Shang-Chi: Marvel Limited Edition 6: Un Sencillo Resultado de Haber Vivido (1981-1983) Reseña en la web de Universo Marvel:https://www.universomarvel.com/resenas-shang-chi-marvel-limited-edition-6-un-sencillo-resultado-de-haber-vivido-1981-1983/Pues ya tenemos aquí el final de temporada para la serie de artes marciales por excelencia de Marvel, el tomo que cierra Master of Kung Fu, la colección clásica protagonizada por Shang-Chi.
Este sexto volumen es el que alberga la mayor parte de la etapa dibujada por Gene Day. Recordemos que el joven dibujante ya conquistó el apartado gráfico en el tramo final del volumen precedente. Una etapa que representa otro de los puntos álgidos de una colección que se resiste a abandonar la excelencia. No hace falta decir que su eterno guionista y argumentista, Doug Moench, tiene buena culpa de ello en base a unos textos que nunca flaquean con relación al poderoso despliegue gráfico.
Para situarnos, Shang-Chi sigue formando parte de la agencia privada bautizada con el nombre de Restauraciones Independientes por su fundador Sir Dennis Nayland Smith, cuya sede se encuentra en el monumental castillo de Stormhaven, en Escocia.
El equipo de Nayland, además de Chi, sigue siendo el habitual: Black Jack Tarr, Leiko Wu y Clive Reston, como agentes activos, además del anciano Doctor Petrie, que se limita a residir en el castillo y a quien apenas vemos aparecer en toda la etapa, y de Melissa Greville.
Precisamente, la nómina de agentes a las órdenes de Nayland Smith sufre una modificación en la línea argumental que abre el tomo, al ver la incorporación de un nuevo miembro: una desertora agente del KGB apodada el Ángel Negro.
Una estupenda historia de espionaje e intriga, para empezar, en la que el Ángel Negro es el objeto de esta primera misión encomendada por Sir Dennis.
La mujer termina por incorporarse al grupo recibiendo una nueva identidad con la que pasar desapercibida bajo el nombre de Mia Lessing. Una incorporación que acaba acarreando algunas consecuencias en el plano de las relaciones. Ya a las primeras de cambio, el seductor Clive Reston se encapricha de la joven, rompiendo de improviso su relación con Melissa Greville. Esta última no tiene otra que abandonar Stormhaven, siendo su nuevo destino el mismísimo MI-6, ahora en manos de Fah Lo Suee.
El Ángel Negro se incorpora al equipo de Nayland bajo la sombra de bulto sospechoso después de que Moench jugara al despiste en este primer episodio suplantando a la espía renegada por una doble. Esta circunstancia crea un permanente recelo del lector hacia la mujer, probablemente con toda la intención por parte del guionista. Moench utiliza con habilidad esta particularidad en lo que resta de etapa, insistiendo ocasionalmente en el mismo juego de sembrar la duda sobre la nueva integrante del equipo.
El caso Ángel Negro también provoca otra ruptura, la de la propia Fah Lo Suee. La hermana de Shang-Chi le pega un fulminante portazo a su amante, Zarán, sirviendo así de premisa para el siguiente capítulo. El guerrero encapuchado, a quien ya conocimos en la saga "Guerreros del Amanecer Dorado", decide hacer pagar los platos rotos al Ángel Negro, irrumpiendo en plena cacería del zorro y resultando en una lucha final entre Zarán y Shang-Chi en un cementerio, todo ello iluminado por los sugestivos diseños de Gene Day.
Lo que tenemos enfrente es una estructura de tramas de carácter episódico, en el sentido de que cada línea argumental equivale a una nueva misión encomendada por Nayland Smith y relativamente independiente respecto al resto.
Pero, al mismo tiempo, episodios que no dejan de poner un ojo al interior de Shang-Chi a través de la narración en primera persona y de evocadores textos de carácter meditativo. Fiel al estilo empleado por Doug Moench a lo largo de sus años como guionista de Shang-Chi.
