He leído Dragon Ball Super Nº 2.
La cosa se pone un poco interesante, sobre todo en la subtrama que se desarrolla de forma paralela, mientras en la parte central seguimos con las andanzas de Lord Beerus en la Tierra. Tengo que decir que, a pesar de mis reticencias iniciales, la lectura está siendo mucho más entretenida de lo que espera. Realmente no sé si es que tenías ciertas ganas de volver a leer algo de los personajes de Toriyama o qué, pero casi me atrevería a afirmar que este número me ha gustado incluso más que el anterior. Para mí cabría destacar el apartado gráfico, con un Toyotarô muy inspirado que sigue muy bien la senda marcada por el maestro. Me gustan las ilustraciones de las portadas, hay una buena narrativa y en los planos cortos se denota cierta profusión por el detalle. Toriyama siempre fue bastante simplista en sus trazos salvo en la época final de la serie. De todas formas, hay que dejar claro que la saga de momento es simplemente entretenida, nada especialmente remarcable a nivel de guión, pero dentro de unos estándares de calidad aceptable y sí un producto que, de momento, sirve para reencontrarse con viejos conocidos y pasar un rato ameno de lectura. Tampoco creo que haya que exigirle mucho más a esta serie, la verdad. Mucho mejor que el anime, eso seguro, al que se le añadió escenas verdaderamente sonrojantes.
Lord Beerus llega al Tierra y se cuela en la fiesta de cumpleaños de Bulma para hartarse de comer, probando algunos productos típicos, y buscar al Dios Supersayano. Vegeta lo reconoce, al igual que Beerus a él, por lo que expone lo inútil de que sería enfrentársele, aunque Gotrunks (creo que se llamaba así la fusión entre Son Goten y Trunks) será el impulsivo que lo compruebe por sí mismo. Sin embargo, la reacción de Bulma ante la interrupción de su aniversario provoca el estallido de la temperamental muchacha (o quizá ya es una mujer), que abofetea al Dios de la Destrucción. Este responde, por lo que Vegeta se pone furioso y comienza el combate.
Al contrario que en la versión fílmica, aquí se desdramatiza la situación con un poco de humor inteligente. Te saca una sonrisa y vuelves al tema central. Nada de bailes y cantos estúpidos que desvirtúen a los personajes que conocemos tan bien. Por otro lado, se observa el inmenso nivel de fuerza de Vegeta, a pesar de contar con una transformación menos que Goku, siendo capaz de poner contra las cuerdas al Dios de la Destrucción. Aquí habrá que hacer uso a la suspensión de la realidad, porque después de ver a Goku perder de una forma tan rápida y contundente, me parece poco creíble que Vegeta pueda hacer algo más, salvo que consideremos que éste entrena con mayor dureza y en algún momento ha superado a Goku que ha tenido que preocuparse de trabajar para ganar dinero, descuidando un poco su entrenamiento. De todas formas, todo cogido con pinzas igual puede colar, pero la realidad es que se contradice un poco con lo que vemos antes y lo que veremos después. Solo si nos dejamos llevar por el ritmo trepidante de la historia y dejamos pasar estos nimios detalles podremos hacer la vista gorda, sino comenzarán a acumularse una serie de elementos que lastran el puro divertimento, lo cual yo creo que es el principal objetivo de este manga y que siempre lo ha sido. Siguiendo esa línea, pues creo que cumple bien esa función, si nos ponemos quisquillosos, pues quizás tengamos que desmontar muchos momentos de las aventuras de Goku, para qué engañarnos.
En un punto concreto de la pelea aparece Goku, el cual expone un plan para averiguar que es un Dios Supersayano y así evitar que Lord Beerus destruya la Tierra. Es el momento de que Bulma saque del armario las bolas del dragón para preguntar a Shenron. De ese modo, descubrimos que el Dios Supersayano es una deidad sayana que surge temporalmente de la acción de seis sayanos de buen corazón. Como solo hay cinco, nos enteramos del embarazo de Videl, por lo que ya tenemos el número mágico y Goku puede convertirse en el Dios Supersayano, cuya principal diferencia es el pelo de color rojo, algo que en el blanco y negro no se aprecia, y que cuyo aura es indetectable para sus amigos desde ese momento. Está a otro nivel de poder y, como veremos, deberá ir adaptándose a ello, por lo que en un principio no será capaz de ser un digno rival para Lord Beerus. Poco a poco le va cogiendo el tranquillo y, finalmente, la cosa queda en tablas, pero el Dios de la Destrucción queda tan complacido que decida aplazar la destrucción de la Tierra.
