Doctor Extraño: tomo 4 (pendiente) (1977-1981) Reseña en la web de Universo Marvel:https://www.universomarvel.com/resenas-doctor-extrano-tomo-4-pendiente-1977-1981/Con el fin de no dejar huecos entre tomos dejo aquí la reseña del que será el cuarto volumen Omnigold del Doctor Extraño.
Los números incluidos en el tomo deberán ser Doctor Strange 23-46, Man-Thing 4, Marvel Fanfare 5 y 8, Chamber of Chills 3 y 4.
Tras la metafísica etapa de Steve Englehart y la posterior "bajada a la Tierra" de Marv Wolfman, que vivimos en la anterior entrega de las aventuras del Doctor Extraño, llegamos al volumen recopilatorio que recoge la primera etapa guionizada por Roger Stern y la de Chris Claremont.
Pero antes de empezar con Stern nos encontramos con una última saga correspondiente a la corta etapa de Marv Wolfman. Una línea argumental, en realidad escrita entre Wolfman y Jim Starlin, que precisamente finaliza Roger Stern, por lo que tiene sentido su inclusión en este volumen en lugar del anterior.
El apartado gráfico, dentro de esta saga inicial, se lo reparten entre Jim Starlin, Al Milgrom, Rudy Nebres y Tom Sutton. Este último entra como dibujante más o menos estable de la primeriza etapa de Roger Stern.
El Doctor Extraño regresa al Cuadraverso en busca de respuestas. El Cuadraverso es algo así como un espacio dimensional dividido en cuatro zonas que sigue su propia lógica. Allí, nuestro hechicero descubre como los Creadores, seres reinantes del Cuadraverso, pretenden dominar los universos alterando el tejido de estrellas que les dan vida. Con ayuda de Apalla, una estrella en su forma humana, Extraño intenta impedirlo, pero lo único que logra es acelerar el proceso. A su regreso a nuestro mundo junto a Clea y Wong, Extraño observa los catastróficos resultados de su acto.
Básicamente, nos encontramos ante otro paseo de nuestro hechicero por universo desconocido y lleno de amenazas, dentro de una trama que en este caso adolece de cierta sensación de improvisación posiblemente por el alterne de guionistas. Al menos, visualmente da para despliegue imaginativo con el que alegrar la vista.
Roger Stern: primera toma de contacto.A Roger Stern le toca resolver el rompecabezas de la saga iniciada por Wolfman. Antes del aterrizaje del nuevo guionista, Starlin había complicado un poco más las cosas devolviendo al Anciano de regreso a su yo corpóreo y haciendo responsable de todo el tinglado al Intermediador, un personaje creado por él mismo en la saga de Warlock. El Intermediador es una especie de ente garante del equilibrio en el cosmos, una pieza que puede servir para cualquier cosa que le va de perlas a Stern para resolver la papeleta. El resultado es otra batalla místico-cósmica del Doctor Extraño en la dimensión del Intermediador, primero contra un viejo conocido, Stygyro, y finalmente contra el propio Intermediador. Otro despliegue visual muy bien ejecutado por un Tom Sutton más comedido de lo habitual. Quizás sea por el entintado de Ernie Chan, pero el dibujo de Sutton luce aquí más realista que en otras de sus obras, especialmente en lo que atañe a las figuras.
Dejada atrás la saga inicial del volumen, el siguiente paso enfrenta al Doctor Extraño a un habitual de la colección de Daredevil, el Rondador de la Muerte. Un episodio autoconclusivo más modesto, con Halcón Nocturno como héroe invitado, que da paso a algo de mucha mayor dimensión.
Un relato de género terrorífico sirve de presentación para un nuevo antagonista, el Morador de las Tinieblas, otro gobernante de dimensión oscura que permanece oculto tras las incontables amenazas que debe afrontar nuestro protagonista a lo largo de toda esta etapa. En realidad, es un personaje que ya había hecho su estreno en el título de Thor que Roger Stern decide reciclar como enemigo jurado del Doctor Extraño.
El Morador de las Tinieblas forma una especie de triunvirato del miedo junto a Pesadilla y D'Spayre, pero posee su propia idiosincrasia. Si Pesadilla se alimenta de los sueños, el Morador es la encarnación del miedo de la humanidad. Su arma es el Gran Miedo, un poder al que invoca para que abrace a sus víctimas. O sea, que el tipo se nutre del canguelo ajeno.
