He leído
One Piece Nº 103.
Retomo la lectura de la serie tras mi
comentario.
Una vez más, diría que nos acercamos al final de la saga de Wano, pero sinceramente no sé si es que me estoy autoengañando yo solo, o simplemente son mis ganas de que realmente esto llegue a su fin. Estamos ante un arco argumental que sigue alargándose hasta lo impensable, con una narrativa confusa y un lío argumental de proporciones cómicas. La lectura me ha dejado sentimientos encontrados. La primera parte del tomo me ha gustado, dejándonos momentos impactantes y con ciertas dosis de épica. La segunda, por el contrario, hemos entrado en el desbarre y no me ha gustado tanto. El nuevo nivel de Luffy me ha parecido una ida de olla tremenda, sin demasiado sentido y con elementos sacados de la manga por Oda, que no me han convencido en absoluto. Es una pena que una obra como esta acabe degenerando en un producto así.
En esta entrega, la trama central está dominada por la pelea entre Kaido y Luffy durante dos fases muy diferenciada. En la primera, el sombrero de paja lleva al extremo sus poderes y pone a Kaido contra las cuerdas. Incluso tenemos la sensación que está a punto de vencer. Sin embargo,
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Nada más lejos de la realidad, ya que
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A mí todo esto no me convence por muchas razones. Es cierto que el CPO ha estado siguiendo el desarrollo de la lucha desde el principio, poniendo especial énfasis en la importancia de mantener a salvo un secreto relacionado con los foneglifos, de ahí que ordenar eliminar a Nico Robin siga el curso natural de las cosas, aunque el personaje ni siquiera se deje ver por estas páginas. Tampoco desentona que ante la posible derrota de Kaido, el gobierno quiera deshacerse de Luffy y los suyos, por suponer una amenaza ante la nueva era que parece estar a punto de empezar. Sin embargo, todo el tema del interés del gobierno por la fruta goma goma y su importancia con respecto al control que quieren ejercer, surge así de pronto, o yo al menos no recuerdo haberlo visto mencionado antes. Es cierto que la tenía Shanks y Luffy la comió por error, pudiéndose hilvanar algo conspiranoico con ello, pero todo está trazado de forma muy burda, teniendo en cuenta como suele Oda planear este tipo de cosas. Además,
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A mí me ha dejado la sensación de un autor que se queda sin ideas para dar un giro lo suficientemente importante que sirva para llevarnos al desenlace de un pelea que no sabe muy bien como finiquitarla sin que el protagonista salga vencedor. Lo dicho, una pena que una serie que ha tenido siempre unos estándares de calidad tan altos, llegue a estos extremos para hacer avanzar sus tramas. Y lo peor es que ya hemos visto algo similar con Sanji y su transformación Germa.
El resto del tomo es un caos narrativo del que supongo que uno se va acostumbrando con el paso del tiempo. De todas formas, es absurdo ver escenas de una o dos viñetas que es cierto que sirven para ponernos un poco en contexto de la situación, pero que también sirven para dejar al lector muy perdido, siendo incapaz de reconocer a todos los personajes que van saliendo y su ubicación en un escenario, que al fin y al cabo no es tan grande como parece. Es solo una isla flotante... Cabe destacar el enfrentamiento entre Kid y Law contra Big Mom,
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Aquí sí creo que Oda realiza un gran trabajo, con dos piratas que pese a sus diferencias se han unido para derrotar a uno de los emperadores. Tiene la dosis perfecta de dramatismo y tensión, así como un poco de épica. También sirve para llevarnos a ese punto de inflexión en el que nace una nueva era de piratas, dispuestos a cambiar el mundo, no sin antes acabar con piezas importantes de la vieja generación. De ese modo, tiene un mayor valor la presencia de piratas de la vieja guardia como Jinbei, Marco o Izô, que apoyan a la banda de sombrero de paja, considerando que no solo son el futuro, sino que también tiene la filosofía de aquellos que fueron tan grandes como Barba Blanca y Rogers. Sin duda, es lo más importante de toda esta saga llena de altibajos, que estamos ante un importante relevo generacional, y en esta ocasión se escapa al control del gobierno mundial.
Otro momento que me ha gustado mucho es la victoria de Zoro o el importante papel de Yamato, siempre dispuesta a todo para evitar el inminente desastre, además de insuflar ánimo a Momonosuke, ese líder en ciernes que debe servir de apoyo a un pueblo oprimido que dirige sus pasos hacia la libertad. Todo lo demás es mucha paja que solo sirve para engordar una saga que se está haciendo eterna. Quizá me quedaría con el momento en el que parece que Orochi recibe su merecido o la intervención de Jinbei para sofocar el gran incendio o el papel de Raizô. Pero, a grandes rasgos, todo lo que se sale de la trama principal se convierte prácticamente en un incordio que no permite avanzar la historia y que solo sirve para marear al lector en un escenario donde se mueven cientos de personajes, algunos que solo han aparecido en unas pocas viñetas, sin espacio real para un desarrollo mínimo. Espero que el próximo tomo nos lleve al final de Wano, y las aguas puedan volver a su cauce.
Por último, destacar que en la parte final de este volumen se promociona la película Red, que a ver si saco tiempo para verla, aunque la premisa tampoco me atrae demasiado, salvo por el descubrimiento de que Shanks tiene una hija. También me gustaría mencionar que veo a Oda en baja forma en el tablero de dibujo. No se ha perdido definición, es cierto, pero lo veo un poco más tosco de lo habitual. Incluso su narrativa ha empeorado mucho, lo que permite que te pierdas a veces de una viñeta a otra, sobre todo en varias splash pages. Creo que estuvo enfermo no hace mucho, y seguramente eso influya, pero lo cierto es que en esta saga para transmitirse cierta desidia en diferentes aspectos. Otro motivo más para lamentar el estado de la serie actual, una historia de piratas con dragones borrachos y hombres de plastilina. Ver para creer...