Como ya venía diciendo en el comentario del primer número, todo se reduce en mostrar a Goku en un nivel superior de poder. Y eso se nota cuando la escena que lo lleva a dicha transformación transcurre de una forma tan precipitada. Después tenemos viñetas y viñetas repletas de acción desbordante, bastante chulas en su mayoría, pero mi sensación es que vamos demasiado rápido al tema que nos ocupa, sin entretenernos en chorradas como la reunión de las bolas o una simple enhorabuena porque Son Gohan va a ser padre. Eso son nimiedades absurdas que no tienen cabida aquí al parecer. Sin duda, el aspecto más negativo de toda la trama. No obstante, el tema del nivel de poder sí está mejor llevado, viendo una progresión escalonada para Goku, que de golpe y porrazo está a un nivel estratosférico. De todas formas, sigo pensando lo mismo. En esta serie han llegado a unos niveles que o se dedican a luchar en el espacio exterior o con dos puñetazos te destrozan un planeta; solo hay que ver como tiembla el mismo Universo. Esto es un verdadero problema, porque es complicado mantener cierta coherencia, al igual que es muy difícil que el nutrido plantel de secundarios tenga nada interesante que hacer. Atrás quedaron, según parece, los combates chulos de Krilin, Yamsha o de Ten Shin Han, para tener un eterno Goku y Vegeta, o como mucho a Piccolo. Esto creo que empobrece demasiado a la colección, no sé si se hará algo al respecto, pero qué duda cabe que es un importante lastre para desarrollar futuras aventuras.
A pesar de todo, lo interesante es ver como se abren nuevos caminos por explorar dentro de este particular mundo de ficción. Por ejemplo, Lord Beerus aclara que Whis nos es un mero acompañante, sino que es su maestro y, por supuesto, más poderoso que él. Además, Beerus es el Dios de la Destrucción de este Universo que es el séptimo, pero hay un total de doce, por lo que quizá haya individuos mucho más formidables que él. Obviamente, esto es una forma de dejar al lector en ascuas y preparar el camino para el futuro si la serie vende bastante. Habrá que ver, eso sí, si todo a lo que hacía referencia antes se soluciona de alguna forma coherente, o simplemente se lían la manta a la cabeza y pasan del tema. Aunque seguramente sea la segunda opción la que elijan, no puedo negar que a mí por lo menos me han dejado intrigado y con ganas de ver como continúa el tema.
Por último, comentar la subtrama que se desarrolla en paralelo, la cual yo juraría que en el anime se suprimió. O por lo menos yo no la recuerdo, la verdad. En ella tenemos a Lord Champa, que por las pintas debe de ser otro de los Dioses de la Destrucción a los que hacía referencia Beerus, el cual parece estar tramando algo de lo cual no quiere que se entere este. Sea lo que sea, parece estar relacionado con unas gigantescas bolas de dragón de nuevo cuño (que de momento no se han visto), mayores incluso que las del planeta Namek, que son recogidas por los dioses del mundo Kaiôshin (ahora no recuerdo sus nombres exactos) por si acaso, los cuales están siguiendo los pasos de este misterioso personaje, que se percata de ello bastante pronto. Por otro lado, en el planeta Freezer número 17 ven mermadas sus fuerzas con la aparición de Lord Champa, por lo que deciden buscar un planeta con bolas del dragón para resucitar a su señor Freezer. Continuará...
Esto me tiene verdaderamente intrigado, porque se da a entender que hay más planetas con bolas del dragón aparte de la Tierra y Namek. Esto es lo verdaderamente interesante, además de saber que trama Champa y que deseo podría pedir un dios con su poder. No obstante, por otro lado, tenemos el enésimo posible regreso de Freezer que, todo hay que decirlo, se convirtió en uno de esos villanos verdaderamente pesados, sobre todo por culpa de la serie de animación, que convirtió aquella pelea final con Goku en una auténtica pesadilla, con los cinco minutos más largos de la historia del manga. Sinceramente cuesta ver que pueden hacer interesante con este villano, más allá de utilizarlo de vara de medir para hacernos una idea del inmenso poder de otros personajes nuevos que vayan apareciendo, pero la verdad es que es un recurso que ya cansa un poco.