Shang-Chi: Marvel Limited Edition 3: Guerra de Antaño (1977-1978) Reseña en la web de Universo Marvel:https://www.universomarvel.com/resenas-shang-chi-marvel-limited-edition-3-guerra-de-antano-1977-1978/Tercer tomo ya, de la colección dedicada a las artes marciales de Marvel por excelencia. Una nueva entrega que no lo tiene fácil, al ir situada justo tras la etapa más esencial y recordada de la presente colección, la realizada por el equipo formado por Doug Moench y Paul Gulacy.
De entrada, hay que decir que el orden de algunos de los números ha sido deliberadamente alterado en esta edición. La razón no es otra que los muchos fill-in que nos encontramos en esta etapa, incluso más que en la anterior, que entorpecen la lectura. Los problemas de calendario por parte del dibujante Jim Craig hicieron inevitable la inserción de una serie de episodios totalmente independientes al eje argumental central, de ahí que se haya optado por un orden de lectura más fluido.
Las líneas argumentales continuistas son todas obra de Doug Moench y Jim Craig, hasta que éste último es sustituido por Mike Zeck como dibujante estable.
En lo que respecta a los fill-in, el propio Zeck es quien calienta motores en la mayoría de estos números, con la única excepción de los que abren y cierran el tomo, a cargo de Keith Pollard y Pat Broderick, respectivamente. En el apartado escrito, Doug Moench se ocupa también de todos los fill-in, con la única excepción de un episodio a mitad de trayecto guionizado por Scott Edelman.
Entramos en materia con un episodio que nos trae de regreso a los personajes de uno de los números más singulares del título, el Giant-Size #4. De tal forma, la aventura recupera el tono en clave de comedia de aquel especial con el regreso del simpático taxista, Rufus T. Hackstabber, viva imagen de Groucho Marx. No contento, el guionista se inventa aquí otro personaje basado en otro cómico americano de los años 30, W. C. Fields, con lo que el carácter cómico del episodio se acentúa. Desde luego, nada que ver con lo que dejamos tras, para empezar. Por otro lado, Moench también trae de vuelta al villano del mismo Giant-Size, Garra de Tigre.
El siguiente episodio de relleno incluido en el volumen consiste en un arco de dos números. Una historia de lo más extraña que sirve para el lucimiento de Mike Zeck en largos pasajes oníricos. Una locura en la que Shang-Chi se convierte en peón de un macabro juego del mismísimo Doctor Muerte. Pero lo curioso del caso es que el arco enlaza con aquel surrealista final de la saga de Garra Amarilla, en la colección de Nick Furia, cuando aparece el Doctor Muerte jugando una partida de ajedrez con un extraño ser. La razón quizás sea rendir homenaje a Jim Steranko, maestro del dibujante de la anterior etapa de Shang-Chi, Paul Gulacy.
Entrando ya en la continuidad "oficial", a cargo de Doug Moench y Jim Craig, la escena inicial se sitúa justo tras el desmantelamiento del equipo de Sir Denis Nayland Smith en el MI-6. Pero apenas pasan unas pocas páginas antes de que sus antiguos colaboradores se vean envueltos en un conflicto. Shang-Chi, Leiko, Black Jack y Clive Reston acaban metidos todos en la misma trama, en lo que conocemos como la Saga de Guerra de Antaño.
El nombre es en referencia al villano estrella, Guerra de Antaño, un esquizofrénico que sufre continuas crisis de identidad creyendo ser guerreros históricos de toda naturaleza. Robin Hood, Atila, el Barón Rojo, San Jorge...
Lo cierto es que el personaje es perfecto para que nuestros héroes se vean envueltos en luchas ante enemigos de lo más dispar, lo que no deja de contribuir al buen entretenimiento de la saga. Y tampoco faltan algunas dosis de espionaje en la trama, cuando los protagonistas deben infiltrarse en la organización que está detrás de todo.
