He leído
Príncipe Valiente 2022.
Retomo la lectura de la serie tras mi
anterior comentario.
Continuamos con la etapa de Schultz y Yeates al frente de una de las tiras de prensas más míticas. La verdad es que tengo sentimientos encontrados. La lectura no ha sido mala en absoluto, es bastante entretenida y los autores imprimen un ritmo trepidante a su historia, que recopilada de este modo supone un a ventaja frente a la edición semanal. No obstante, es evidente que esta serie no se parece en casi nada a la tira original. Ni mejor, ni peor, simplemente diferente. No sé, yo sigo pensando que deberían buscar un momento en el que finiquitar la colección y no prolongarla indefinidamente de una forma antinatural. Con todo, es una lectura entretenida con algunos puntos de interés, también con cierto tono clásico, pero también con un innegable trasfondo moderno, sobre todo en ese modo de afrontar el feminismo actual y otros aspectos de la sociedad moderna aplicados a la Edad Media.
En este volumen tenemos el final de la línea argumental en la que Valiente y Morgana le Fey escapan de Londinium sufriendo el asedio de los sajones. Una trepidante historia llena de acción y estrategia militar que tendrá como colofón un elemento sobrenatural. A mí no me termina de convencer que se empleen este tipo de elementos en la serie, en recuerdo del uso que el propio creador hacía de estos elementos del género de la fantasía. No obstante, no es la primera vez que se coquetea con la inclusión de magia y hechicería. Después tendremos el regreso a Camelot, que nos sumerge en una especie de prólogo que conduce a la siguiente aventura. Es el momento de tomar un descanso de la acción para centrarnos en aspectos domésticos de la vida de nuestro protagonista, que ve como su hacienda va tomando forma en manos de Aleta y sus invitados de Ab'saba. Esto derivará en una relación interracial entre Nathan, el hijo menos de Val, y Yewubar, la hija pequeña de Ambelu. No puedo evitar ver este tipo de interacciones como en esa constante búsqueda de dar visibilidad a todo los colectivos. Igual son imaginaciones mías, claro, aunque admito que aquí se desarrolla todo con la mayor naturalidad, así que tampoco me parece mal.
La relación entre los dos chicos los sitúa en un papel de protagonismo, ya que durante una cita nocturna son testigos de
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Además, los jóvenes se verán envueltos en las maquinaciones de Dialyodd, cazador de brujas que condena a la hoguera a mujeres acusadas de brujería. Nathan y Yewubar intentarán evitar el ajusticiamiento de Afton, lo que los convierte en objetivos de este cazador de brujas. Valiente y Galahad corren a intentar salvarlos de una muerte segura, mientras Aleta y sus compañeras brujas hacen lo propio con un ritual sobre las estrellas.
Como digo, la historia no está mal, y tiene un buen ritmo, pero la inclusión de tantos elementos sobrenaturales cuesta asimilarla un poco. Después tenemos una dura crítica hacia esa sociedad feudal que estigmatizaba a las mujeres sin estar muy claro el motivo. No sé si los autores quieren poner el ojo sobre una injusticia, o si realmente lo que quieren hacernos ver es que en el fondo había cierta misoginia en la época. De hecho, el villano de la historia se podría considerar un misógino, igual que un fanático religioso. Desde luego, hay reflexiones interesantes ahí, lo mismo que sucede con la nueva perspectiva que se ofrece de Morgana, la hermana de Arturo. En cierta forma es algo refrescante que aborda los mitos artúricos desde otra perspectiva, lo cual no me parece mal. Por otra parte, los autores parecen tener claro que la magia existe, como algo ancestral y relacionado con la naturaleza en cierto modo, despejando esa incógnita de los libros de Historia.
Por último, me gustaría comentar el pequeño bajón que se observa en los lápices de Tom Yeates, un artista que supongo que por la edad y el desgate de años dibujando la tira no está en su mejor momento. Muestra un dibujo solvente y más o menos definido, así como una buena narrativa, cada vez más propia del comic book americano, pero su arte no tiene el lustre de otra épocas. Es la misma sensación que se aprecia en otros autores como Neal Adams, que ya no tiene el mismo pulso ni la misma fuerza. Yeates no está del todo mal, pero a mí me da la sensación de que está en un inicio de su decadencia. No sé si le queda mucho en la tira, o si se ha planteado retirarse, pero quizá va siendo hora de que lo vaya pensando.