Criminal, Tomo 1: Cobarde
En el género negro, cualquier señal de error o mala fortuna, puede ser considerado como un mal augurio, un aviso sutil que advierte al personaje de que no debe empezar su camino. Que en la portada del primer tomo, el nombre de Sean Phillips está mal escrito, ya es de por sí un mal comienzo. Podríamos pensar que el tal Philips tiene los días contados. Como efectivamente fue, ya que en el segundo tomo se corrige este error.
Así pues, ¿qué es esto de Criminal? ¿Un personaje, una saga? ¿Un sentimiento?
Bueno, aun no lo sabemos. Pero eso no significa que la historia no pueda comenzar igualmente.
En este primer tomo se nos presenta a Leo, ratero de la vieja escuela, ladrón de guante blanco, cerebro criminal...y un puto cobarde. ¿Por qué? Nadie parece saberlo. Pero el caso es que Leo nunca se mancha las manos. Siempre tiene un plan de huida, siempre evita los conflictos, nunca asume ningún riesgo que no haya previsto de antemano. Es un tipo listo, solitario, que lo evalúa todo una y dos veces antes de dar cualquier paso.
Esto puede chocarnos con la actitud de "antihéroe", de hombre aguerrido, sacrificado y machacado que medra ante la adversidad y las amenazas, adentrándose en una situación de la que difícilmente podrá salir, pero con una hombría y una decisión, que no nos hace dudar en ningún momento de que si cae, lo hará dando guerra. Leo en cambio, parece escabullirse y rehuir la peleas, antes de que caiga el primer golpe.
El padre de Leo murió en la cárcel, y su hijo nos cuenta, desde el mismo comienzo, que él no quiere acabar como su viejo. No señor. La cautela de Leo, no es sino un intento por zafarse de un destino que sabe que le corresponde. Criado desde pequeño por su padre y su "tío" Ivan -un viejo socio de su padre al que mantiene y con el que vive- para ser el número 1 del negocio del robo y el hurto, el joven Leo no tuvo, desde bien temprano, mucha elección en el tema. De hecho, y para respaldar este sino maldito, su último golpe no salió como esperaba. Es más; fue un completo desastre. Una tragedia de la que él escapó por los pelos.
Ahora, Leo vuela bajo, fuera el radar, haciendo pequeños robos en el metro o sacando pasta por las tarjetas e identidades de los turistas. Pero eso es solo hasta que Seymour, su contacto dentro del departamento de policía, un poli corrupto que se gana unos miles fuera del trabajo, le propone un nuevo trabajo.
A Leo el asunto no le huele bien, pese a lo mucho que los polis prometen. Estamos ante la clásica encrucijada del género negro; el detective o matón de los bajos fondos, sabe que el trato no es justo, que no es limpio, que algo huele mal, pero es incapaz de resistirse a la tentación que el dinero o el beneficio prometido representan.
Menos cuando viene ofrecido por la
femme fatale de turno.
A primera instancia, puede parecer que Greta no es la clásica
femme fatale. Antigua yonqui, viuda a cargo de una hija pequeña, no parece ostentar esa posición de poder propia de estas mujeres mitad pantera, mitad diosa. Pero en cuanto hacemos nuestros cálculos y vemos que la mujer dura también tiene un lado frágil que necesita protección, que tiene problemas y dará problemas, y que debajo de esa ansiedad hay un poso de sensualidad oculto, no nos queda la mejor duda de que este trabajo será el que traiga por el camino de la amargura a Leo, y de que Greta cumple su papel...quizás no todo lo bien que ella quisiera.
Y es que hay cosas que no pueden salir bien. La cuestión no es si te la jugaran o no; sino cuando. E incluso un perdedor como Leo, tiene mucho que perder, por más que a él le guste pensar que no.
Por supuesto, las cosas se complican; los policías corruptos se muestran como el eslabón más bajo de integridad y humanidad posible, reverso tenebroso de la seguridad y confianza que deberían representar. Cuando la situación se pone caliente, y el golpe se complica, Leo deberá hacer lo que mejor sabe hacer; huir.
Es aquí cuando empezamos a descubrir que el golpe planeado, no era después de todo lo que le habían contado. Hay un gran capo de la droga detrás de todo, y lo suficientemente chungo como para tener a media policía acojonada, trabajando para él. Leo entenderá que ha mordido más de lo que puede tragar, y que con Greta a cuestas, y un Ivan envejecido, enganchado al caballo, y con alzheimer, sus movimientos están demasiado limitados.
"¿Y ahora qué?"
Pues ahora toca pasarlas putas, y cruzar el camino del infierno. Antes de que las cosas mejoren, deben empeorar, la parte más oscura de la noche antes del amanecer y todas esas cosas. Leo hará sus movimientos, pero quienes buscan el cargamento que se ha llevado, también harán los suyos.
Y así alcanzamos el punto álgido de la historia, donde Leo se juega el todo por el todo, ya que ahora sí, le queda muy poco por perder. Aquí sí que descubriremos un Leo mucho más visceral, resolutivo y descarnado del que creíamos en un principio. Pero...todo tiene un precio.
¿Y qué es lo que dijo Leo que jamás querría?
Pues...eso, en este tipo de historias, es casi una invitación.
La edición se completa con unos artículos la mar de interesantes, en los que se analiza el género, su salud hoy día, y su presencia en el mundo del cine. Un repaso magnífico a esa sensación de gabardina mojada bajo la lluvia.