterar ni del nodo, y ahora es el momento de mi gran revelación".
Esta revelación tiene dos efectos: 1) Ahora SÍ se entiende. Antes no; 2) Me has hecho perder el tiempo, desesperarme, releer, tirar para atrás, intentar buscar lógica a lo que NUNCA la tuvo, solo para ilustrarme con tu gran designio narrativo. En otras palabras, me has cabreado porque no soporto que me hagan perder el tiempo.
No he leído el último número, pero esta historia ya puedo decir que narrativamente es una estafa y una mala historia. Es lo que jamás se debe hacer como escritor. Tener a la gente cavilando de esa manera: hasta el número 3 la gente aguanta, incluso se hypea, o se ilusiona, o empieza a unir hilos, intentado buscar lógica. Al cuarto número empiezas a perder la fé. A partir del quinto número ya lo que haces es leer viñetas por leerlas, pasar resignado por cuadros de diálogo cambiantes, que no siempre puedes atribuir a un personaje concreto, perdida ya la esperanza de encontrar sentido a lo que lees, y deseando que acabe algo que se te ha hecho ya un turrón inmenso.
Esto se tenía que haber explicado en el tercer número. Es una idea medianamente interesante, pero tener a los lectores confundidos durante once números solo contribuye a reafirmar la sensación de que has intentando aderezar la mediocridad de tu idea (una idea alimenticia, pero poco más), añadiendo confusión enervante y una manera de contar la historia deliberadamente críptica y abstrusa.
Muy mal cómic. A la mierda.