Tormenta en el Oeste La guerra con los apaches está cada vez más cerca, pero la sensatez de Cochise no deja de sorprendernos. Consigue convencer al resto de jefes de la tribu apache que deben evitar muertes innecesarias. A pesar de la traición, deben intentar llegar a un acuerdo. Los casacas azules liberan a los prisioneros, y ellos los dejan marchar fuera de sus dominios. Además, para reforzar su negociación, han hecho a sus propios prisioneros blancos. Uno de ellos será el encargado de ir al fuerte para exponer los términos.
Por si no quedaba del todo claro en la anterior entrega, volvemos a ver a los indios como alguien muy lejos de ser los villanos de la historia, todo lo contrario, suelen ser los más razonables ante la situación. es curioso que, precisamente a ellos, se les llame salvajes. Pero el odio irracional de Bascom complica las cosas aún más, ya que el acuerdo le parece un chantaje y no tiene pensamiento de doblegarse ante los que ni siquiera considera como sus semejantes. La actitud de Bascom es una locura que pone en peligro a los civiles. Su odio, su racismo, toda su actitud huele a intolerancia. Al final, la acaba pagando con Crowe, al que humilla de forma injusta y lo manda al calabozo. Esta situación es perfecta para transmitir al lector la impotencia que sienten los presentes ante los inconscientes actos del Mayor. Todo parece abocado al desastre, se dirigen irremediablemente a una guerra; una que no pueden ganar. Rodeados por más de 2000 apaches, llevan las de perder.
Craig quiere jugar una última baza, de forma desesperada, pero el coronel Dickson sigue muy enfermo, casi al borde de la muerte, y ni siquiera las palabras de su hija hacen mella en Bascom. La última esperanza reside en el ingenio de Blueberry. En el volumen anterior ya nos quedó claro que el teniente es un hombre de recurso, algo que conforme avanza la historia se hace cada vez más palpable. En esta ocasión, urde un plan para salir del fuerte y poder salir tanto a pedir refuerzos como por la medicina necesaria para curar a Dickson. Craig será su apoyo en esta alocada idea, aunque Bascom también acepta a regañadientes. tengo que reconocer, que a estas alturas el tipo este me cae fatal, casi comienzo a odiarlo. Este es un síntoma claro de que los autores están consiguiendo una buena caracterización de personajes.
El plan consiste en utilizar un pequeño carricoche (tílburi) tirado por un caballo, con la cola ardiendo, en cuyo interior se aloja un barril de pólvora y un muñeco de paja, a modo de señuelo. Esto supondría una distracción, mientras Blueberry se marcha dirección a Tucson. Pero cuando todo estaba preparado sucede algo que retrasa los planes del teniente. Blueberry descubre que Crowe ha escapado del calabozo y ha liberado a los prisioneros indios. El teniente se ve en la obligación de detenerlo, ya que lo considera traición, a pesar de que no está demasiado conforme con la situación en la que están envueltos. Cree que hay otra forma de solucionarlo sin cometer alta traición. No obstante, no tiene tiempo de dar la alarma, cuando es noqueado, mientras escapan. Esto, de alguna forma, supondrá una distracción extra para que Blueberry pueda iniciar su viaje hacia Tucson.
Creo que debemos hacer un alto en el camino, porque los últimos acontecimiento merecen un pequeño análisis. Los personajes de esta serie comienzan a mostrar grandes complejidades. Ya vimos algunos retazos mientras el protagonista hacia pareja con Craig y aquí ocurre algo similar con Crowe, al que tendremos de vuelta un poco más adelante.
Blueberry es un personaje muy complejo y su forma de actuar aquí resulta algo complicada de entender. En el tomo anterior usaba la corneta para evitar las muertes de los indios, mientras que aquí no hace la vista gorda con uno prisioneros que iban a colgar al día siguiente. El teniente sabe que todo lo que está sucediendo está mal, incluso a pesar de mostrar una conducta que no se ajusta con rectitud militar, aquí sí lo hace. Tengo que reconocer que me sorprende mucho su actitud aquí, al igual que, posteriormente, se enfrenta a indios que luchan en una guerra provocada por Bascom, mostrando ciertos momentos de ese odio a los indios, a pesar de que su forma de ver las cosas no se asemeja a esa postura. La vida en el oeste es muy dura, debe defender su vida a toda costa, pero en algunos momentos parece que no acaba de definirse bien su postura. Hay momentos en los que Blueberry no parece el mismo, pero es fácilmente achacable a esa supervivencia instintiva del ser humano. Personajes complejos, tramas elaboradas, buen dibujo. Esto comienza a apuntar maneras.
El plan ideado por nuestro protagonista sale bastante bien y comienza un largo viaje para el personaje. Casi me atrevería a decir que es un viaje sin retorno, pero a la historia todavía le queda un poco para aseverar algo así. La cuestión, es que este viaje supone el cambio de dirección que nuestro amigo
Taneleer Tivan comentaba antes. El anterior volumen nos mostraba el comienzo e una serie coral, sin embargo, a partir de este momento, el teniente Blueberry acapara toda la atención. A medida que avanza la lectura, se nota perfectamente ese cambio. Un cambio, que no tiene porque ser malo. De hecho, este tomo me ha gustado un poco más que el anterior y me ha dejado con muchas más ganas de saber como continúa la historia. También es cierto, que el texto final de los autores ayuda un poco a esa sensación, pero el disfrute de la lectura es ya innegable.