La cuestión es que el nuevo y poderoso antagonista de Extraño pronto la toma con el hechicero, a quien ve como un valioso trofeo con el que alimentar su ego. De esta forma, nos vamos encontrando con diferentes líneas argumentales en las que el Doctor afronta las amenazas que el gobernante de la dimensión de las tinieblas le va remitiendo, como es el caso de una criatura demoníaca que proviene de las cloacas o de la Tejedora de Sueños. Episodios bastante discretos a los que tampoco ayuda la participación de algún autor invitado, especialmente Alan Kupperberg, que dibuja un número con resultados nefastos.
Lo mismo se puede decir de un par de episodios de relleno, sobre todo el primero a cargo de Don McGregor y Ricardo Villamonte. En él, un Doctor Extraño en peligro mortal acude a su amigo Namor para derrotar a Alaric, un mago que blande una espada de origen atlante.
El otro episodio, guionizado por Ralph Macchio, entra más en continuidad, pero tampoco destaca especialmente. Pesadilla entrega al Doctor a su viejo enemigo Cyrus Black, desembocando en una violenta batalla central y un final reflexivo para Stephen.
Por fortuna, Roger Stern cierra esta primera toma de contacto con el Doctor Extraño con la mejor línea argumental de la etapa, aunque en realidad quien se ocupa de los guiones (o dialogos) es Ralph Macchio quedando Stern como argumentista.
Tom Sutton también se despide de la colección, pero dos números antes que Stern. Dos números que corren a cargo de Gene Colan, que vuelve así a su puesto como dibujante regular del Doctor Extraño. Un Colan, por cierto, muy bien entintado por Dan Green.
Entrando en materia, el Morador de las Tinieblas vuelve a ser el omnipresente villano en la sombra. En esta ocasión, el oscuro villano se vale de un par de demonios que Roger Stern se trae, junto a otros dos humanos, de un par de relatos de terror independientes.
En 1972, en pleno arranque del renacimiento de los monstruos clásicos por parte de Marvel, la editorial aprovechó la ocasión para lanzar alguna colección de relatos cortos de nueva factura a la antigua usanza. El caso es que Roger Stern se acuerda de dos de esos relatos aparecidos en el título Chamber of Chills, y les da continuidad integrando a sus protagonistas en el arco que nos ocupa.
Para mayor comprensión de la historia, los dos relatos vienen incluidos en este recopilatorio. Ambos obra del guionista Gardner Fox, el primero de ellos, dibujado por Ernie Chan, nos presenta a Marcia Trent, una mujer cuyo cuerpo no proyecta sombra al habérsela robado el demonio Ningal. El segundo relato esta dibujado por Howard Chaykin y cuenta como el aventurero Murdoch Adams intenta acabar con el reinado del demonio Ludi.
Volviendo a la trama del Doctor Extraño, las sorpresas no terminan aquí porque Victoria Bentley vuelve a reaparecer en la colección, tras largo tiempo, y Roger Stern también nos recuerda que hubo un tiempo en que Stephen Strange tomó la identidad de Stephen Sanders. Pero quien resulta ser una pieza fundamental de los planes del Morador de las Tinieblas es el Caballero Negro. O lo que queda de él, porque recordemos que la Encantadora lo convirtió en una estatua de piedra años ha.
La trama está bien hilada y la idea del influjo del miedo, aunque no es nueva, es buena. Pero lo mejor es la entrada de Gene Colan, que con su capacidad única para crear ambientes lúgubres propios del terror gótico se adueña de la función.
La etapa Chris Claremont.El cambio de nombre en el apartado escrito significa una ruptura respecto a lo que iba desarrollando Roger Stern. Bien es cierto que Claremont hace una tímida referencia al pánico latente en la mente del Doctor Extraño, pero eso es todo. No volvemos a saber nada más ni de esta contrariedad, ni del Morador de las Tinieblas, pese a que en la anterior saga prometía seguir poniendo en apuros a Stephen.