La siguiente misión vuelve a poner el foco sobre un espía renegado del KGB, pero esta vez bajo siniestros propósitos. Conocido como el Creador de Ánimas, el villano planea asaltar la base militar del MI-6 y robar una letal arma capaz de crear una lluvia ácida para luego proyectarla sobre un desfile oficial de la Reina Isabel II. Otro apasionante episodio de acción y otro trabajazo narrativo de Gene Day.
A causa de las siempre fastidiosas fechas de entrega, Gene Day se toma un descanso de dos números en los que es sustituido por Rick Magyar. Se trata de un arco argumental que involucra a Nayland en una vieja operación llamada Calor Blanco de la cual es conocedor. Los encargados de solucionar la papeleta son Shang-Chi, Leiko y Clive, que parten primero hacia Canadá y posteriormente a la Selva Negra africana en busca de los rarísimos Diamantes Azules. El trabajo gráfico de Magyar es mucho más convencional que el de Gene Day, además de no pasar de correcto, pero no deja de ser otra historia más que interesante de espionaje y aventuras.
Day vuelve al ruedo con otra demostración portentosa de su arte, en uno de los mejores episodios de toda su etapa. La nueva misión lleva al hijo de Fu Manchú a Hong Kong, donde un si-fan lleva cuarenta años atemorizando a un viejo guerrero ciego y a su joven esposa. Una hermosa historia que guarda la esencia de una vieja leyenda china vinculada al Festival de la Luna de Otoño, una festividad china de renombre. Un cuento que evoca algunas de las esencias de la cultura oriental escrito e ilustrado desde una sensibilidad poética que es la antesala de algo muy diferente.
No hay etapa de Master of Kung Fu que se precie que no cuente con una gran saga en la que Fu Manchú se erija en la gran amenaza, y la de Gene Day no es una excepción. De este modo, el villano por excelencia de la colección, histórico archienemigo de Sir Dennis Nayland Smith y padre de Shang-Chi, regresa una vez más de la muerte por la puerta grande, aunque en esta ocasión Moench y Day reducen considerablemente la extensión de la historia. Lejos de aquellas dos monumentales sagas, ilustradas por Paul Gulacy y Mike Zeck respectivamente, que se alargaban más allá de los diez números, incluyendo un acto final dividido en siete capítulos, aquí nos limitamos a los cuatro comic-books siendo el último de doble extensión. Suficiente para completar otra de las historias memorables que nos deja la genial crónica de Shang-Chi.
El encargo viene esta vez por parte de Fah Lo Suee, cuando ésta pide ayuda a su antiguo amante, Nayland, para eliminar a un agente conflictivo a cambio de un trato de favor ciertamente deshonesto y corrupto. La trama entra en una espiral de artimañas y determinaciones que no son lo que parecen, en base a un juego de emociones sobre el honor, la dignidad y la amistad.
El infiltrado, que adopta el nombre del Ejecutor, pronto descubrimos que no es más que un peón de Fu Manchú en su nuevo y siniestro plan.
Necesitado de sangre de su sangre para revitalizar su agotado elixir vitae, Fu Manchú engendró años atrás una fuente para proveerse del vital flujo: ni más ni menos que un clon del propio Shang-Chi, en este caso a las órdenes del pérfido villano. Pero ahora necesita la sangre de sus hijos naturales, Shang-Chi y Fah Lo Suee, para frenar su envejecimiento.
El escenario se traslada al primer hogar de Shang-Chi en China para vivir el desenlace de la saga. Una larga secuencia llena de sorpresas y tensión al límite en la que el trabajo de Gene Day llega a lo más alto. Maestro absoluto en la secuenciación de viñetas, deudor del legado dejado por Gulacy y Steranko, Day se sale en una concatenación de páginas esculturales para completar la joya de la corona del presente volumen.
Desgraciadamente, el tiempo para Gene Day en la colección se termina. Y no sólo para el dibujante sino también para el propio Doug Moench.
Antes de pasar al que será el número de despedida de Day, nos encontramos con un episodio con dibujante invitado. Se trata de un prematuro Marc Silvestri en lo que es uno de sus primeros trabajos para Marvel. El episodio trae de nuevo a Brynocki y a la isla infantil del desaparecido Mordillo. El siniestro robot de dibujos animados, que está ahora al mando del arsenal de juguetes de su antiguo amo, busca vengarse matando a Leiko. De este modo, el episodio consiste en el ataque de las fuerzas robóticas de Brynocki a Stormhaven.
