He leído
Tarzán de Russ Manning tiras dominicales Vol. 5.
Retomo la lectura de la serie tras el
anterior comentario.
Nueva entrega de una colección que respira aventura
pulp por los cuatro costados y que en cada nuevo volumen se aprecia una mayor evolución de Russ Manning tanto a nivel gráfico como argumental. Sus ilustraciones tiene una fuerza increíble, aunque sí que se nota que el ritmo de producción no permite el detallado acabado de otras ocasiones, además de que necesitó apoyo en algunos momentos para terminar las planchas, aunque no se especifica de quién. A mí me ha parecido ver la mano de Gil Kane en algunas ocasiones, pero a saber. No obstante, si bien es cierto que se observan algunas irregularidades, son nimiedades con respecto al resultado final, que es de notable alto, con un increíble dominio de la anatomía y una eficaz narrativa con composiciones de viñetas muy interesantes y propia de los
comic-books. Asimismo, cabe destacar la labor de colorista de Manning, cuya paleta de colores aporta mucha vivacidad y dinamismo a las historias y el entorno en el que se desarrollan.
En el nivel argumental, vemos a un Manning muy maduro, que se adentra en la década de 1970 con bastante soltura. Volvemos a ver como la tira se convierte en una serie coral, donde los protagonistas se van alternando, desarrollando algunas tramas de forma simultánea, de manera que en ciertos momentos se van solapando. Una estructura narrativa bastante compleja para una página dominical, que quizá leída semana a semana debía ser un poco raro seguir el hilo conductor de la trama, pero que a buen seguro sale ganando con este tipo de edición en recopilatorios. Aunque debo admitir que desde le principio la etapa de Manning me ha gustado mucho, llegados a este punto, y dentro de un canon propio del tebeo clásico, la serie está ganando muchos enteros a nivel argumental. Manning combina ideas propias con material de la saga literaria, ofreciendo un conjunto de líneas argumentales más o menos marcadas, pese a que se engarzan unas con otras. También trabaja mucho en el tratamiento de los personajes, aunque posiblemente las mujeres no salen muy bien paradas. Por ejemplo en esa escena donde Bu-Don trata a Carla de un forma machista poco apropiada para el siglo XXI. Sin embargo, más allá del contexto histórico, hay que decir que las historias nos introducen en un mundo salvaje muy primitivo, donde impera la ley del macho alfa, por lo que en cierta forma quizá tenga cierta justificación esa escena y otras. Con todo, pese al tiempo transcurrido desde su publicación, creo que estas tiras siguen ofreciendo una lectura con cierta frescura, y a penas les ha afectado el paso de dicho tiempo. En mi opinión, creo que se pueden disfrutar igualmente y desde luego son una lectura de aventuras muy amena y divertida. Yo, al menos, me lo estoy pasando francamente bien.
Al inicio de este volumen, tenemos el final del arco argumental protagonizado por Korak, en el que junto a Muviro ayudan a una familia que intenta establecerse lejos de la sociedad, pero que acaba en las manos de un civilización de locos que controlan a leones y ofrecen sacrificios humanos a dioses inexistentes. En el prólogo, tenemos una reflexión muy acertada de cómo esta historia hace un especial hincapié ne la belicosidad de la raza humana, sin necesidad de estar anclado a una jungla de asfalto. Después continuamos con las aventuras de Tarzán y Jane, que son capturados por unos Hombres-Bestia, que también tienen a Carla y Bu-Don, su nueva pareja. Los dos macho deberán enfrentarse, pero Tarzán busca una salida alternativa que les permite escapar de la situación con bastante éxito. A continuación, los cuatro quieren regresar al pueblo de Bu-Don, Kor-Lur, para recoger al resto de sus amigos antes de volver a casa. Sin embargo, son sorprendidos por una riada, lo que les retrasará en un viaje se supervivencia entre multitud de dinosaurios. Asimismo, regresamos con Samie y el hombre hormiga, Joiper, que sufren los actos del actual regente de Kor-Lur hasta la llegada de Bu-Don, que se ha separado de Tarzán y su amigos, debido a que le afecta el agua. De ese momo, es un especie de juego del gato y el ratón, Bu-Don sale en busca de su amigos, mientras ellos llegan a la ciudad. Bu-Guru intentará acabar con Tarzán y los que le acompañan, para evitar que su pueblo se vea manchado por las costumbres extranjeras, utilizando para ello a un gusano gigante. Como era de esperar, sus planes no salen como él pensaba...
Además del machismo al que hacía mención antes, a lo largo de esta saga tenemos la lucha por las libertades, la xenofobia, el racismo y otros temas que ayudan a que la trama no sea una aventura sin ningún tipo de trasfondo, sino que tenga algo de base que la enriquece. Por ejemplo, como esa reflexión final en la que se nos explica que la naturaleza no es buena o mala, sino que simplemente se rige por unas leyes que quizá no somos capaces de comprender, y mucho menos de respetar. Un mensaje naturalista que encaja muy bien con la esencia de la obra de Burroughs y que vuelve a poner de manifiesto lo bien que la había captado Russ Manning, por lo que no es de extrañar que fuese capaz de realizar una etapa de tanta calidad y uno de esos clásicos imperecederos.