Todo lo contrario, Claremont rápidamente lleva a la colección a su terreno, introduciendo un nuevo elemento secundario e invitando a personajes de otras de las colecciones que guioniza. De este modo, una vecina de Stephen descendiente cheyene, Sara Wolfe, hace su estreno en la colección y se convierte en su secretaria. Por otra parte, ya en la primera línea argumental Claremont inserta un crossover con la colección del Hombre-Cosa, colección en la que justo se estrenaba también como guionista.
Tras el ataque de un par de demonios con aspecto humano que se hacen llamar los Asesinos del Ojo, hace irrupción el gran antagonista de la historia, que no es otro que el Barón Mordo. El archienemigo del Doctor Extraño urde un plan para hacerse con el control de la humanidad: abrir las siete puertas del caos para liberar al Demonio del Caos. Para ello, Mordo necesita un libro de conjuros guardado en las arcas del Vaticano y posteriormente ofrecer trece almas al Demonio mediante un rito satánico. Almas entre las que se encuentran las de Ted Sallis (el Hombre-Cosa), su amiga Jennifer Kale y un antiguo amor de Stephen Extraño, Madeleine St. Germaine. En medio de todo ello, el Doctor Extraño vive una violenta batalla con Azrael, otro hechicero creado por Mordo.
La historia funciona mucho mejor desde el lado del Doctor Extraño que del del Hombre-Cosa. Una trama compleja que no está nada mal, donde lo mejor sigue siendo Gene Colan. Llama la atención la abismal distancia entre el número correspondiente a la serie del Hombre-Cosa, dibujado por Don Perlin, y los dibujados por Colan.
En paralelo al comentado arco se ha ido gestando una nueva línea argumental que obtiene su desarrollo a continuación. El Doctor Extraño parte al rescate de los desaparecidos Wong y Clea, y termina metido en una aventura de espada y brujería en otro mundo. Un mundo al que accede a través del Espejo Negro, un portal interdimensional.
Claremont también aprovecha la ocasión para tirar de otra de sus creaciones y se trae a los N'Garai de las páginas de la Patrulla-X, aprovechando su condición de raza demoníaca. A ello hay que sumar un flashback explicado por Wong relativo a un ancestro suyo y el añadido de una historia de amor imposible, obteniendo como resultado una mezcla de ideas dispersa y, en general, una historia desubicada dentro de esta serie.
Chris Claremont finaliza su corta estancia como guionista del Doctor Extraño con otra historia de demonios, esta vez ambientada en la misma Mansión del Doctor. La historia parece más una excusa para poner en ridículo a un incrédulo redactor del Daily Globe que otra cosa. Posiblemente, la intención de Claremont era la de introducir un nuevo personaje secundario en la figura del redactor, pero lo cierto es que, tras la marcha del guionista, nunca más se supo.
El último episodio incluido correspondiente a la serie regular del Doctor Extraño es un número de transición a cargo de David Michelinie y Kerry Gammill, justo antes de la llegada del nuevo equipo creativo.
Extraño y Clea viajan a Roma donde se ven envueltos en una historia de la Antigua Roma. Una historia discreta sobre una hermandad de protectoras y una brecha a una realidad alternativa que amenaza al universo conocido.
El tomo cierra con dos relatos protagonizados por el Doctor Extraño incluidos en la colección Marvel Fanfare.
El primero de ellos precisamente esta guionizado por Chris Claremont. El guionista viene acompañado por el futuro dibujante regular de la colección, Marshall Rogers.
La historia coge el hilo del relato de complemento protagonizada por Clea que se incluyó en un número de los Defensores. El villano de aquella historia, Nicodemio, pretende arrebatar a Extraño su poder de Hechicero Supremo. Lo mejor es sin duda el trabajo gráfico de Rogers.
El otro episodio correspondiente a Marvel Fanfare es francamente olvidable, más que nada por el horrendo dibujo de Carmine Infantino. Peter Gillis escribe esta historia sobre un tipo que juega a ser mago y termina en la Dimensión Oscura, lugar dónde reside el Acechante Nocturno, un titán a quien recordaremos de la colección de Hulk.
Conclusión.Un tomo menor, por lo menos respecto al anterior, pero no necesariamente un mal tomo.
Tanto Roger Stern como Chris Claremont no logran cuadrar etapas lo suficientemente sólidas, si bien tienen algunos momentos.
Lo mejor, indudablemente, acaba siendo Gene Colan.