El viaje de Blueberry es bastante accidentado, como se podía prever. Lo primero que debe evitar es las continuas patullas de apaches y navajos que se va encontrando. De nuevo deberá recurrir a su astucia para superar su inferioridad numérica. Posteriormente, inicia su caminar por el desierto para acortar camino, pero no contaba con que los indios envenenaran el agua del único pozo que le permitiría beber el líquido esencial. Esto provocará que se salve de la muerte por muy poco, gracias a un cactus, aunque su montura no lo conseguirá. Cabe destacar lo exhaustiva con la realidad que se vuelve la obra, creo que admite la comparativa con el Principe Valiente de Foster. Vemos pequeñas notas aclaratorias como la del agua que contiene los cactus, los nombres de ciertos elementos de la época y cosas así. Esta claro que hay una documentación tras este tebeo, donde se pretende tener cierta rigurosidad con la realidad, igual que hizo Foster. Esto se pone interesantes por momentos.
Blueberry llega a Diamon's Ranch, pero sus problemas no han terminado aún, ya que en las ruinas de la hacienda se topa con Mexicanos, los cuales trafican con armas y sus clientes son los indios. El plan de los cuatreros es entregar a su presa a un tal Chato, con el que hacen negocios. El teniente tiene otros planes y consigue escapar del rancho. Solo diré, que se le da un pequeño giro al último deseo de un condenado.
Finalmente, Blueberry llega a Tucson, pero es un pueblo fantasma. Bueno, en realidad está a punto de serlo, pero aún queda un hombre dispuesto a defender sus posesiones de la inminente llegada de los apaches. De esa forma, nuestro protagonista tendrá un apoyo mientras consigue la medicina para el coronel, a la vez que debe enfrentarse a los indios que pretender arrasar el pueblo. Giraud consigue que la escena sea realmente trepidante de principio a fin. casi se te corta el aliento mientras el protagonista salta de tejado en tejado. A estas alturas, la historia te tiene totalmente atrapado, al menos en mi caso. No hay un momento de respiro y la cosa todavía tiene que complicarse un poco más...
El abuelo, que quedó de retén en Tucson, revela algo realmente importante y que nos expone la cruda realidad. La absurda guerra ha propiciado que todos los soldados más o menos cercanos se replieguen. No hay ninguna ayuda posible, en Fort Navajo están solos y, prácticamente, deben esperar la muerte. Aquí entra en escena la nobleza del protagonista, que dio su palabra de que volvería. Aún sabiendo lo que le espera de hacerlo, su decisión es totalmente firme. Vuelve para morir con sus compañeros. Sigo pensando que el personaje está en construcción, incluso creo que esto no termina de encajar en la primera impresión que se transmite sobre Blueberry. También es cierto, que el personaje es un poco más complejo que un categórico bien y mal. No se pueden obviar los matices y aquí hay muchos.
No os volveré a cansar con el ingenio del oficial par salir de Tucson, pero bueno, ya os lo podéis imaginar.
Comienza el camino de vuelta, el cual se nos hace un poco más corto.
La sorpresa es mayúscula. No hay nadie en el fuerte, pero encuentra signos de lucha con los apaches. No obstante, se encuentra con Crowe. Sus primeras palabras son bastante agresivas. le acusa de traidor y alguna cosa más, aunque el mestizo se defiende intentando convencerle de que su única idea es que acabe el conflicto sin más víctimas. No acabo de entender porque Blueberry es reacio a las palabras del mestizo y fomenta cierta desconfianza. Quizá ese instinto de supervivencia, que comentaba antes, sea la respuesta. Sea como sea comienza una colaboración vital para desentrañar el misterio que lo desencadenó todo: quién mató a los Staton y secuestró a su hijo.
Crowe parece tener la respuesta, pero para ello necesita que Blueberry le ayude a demostrarlo. Como ya sospechábamos,
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De eta colaboración surge algo sobre lo que volveremos próximamente, ya que Crowe habla en favor de Blueberry y solo él podrá llegar a un acuerdo con Cochise. Nadie que no sea el teniente puede estar en presencia del jefe de los apaches. Ojo, porque esto puede ser importante en el futuro próximo.
Tras un tiempo siguiendo el rastro, y gracias a las habilidades de Crowe, consiguen dar con sus perseguidores. El problema es que solo son dos. Deben esperar el momento propicio para entrar en el poblado, rescatar al niño y salir pitando de allí. para que Blueberry lo consiga Crowe hará de señuelo. Ambos hombres se despiden como amigos. Blueberry consigue llegar a la frontera de Texas, libre de indios. Queda en el aire el paradero de Crowe y la complicada misión de paz de Blueberry. Continuará...
Creo que poco más puedo añadir, que no haya dicho ya. Aumenta mi sensación de que la historia va de menos a más de forma constante. Además, la sensación que te deja la lectura es la de querer saber más y más. La lectura se vuelve adictiva, lo cual es otra buena señal.