He leído Coleccionable La Espada Salvaje Nº 42.
Este volumen ofrece unas historias bastante discretas, suponiendo quizá el primer bajón significativo de la colección hasta el momento. No deja de ser una lectura entretenida, pero apenas ahonda en ninguno de los conceptos, explotando la faceta más superficial del género. Además, dejamos de contar con un equipo creativo fijo, alternándose diversos autores que ya han pasado por la revista, lo que podría ser un signo de agotamiento de ideas. La edición española mantiene el patrón de las últimas entregas, incluyendo cuatro relatos de Conan, dos por número americano, con sus defectos y sus virtudes, así como con sus carencias en la traducción, que ya hemos reflejado ampliamente en anteriores comentarios. Parece que llegamos a la parte más dura del magacín.
"El sueño de un imperio" es una historia escrita por Michael Fleisher que tiene como trasfondo la unificación de diversas tribus de la Edad Hyboria bajo el liderazgo de Zarmi, una muchacha que adoran y temen por igual, debido a una serie de poderes propios de una bruja. Su sueño de unificación comienza por acabar con el reinado de Yezdigerd en Turan, pero este se beneficia de la presencia del cimmerio en su reino, al que contrata para comandar a su ejército. El relato no se puede decir que sea malo, aunque incurre en algunos errores dentro de la cronología del cimmerio, además de ofrecer un argumento no demasiado sólido. A diferencia que en otros trabajos de Fleisher, no se detiene a desarrollar un poco a la villana de la aventura, Zarmi, que nos deja con la duda de si realmente tiene poderes sobrenaturales o son en realidad trucos de magia y lo que realmente presenta es una personalidad atrayente, cualidades propias de un líder que quiere revolucionar el mundo. Por otra parte, es prácticamente imposible que Yezdigred no reconozca al cimmerio, por mucho que diga que le recuerda a alguien de su pasado, no solo por que tuvo una estrecha relación con él, sirviendo en su ejército, sirviendo a su padre o incluso como enemigo de sus maquinaciones. Quizá tendría que consultarlo con una mayor profundidad, pero así de primeras, me parece equivocado que el otrora príncipe de Turan no tenga más que un recuerdo vago de un bárbaro cimmerio que conoció en su juventud. Más allá de estos errores, tampoco termina de encajar el comportamiento de Conan con Zarmi, casi como si la conociera de algo. Se puede entender que el cimmerio no mata a mujeres, debido a su particular código de honor, pero se muestra demasiado apático ante la revolución que en cierta forma encaja con su forma de pensar. Realmente es una pena, porque las bases sobre las que se asienta el relato son muy interesantes, en esa lucha de clases sociales en las que profundizaba el propio Howard mediante la fantasía heroica, pero la verdad es que Fleisher se queda en la superficie, utilizando a los protagonistas de un modo distinto al esperado.
El apartado gráfico corre a cargo del dibujante Dave Simons, al que Planeta acredita erróneamente en la primera página de la historia como Art Simmons. Ya es la segunda errata de estas características que me encuentro en dos tomos consecutivos, parece que los de la editorial barcelonesa no estaban muy finos en esos momentos. El trabajo del artista es bastante discreto, a pesar de que gran parte de su formación la recibió de la leyendo del cómic americano John Buscema, en una serie de talleres que impartió, antes de conseguir que el editor Rick Marshall lo fichara para trabajar en Marvel. Si no recuerdo mal, ya había aparecido en algunos pin-ups de la revista, pero a mí me ha transmitido la sensación de un dibujante un poco verde. Su trazo es algo irregular, sobre todo a la hora de los planos cortos, y le falta un poco de definición, teniendo en cuenta el altísimo nivel que ha presentado el magacín en ese aspecto hasta el momento. Como curiosidad, añadir que participó en el argumento, en colaboración con Fleisher, que repite el mismo experimento que realizara con el propio John Buscema, cuyos resultados fueron mucho mejores en todos los aspectos.
