Cada vez más enganchado a
"The Fade Out".
Un comic que no hace otra cosa más que subir en calidad en cada capítulo, un "bizcocho" que se va cociendo a fuego lento, muy lento, con
Brubaker tomándose su tiempo para construir los personajes y darles una personalidad trabajada y creíble.
Sean Philips por su parte, tiene un don especial para dibujar mujeres. Maya, Dottie, Val, Tina... todas resplandecientes. Cuando Dottie le dice a Charlie, en una pequeña viñeta que "se siente perdida" dan ganas de lanzarse sobre el dibujo y abrazarla con ternura. Algo parecido ocurre con Melba, la mujer de Gil, cuando, aunque feliz por volver a estar rodeada por sus hijos y su esposo, parece decirle con esa mirada sonriente mientras vuelve la cabeza, "Charlie, hazme sentir mujer de nuevo". Y Maya, la que sabe enamorarte, como bien describe Brubaker
"con esa mirada que casi deja asomar su tristeza"¡Dios! ¡Cuánto glamour! ¡Qué derroche de seducción!
Las frases, la narración en tercera persona, el perdedor, todo parece sacado de alguna novela de Raymond Chandler o de alguna película de Bogart:
"Charlie era solo una polilla que había averiguado como acercarse más a la luz", toda la explicación de Brodski a Gil sobre cómo se debe convencer y atar en corto a un actor demasiado problemático o la conversación entre Charlie y Flapjack buscando información sobre la infancia de Val en el rancho:
"Charlie el cretino, piensa, mientras miente para llegar a las preguntas que de verdad ha venido a hacer. Así es como suelen actuar los detectives privados, ¿no?". Frases, que lejos de parecer trasnochadas, se ajustan como un guante al tono del comic.
La compenetración de
Brubaker y
Philips es asombrosa. Su nivel de conexión es tal que parece como si dibujo y guión se fusionasen en algo inseparable. Sirva como ejemplo una escena en la que Charlie acompaña a Maya a un evento pero éste no puede quitarse de la cabeza a Val. Brubaker nos lo va relatando cono si fueran pensamientos de Charlie, pero es Philips el que le da ese toque sutil con la mirada de Maya viendo a Charlie darle otro sorbo a su petaca, y con la que Philips refleja lo que Brubaker nos dice con palabras,
"la mirada rota detrás de la sonrisa natural".Y va tomando mucha forma y sentido, ojo, que ya lo tenía, la preciosa frase del principio del tomo, y fundamental en este comic:
"Algo en el aire hace más fácil creer las mentiras" piensa Charlie, mientras observa el cielo estrellado, porque son esas mentiras las que vertebran la obra, las estrellas de Hollywood, prepotentes y rastreras, alter-egos de sus personajes en las pelis, siempe protegidos para que el fan no sepa la verdad de sus vidas. Charlie, viviendo la mentira de un guionista de éxito al que le tienen que dictar sus guiones. O Tyler, el trasunto de Montgomery Cliff, que lejos de ser galán y mujeriego, debe ocultar su homosexualidad. Las mentiras a la prensa a la que se hace creer el romance de Maya y Tyler, mientras Charlie tiene su affaire con Maya, incluso un periodista le insta (a Charlie) a apartarse para no salir en la foto con Maya. Incluso los fans son engañados
"¿Ya has acabado con tus fans?" le pregunta Charlie a Maya, a lo que ésta replica con un
"¿fans? No saben ni quien soy. Sólo creen saberlo"Pero la peor mentira, la más cruel, es la que es llevada al ámbito más íntimo y personal, ya sea por su alcoholismo, su infancia en El Rancho, el afán de ser una estrella o por querer vivir algo sincero:
"A Charlie siempre le perdía esta parte. Los días en que te permites creer las mentiras. Esa es la mentira más dulce, la que te cuentas a ti mismo"Mentiras, mentiras y mentiras. La gran mentira de Hollywood. La mentira y la gente rota, la mirada rota y el cuerpo ausente.