Nick Furia, Agente de SHIELD: Omnigold tomo 2: ¿Quién es Escorpio? (1968-1970) Segundo y último tomo que recopila la serie inicial de S.H.I.E.L.D.
Tras el éxito del serial mientras era editado dentro de Strange Tales, parte por entero incluida en el primer volumen, la colección pasó a tener cabecera propia y nueva numeración. Por desgracia sólo fueron 15 números los que se alargó, justamente los que se conforman este segundo volumen.
Es de suponer que Jim Steranko, creador de todo en el tramo final de la serie en Strange Tales, fue el artífice del paso de la colección a título propio. Un Steranko que sigue su andadura en los primeros números que ocupan el presente volumen.
Los números de Steranko incluidos en este tomo quizás sean los mejores que el autor ha realizado para la serie. Curiosamente, lejos de las largas sagas construidas anteriormente, estamos ante números autoconclusivos de géneros de lo más diverso. Su arte gráfico también se eleva a las más altas cotas, siempre gracias a sus composiciones espectaculares y grabados psicodélicos.
En el primer número incluido nos presenta a un nuevo villano, Escorpio, en una compleja trama donde Steranko juega a confundirnos mezclando diferentes subtramas de género negro, formando un tejido sin fisuras. Un relato de visible aroma pulp que posiblemente sirvió de fuente de inspiración al tándem Moench-Gulacy para su Shang-Chi.
La segunda historia entra de lleno en la ciencia ficción, en una premisa que apunta a línea argumental de varios números pero que Steranko resuelve en uno sólo. El relato acaba por mezclar la ajena filmación de una película en los aledaños del punto de acción, en un ejercicio de surrealismo que bien podría haber sido obra de Steve Gerber.
El terror es el género que sorprendentemente cataloga la tercera historia. Resulta evidente la influencia de Arthur Conan Doyle y su Sabueso de Baskerville en una oscura trama de páramos y perros infernales, como tampoco creo que sea casual que uno de los personajes se llame Mycroft, como el hermano de Sherlock.
Tras un número de relleno realizado por Roy Thomas y Frank Springer, en el que se vuelve a relatar la entrada de Nick Furia como líder de S.H.I.E.L.D., la etapa Steranko llega a su fin con el cuarto y último de sus números incluidos en este tomo.
Una de sus mejores historias relatadas, donde recupera a Escorpio, que apuntaba a villano-némesis de Furia. El villano se hace pasar por Nick tras retenerlo y a su vez hacer pasar al protagonista por un S.D.V. que la organización gubernamental va a someter a mortales pruebas. Recordemos que los Señuelos Dotados de Vida son un proyecto que consiste en producir copias exactas de Furia y otros agentes para usarlos como cebo.
Números, los de Steranko, de complejas tramas y diálogos densos. Nada que ver con la Casa de las Ideas creada por Stan Lee, donde priman la emoción, el entretenimiento y la lectura fluida. Sin duda una apuesta diferente, ni mejor ni peor, pero que hay que reconocer que se desvían de la senda distintiva de la editorial.
Tras Steranko… y hasta el final.La inesperada marcha de Steranko trae consigo cierto desconcierto en la parte creativa. Demasiados cambios en los autores, en algunos casos dentro de un mismo número, que intentan hacer lo que pueden, con resultados desiguales.
Archie Goodwin coge el timón temporalmente, contando con un irregular Frank Springer a los lápices, que a ratos intenta dar continuidad al legado visual de Steranko.
Historias también autoconclusivas que desde mi punto de vista no llegan a unos mínimos. Una floja aventura que guarda el espíritu de los relatos cortos de sci-fi de la era Atlas. Luego una lucha contrarreloj de Nick contra una alucinógena droga que lo matará a las seis horas. Y finalmente una historia de lo más manida y tópica sobre un tal Supremus, el enésimo personaje que quiere apoderarse del mundo.
La cosa no mejora cuando Gary Friedrich se hace cargo de la parte escrita. Siguen las historias autoconclusivas, algunas sin apenas desarrollo, en las que el bueno de Friedrich recupera al Aborrecedor con intención de convertirlo en la amenaza permanente para Furia.
El Aborrecedor no es otro que Adolf Hitler encapuchado. O un clon del mismo. U otro clon diferente al presentado en la serie de los 4 Fantásticos. El caso es que lo que parecía un efecto sorpresa al final de aquella lejana presentación, sin trazos de darle continuidad, Friedrich lo convierte en norma. Para mí torpemente.
Una de las tramas es de auténtica risa. Resulta que un anticuado Nick Furia acude a regañadientes a un concierto de rock a la última, acompañando a su chica. Situación que aprovecha el Aborrecedor para lanzar su rayo de odio hacia los componentes del grupo. Y como todos sabemos que los jóvenes odian a los adultos pues eso, que los músicos matarán al único maduro de la sala. O por lo menos ese es el razonamiento al que llega el amigo Friedrich.
La parte final de la colección recupera al fin los desarrollos argumentales a lo largo de varios números. En un principio resulta interesante lo que nos cuentan Steve Parkhouse, que escribe un solo número, y Gary Friedrich, pero acaba resultando muy confuso y difícilmente descifrable. Por un momento he llegado a deducir que todo lo acaecido en los números 12 y 13, el número en que Nick es un fugitivo de la justicia y el del Superpatriota, no eran más que imaginaciones de Furia observadas por el doctor Kraus y los agentes de S.H.I.E.L.D. a través del Psicoproyector.
Especialmente el número 14 está bastante mal explicado. Se supone que Furia ve su rostro al quitarle la máscara al Superpatriota producto de sus miedos, pero no nos cuentan qué rostro tiene el personaje realmente, si es que tiene otro.
Total, para al final encontrarnos con el recurso fácil de que Hydra está detrás de todo.
Por lo menos la labor narrativa de Barry Smith primero y Herb Trimpe en los tres números finales, es efectiva, aunque sus acabados son toscos en ambos casos.
Precisamente en el último número de la serie, que va por libre, nos encontramos ni más ni menos que con el asesinato de Nick Furia. El autor es un tal Bullseye, que parece que no tiene nada que ver con el personaje que haría fortuna en Daredevil, pero que es claramente un embrión del mismo.
Antes de cerrar el tomo todavía hay espacio para un par de números más.
El primero no pertenece a Nick Furia sino a la colección de los Vengadores, obra de Roy Thomas y Sal Buscema. En el mismo se da continuidad al villano Escorpio y sobretodo supone la presentación de la banda del Zodiaco. Para sorpresa de propios y extraños Escorpio resulta ser Nick Furia disfrazado, para poner todavía más confusión al embrollo de los últimos números. Porque ninguna explicación se nos da de por qué sigue vivo.
Por si fuera poco, Furia confiesa la identidad de Escorpio, que conocía desde el último número de Steranko. Un pegote de lo más facilón, para mí nada convincente.
El último número incluido es una aventura aislada de Nick Furia editada siete años más tarde en la colección Marvel Spotlight. Un relato que no está mal ejecutado por Jim Starlin y Howard Chaykin.
El tomo se resume rápido. Desde mi punto de vista son muy recomendables los cuatro números de Steranko, mientras que el resto es bastante prescindible.