A continuación, tenemos "Mitra nos proteja", un complemento escrito por Don Kraar, un habitual en estas lides en las últimas entregas, acompañado de los artistas William Johnson y Rey García, también bastante ligados a las aventuras del cimmerio en el mundo del cómic. La historia gira en torno a la posibilidad de que los pictos se unan al culto de Mitra, algo que resulta muy complicado, a pesar de los esfuerzos de un sacerdote de la orden. Conan intentará convencerlo de su causa perdida, pero nada mejor que la experiencia personal para que sirva de aprendizaje. Es curioso como este tipo de historias va enfocada a un patrón similar, utilizando el recurso de la fábula de transmitir alguna enseñanza. Como relato de complemento no está nada mal, destacando especialmente la fuerza del dibujo, que juega muy bien con los volúmenes de las figuras, resaltando al protagonista de cada escena, y dejando en un segundo plano a los actores secundarios. Narrativamente también resulta interesante, quizá incluso más que argumentalmente hablando.
"En busca del altar de Luma" es un título que no deja de ser engañoso, ya que la propuesta del escritor Larry Yakata se centra en una serie de pruebas que deben superar los aspirantes a este encargo, en lo que podríamos considerar una entrevista de trabajo en la Era Hyboria. La lectura es amena y divertida, donde se potencia algunas de las virtudes del cimmerio de forma acertada, mientras en otros aspectos su comportamiento resulta extraño y demasiado hosco, incluso para él. La competición nos granjea una aventura emocionante, al estilo de las pruebas de Hércules, que tuvo su equivalente en cierto irreductible galo, además de una conspiración de fondo, en la que se intenta poner de manifiesto que el mundo civilizado no está preparado para hombres como Conan, capaces de ir de frente, con la sinceridad más abrumadora posible y cuyos actos marcan la diferencia. de ese modo, se masca la conspiración y la traición, desenlazando en una beneficiosa tarea para nuestro protagonista norteño. Por otra parte, tenemos una historia de amor paralela, que al contrario que en otras ocasiones no está sustentada en la pasión o el atractivo físico, sino en la arrolladora personalidad y forma de ser de Conan. Esto me ha parecido particularmente interesante, ya que el guionista no es capaz de explicar la reacción negativa del cimmerio ante la propuesta. Por primera vez su modo de actuar es un poco extraño, incluso demasiado arisco con alguien que realmente lo apoya no por banalidades, ni siquiera por riquezas o interese personales, sino simplemente por ser como es, un hombre con un código de honor tan particular como férreo, que a todas luces resulta incorruptible.
En el tablero de dibujo tenemos a Ernie Chan, el cual no necesita presentación. A pesar de que ha destacado en su faceta de entintador, yo pienso que como dibujante de Conan no lo hace nada mal. En este relato utiliza buenos recursos narrativos, así como una combinación de espectacularidad y efectividad, además de que su trabajo está plagado de detalles, aprovechando al máximo un formato como el blanco y negro. Sé que tiene algunos detractores, que no está a la altura de Buscema, al que es obvio que copia en estilo y referencia, pero creo que también es justo resaltar que una pequeña parte del Conan de Thomas y Buscema es contribución del artista filipino, que en muchas ocasiones tuvo que trabajar a partir de bocetos bastante esquemáticos, teniendo que realizar una importante parte del trabajo artístico de una de las mejores etapas del personaje. Por lo tanto, con sus carencias, y viendo lo que ofrecen otros dibujantes en la revista, nunca está de más ver un poco de Ernie Chan en la serie. En mi opinión, todos salimos ganando.
Finalmente, cerramos con "Un lugar tranquilo", un nuevo relato de complemento de Don Kraar, que en esta ocasión opta por dotarlo de cierto tono humorístico, con un Conan furioso por intentar dormir en una posada, lo que llevará a la eliminación de los gallos mañaneros, con tal de procurar al cimmerio su deseado y merecido descanso. Nadie escapa a la furia de Conan, ni hay descanso para los malvados, salvo en la tumba. Como relato de complemento quizá no se le pueda pedir mucho más, pero el aspecto más negativo se encuentra en el dibujo de Tony Salmons, cuyo estilo y forma de representar la creación de Howard sigue sin convencerme en absoluto. Un triste cierre para un volumen más flojo de lo habitual, que quizá no augura nada bueno en las próximas entregas. Crom nos coja confesados...