He leído
Green Blood Nº 3.
Aunque la serie es una historia-río, se podría decir que en este tomo tenemos el final de la primera parte. Esto implica un cambio de ambientación y tono, cerrando el tema de los gángsteres para centrarse más en un marcado tono
western. Kakizaki no inventa nada en ninguno de los dos aspectos, pero su caracterización y desarrollo de los personajes es su principal aportación, consiguiendo que los protagonistas estén perfectamente perfilados, estableciendo la conexión necesaria con el lector. El drama humano, el amor entre hermanos y los valores de una familia son el eje central de una serie que va dejando atrás Five Points y las referencias históricas a los gángsteres de la Gran Depresión para pasar a tomar como escenario el Salvaje Oeste, en un pueblecito de St. Louis, con pistoleros a sueldo, ambiciones territoriales y la imparable expansión del ferrocarril, manteniendo como trasfondo esa historia de venganza sobre Edward King.
Como decía antes, uno de los grandes valores de esta obra es el desarrollo de los personajes, por lo que este final de ciclo está marcado principalmente por conocer los orígenes del Grim Reaper, o lo que es lo mismo de Brad Burns. Los motivos que le arrastraron a convertirse en el asesino que es y las razones por las que odia tanto a su padre hasta el extremo de querer asesinarlo. De ese modo, Kakizaki convierte al lector en cómplice del protagonista, desarrollando también al hasta ahora desconocido fundador de los Grave Diggers y los inicios de la banda. No solo
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Es curioso, como en un escenario que replica bastante bien el que se puede ver en la película de
Gangs of New York, el autor intenta introducir cierta nobleza en algunos actos, como la intención de que en el fondo lo que pretendían una serie de inmigrantes no era más que cuidar de un barrio marginal, protegerlo e intentar mejorarlo. Una tarea bastante ambiciosa que pasaba por un río de sangre y violencia que parece que lo justificaba todo. Dentro del contexto de la serie es loable ver como funcionan esos valores, pero en la realidad me temo que no encaje tan bien. Quizá Kakizaki lleve algunas cuestiones a los extremos, para que quede bien claro quién es el gran malvado de la historia, sin demasiadas ambigüedades. No obstante, gángsteres con sueños de comunidad en medio de la corrupción política y la xenofobia local se me antoja como una utopía algo extraña.
El final de los Grave Diggers trae consigo la pérdida de la doble identidad de Brad, pero también el de la inocencia de Luke, que está dispuesto a olvidar su desprecio a la violencia con tal de ayudar a su hermano. Más como una misión de justicia que de venganza. Siendo responsable en parte de la matanza de Five Points, deben evitar que un asesino y criminal de este calibre anda suelto. El tema familiar y su importancia se mantiene, pero de este modo tenemos dos hermanos con una perspectiva diferente. Quizá una más benévola e inocente, y la otra más inspirada en el odio, mostrando así las dos caras de la misma moneda con ambos personajes. Posteriormente, tendremos un salto temporal en el que pasan seis mese, donde ya vemos la evolución de Luke, y entramos de lleno en ese marcado tono
western que comentaba al principio. Realmente no se puede decir que no lo tuviese desde el principio, pero también es cierto que se han combinado otros elementos, ahora digamos que abraza con fuerza el
western, tanto en ambientación como en caracterización. Utiliza bien los tópicos para construir una historia de planteamiento más o menos habitual, donde la sorpresa esta descartada, pero también lo hace de una manera bastante sólida, consiguiendo que funcione bastante bien. Desde luego, cualquier aficionado al género no puede salir defraudado.
La búsqueda de Edward King lleva a los dos hermanos a un pueblecito de St. Louis, donde conocen a Jenny Mace, una joven a la que evitan que sea agredida en un
saloon. Más tarde, y casi por casualidad, acaban en la granja en la que ella vive con su madre, que los recibe con agradecimiento, a pesar del desdén de su hija. Durante unos días, Luke y Brad se quedan para ayudar en la granja,
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Sinceramente, no hay nada nuevo ni especial en la historia, pero está tan bien contada y transmite las emociones pertinentes que realmente eso es lo de menos. Por otra parte, sirve para ver la evolución de los personajes, continuar explorando el
leit motiv de la serie, que siguen siendo los valores familiares, y la importancia del amor maternal perdido. Por cierto, cabe destacar que en esta ocasión
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Sin embargo, debo admitir que en este manga ya se han presentado un par de personajes así, que dan incluso más miedo que la versión más cotidiana. De igual forma, me llama la atención el nombre y la estética del pistolero, porque me ha recordado mucho a una combinación de dos personajes clásicos de los
westerns de Marvel. No sé si habrá algo de inspiración o incluso alguna especie de homenaje, pero no deja de ser curioso que haya ciertas similitudes.
Una vez sobrepasado el ecuador de la serie debo decir que me está gustando mucho, y a medida que avanza estoy disfrutando con la lectura, muy amena y entretenida. Como ya digo no inventa nada, tampoco creo que lo pretenda, pero utiliza muy bien los elementos propios de los diferentes géneros para construir una buena historia que en mayor medida tiene su principal baza en la caracterización y desarrollo de los personajes. Mucho tiene que cambiar para que no termine con un buen sabor de boca, aunque los desenlaces de los manga suelen ser su punto débil. Esperemos que con una obra tan corta no sea así.