La colección regresa a sus más altas cotas en el número de despedida de Gene Day. Un relato que representa el regreso del detective marcial negro, Rufus Carter, que pide ayuda a Shang-Chi para resolver una misión. Una historia acerca de la histórica rivalidad entre dos clanes escoceses que gira alrededor de un tesoro y un viejo gaitero solitario. Otro relato evocador y sensible con el que el dibujante, harto de las presiones del editor Jim Shooter, se despedía de la serie. Semanas más tarde, Gene Day fallecía inesperadamente a edad prematura, dejando un inmenso vacío en el futuro del cómic americano.
Un fill-in escrito por Steven Grant cubre un solitario hueco dejado por Doug Moench justo antes de ejecutar también su abandono. Un número dibujado por David Mazzucchelli que significaba su debut en Marvel. Un episodio que narra la carrera entre organizaciones de espías por hacerse con un importante código, mientras una astuta ladrona llamada Vienna se aprovecha de la situación. No está nada mal, pero el estilo y tono de la historia no tiene nada que ver con lo realizado por Moench.
Doug Moench deja la colección en un último episodio acompañado por el dibujante William Johnson. El trabajo de Johnson no se va a quedar aquí porque se ocupará también de ilustrar lo poco que le queda de vida al título. Clive Reston toma todo el protagonismo en lo que es un relato de intriga bien escrito y bien dibujado.
Tras la marcha del guionista que había llevado las riendas de Master of Kung Fu casi desde su inicio, la colección tan sólo sobrevive tres números más, el último de ellos de doble extensión.
Alan Zelenetz es el encargado de poner el cierre al título, siempre acompañado por las ilustraciones de William Johnson.
Zelenetz, inicialmente parece buscarle un gran contrincante a Shang-Chi que rellene el hueco dejado por Fu Manchú. Y para ello escoge la figura ni más ni menos de su madre, que hasta entonces apenas contaba con un cameo en el primer número de la colección. Para sorpresa de propios y extraños la madre de Shang-Chi resulta ser una entusiasta de su antiguo amante y pasa a recriminarle a su hijo haber cometido el peor de los pecados posibles, matar a su propio padre. Poco importan las infinitas maldades cometidas por Fu Manchú, porque el caso es que la mujer logra hacer mella en el increíblemente frágil equilibrio ético de su hijo.
Sin embargo, a la hora de la verdad el asunto de la madre de Chi no tiene mayor recorrido y los dos últimos números representan un intencionado colofón para la crónica del maestro del Kung Fu.
Shang-Chi se traslada al Tíbet, concretamente al monasterio donde Fu Manchú fue educado e instruido, con el fin de reencontrarse. Y lo hace sin previo aviso a Leiko, Nayland y los demás, que desconocen por completo todo lo ocurrido, así como las intenciones de su compañero. Tras vivir diferentes experiencias y llegar a un punto de quitarse la vida, regresa a su viejo hogar en Hogun, en busca de redención. Y, finalmente, Shang-Chi recala en un pueblo de pescadores donde vive un enfrentamiento final con un guerrero si-fan enviado por su madre.
Su expiación desemboca en una vida apacible como pescador apartado de todo y todos, y fin de la historia. Zelenetz pone patas arriba lo realizado por Moench, pero considero que no era nada fácil imaginar un final para la colección sin caer en la condescendencia con lo hecho por éste. En cualquier caso, creo que Zelenetz se lo curra y no me parece un mal final.
La sorpresa está en el desconocido William Johnson, que se destapa como un gran dibujante, especialmente por un envidiable dominio anatómico en las escenas de acción. Alan Kupperberg, por cierto, echa una mano ilustrando once páginas del último número.
Conclusión.Con esta entrega final, la etapa dibujada por Gene Day se une a las de Gulacy y Zeck entre las imprescindibles de la colección clásica dedicada a las artes marciales.
Un tomo que simboliza también el fin de una era, la de los gloriosos años setenta que significaron la apertura del Universo Marvel a un mundo de géneros diferentes.