Sin embargo, poco queda del noir de la etapa Gulacy. Lo que tenemos aquí es un thriller de acción al uso. Digno, pero carente de esa atmósfera especial entre maloliente y poética que Gulacy sabía imprimir con su narrativa. También creo que el desenlace daba para más.
Jim Craig, por su parte, intenta imitar la estética de Gulacy, pero su narrativa está lejos de la de aquel.
Una nueva tanda de fill-in nos trae dos episodios en los que Shang-Chi se encuentra con su pasado, en forma de dos viejos amigos de su adolescencia. Dos inmejorables ocasiones para recordarnos que Shang-Chi es hijo de Fu Manchú en sendos y extensos flashbacks. Moench, Edelman y Zeck cumplen el trámite en estos dos relatos sobre la vida eterna y el miedo a morir, y sobre una de las muchas falsedades del perverso chino.
La continuidad argumental regresa con otra saga incluso más ambiciosa y extensa que la anterior.
Moench opta una vez más por la recuperación de personajes de antiguas líneas argumentales. Shen Kuei, alias el Gato, y Juliette, protagonistas de uno de los mejores arcos de la etapa Moench-Gulacy, regresan a primera línea de la colección. Y, de propina, la escultural figura sadomaso de Pavane. No faltan villanos de nueva factura, caso de Aplastacráneos, un letal servidor de Shen Kuei, y de Kogar, otro peligroso tipo que dispone de un brazo mecánico como arma.
La saga parece guardar el espíritu de los bajos fondos y ambientes turbios de Hong Kong del citado arco, pero no es más que un espejismo porque pronto deriva en lo mismo que la saga de Guerra de Antaño.
Así, Moench se las arregla para trasladar, uno a uno, a todo el equipo del MI-6 a Hong Kong/China. Shang-Chi se desplaza a la zona ante la llamada de Juliette; Nayland Smith envía a su fiel Black Jack de misión; Clive Reston también se desplaza por libre junto a su nuevo interés amoroso, Melissa Greville; y, finalmente, Leiko Wu va en busca de Shang-Chi.
El caso es que la saga pasa a ser otro thriller de acción, montado alrededor del misterio sobre unas cajas que todo el mundo ambiciona poseer. Una saga atiborrada de personajes y escenarios, larga y densa pero menos compleja de lo que cree ser.
El cambio de dibujante a mitad de trayecto tampoco ayuda nada a la uniformidad de la saga. Los estilos narrativos de Jim Craig y Mike Zeck son muy dispares. Craig intenta adaptarse a lo hecho por Gulacy en el antiguo arco del Gato, pero va perdiendo fuelle a medida que avanza la saga, y la entrada de un Mike Zeck todavía verde no logra mejorar las cosas. También es probable que los entintadores elegidos sean el peor enemigo que necesitaban los lápices de Zeck.
La cuestión es que la saga, entre ese romance un tanto forzado, el final demasiado blando y cierto desorden narrativo, no acaba de ser la gran cosa que pretendía ser.
Un nuevo enfrentamiento entre Shang-Chi y Aplastacráneos, a modo de epílogo de la saga, nos deja una sorpresa final difícilmente más descolocante. Todo para que las cosas regresen al punto de partida. Por lo menos aquí Mike Zeck, gracias al entintado de John Tartaglione, luce mucho mejor.
El último número incluido no es más que otro fill-in, esta vez con Pat Broderick a los lápices. En esta ocasión es Black Jack Tarr quien se encuentra con su pasado, en la figura de un amor de juventud. Bastante discreto.
Conclusión.Al lado del anterior volumen, no cabe duda de que este tercer recopilatorio sale bastante mal parado.
Pero tampoco es que sea un mal tomo. Digamos que tiene sus momentos y nos ofrece algunos alicientes, más que nada en el campo del entretenimiento más llano. Pero no pasa de ser una etapa aceptable entre muchas.