He leído Coleccionable La Espada Salvaje de Conan Nº 33.
Estamos ante un nuevo volumen de la colección, donde se producen algunos cambios en el equipo artístico, al menos de forma temporal. Destacar que seguimos en una línea de entretenimiento y divertimento, explotando todos los elementos propios del género, y saltando a momentos dispares en la cronología del personaje. Como viene siendo habitual, saltan a la vista expresiones y modismos propios de este siglo en los diálogos, algo verdaderamente sangrante en e este tomo, donde es imposible quedar sobresaltado al leer cosas como "qué coño pasa", "joder", "mierda" y un abanico de lo más variado en expresiones que distan mucho de lo que debería ser la Era Hyboria. Sinceramente, es un tema que no me gusta repetir, pero es que en esta entrega se repiten una y otra vez en una misma página incluso. Aun queriendo pasarlas por alto, solo por la repetición y la continuidad de su empleo, es imposible. No sé quién tiene más culpa aquí, el traductor o el corrector. En fin, u capítulo negro de esta edición que se ha extendido a otras ediciones de la editorial, al convertir a García de Isusi en el traductor fijo del personaje y sus cómics. Obviamente, ya no tiene solución, al haber terminado la serie de publicarse, pero está claro que aquí falla algo y a nadie parece importarle.
Centrándonos en los contenidos, comenzamos con "Los enanos de la muerte de Estigia", uno de los dos relatos que incluye este volumen escrito por Michael Fleisher. El escritor muestra aquí su mejor y su peor faceta al mismo tiempo. Es decir, la historia es entretenida, tenemos al protagonista envuelto en una de sus aventuras que lo llevan al corazón de Estigia, donde proliferan los hechiceros y los adoradores del dios Set, pero también adolece de aquellos defectos propios del guionista a la hora de confeccionar argumentos de una mayor extensión. Si en el anterior volumen hablábamos de lo bien que es capaz de conectar todos los sucesos de la trama, aquí vemos como se rellenan páginas con escenas que realmente no contribuyen en nada al núcleo central de la historia, sino que simplemente sirven para mostrar a Conan peleando con enemigos que parecen crecer bajo las rocas. El propio relato tiene un extenso prólogo que abarca bastantes páginas hasta ponernos en situación. Ya metidos en harina, tenemos una serie de elementos algo bizarros como las peleas de enanos con apuestas o la extraña recompensa que ofrece el rey cuando le salvan la vida. Entiendo que después de repetirse tanto ciertas situaciones, hay que ir haciendo cambios, para que el lector no tenga la sensación de estar leyendo siempre lo mismo con otros personajes, pero aquí veo a un Fleisher menos inspirado que en los últimos números. Y después está el extenso epílogo, al que le sobran varias páginas, llevándonos a un desenlace trágico que se veía venir a la legua y que casi se nos ha telegrafiado muchas páginas antes. Como decía, no está mal, es una lectura entretenida, pero Fleisher ha demostrado que puede hacerlo mucho mejor.
En el apartado gráfico tenemos a Val Mayerik, entintado nada más y nada menos que por Vince Colletta, el por muchos temido entintador, conocido por su uso de la goma de borrar. El trazo de Mayerik es mucho más fino que el habitual de Buscema, pero también es un artista que se maneja muy bien en la espada y la brujería como ya ha demostrado anteriormente en otros trabajos o en su contribución a la serie del Hombre-Cosa, junto al escritor Steve Gerber. Sinceramente, a pesar de la presencia de Colletta, el dibujo sigue a un buen nivel. En lo relativo al cimmerio, y no me cansaré de repetirlo, siempre se echa de menos a John Buscema, un auténtico maestro con un lápiz en sus manos, pero dentro del género ha habido otros buenos dibujantes y Mayerik es uno de ellos. Desde luego, la revista siempre contó con grandes ilustradores, algunos muy beneficiados del formato en blanco y negro.
Después tenemos "La noche de la rata", volviendo a la época del cimmerio como mercenario y llevándolo hasta la perlada Kithai, la versión hyboria del lejano oriente. Para esta historia regresan al tablero de dibujo dos viejos conocidos como son John Buscema y Ernie Chan, cuyo arte tiene un sello característico difícil de igualar. Destacar que la primera página es sustituida por una portadilla de avance de lo que nos encontraremos en el interior, que muestra una magnífica ilustración de este dúo artístico tan icónico para el cimmerio. También tenemos de vuelta aquellos entornos en los que Fleisher se mueve con mayor comodidad como son las intrigas palaciegas, con raptos de princesas, robos de joyas de prometidas y cultos a dioses crueles como es el Dios Rata. Además, se incluye un personaje femenino, Cuervo de las Nieves, que representa casi una versión de Red Sonja, pero en lugar de ser una diablesa de la espada es más bien un alma gemelo del cimmerio en lo que robo y traición se refiere. Teniendo cierta debilidad por las mujeres hermosas, el cimmerio tendrá que poner ojo avizor a esta tunante, que parece ir siempre un paso por delante. Creo que el personaje tiene lago de gancho, quizá no tanto como algunas de las féminas más importantes en la vida del cimmerio como Valeria, Sonja, Zenobia o Bêlit, aunque no me suena que fue utilizada posteriormente.
Sin duda, esta historia está mucho mejor que la anterior, no solo por la presencia del mayor de los Buscema, con su fuerza narrativa y su potencia gráfica, sino porque tenemos un guion mucho más sólido, un argumento dinámico y entretenido y una historia mucho mejor orquestada. Fleisher también suele dar una de cal y otra de arena, en esas facetas de un escritor que a pesar de tener cierto oficio y contar con planteamientos interesantes, no siempre es capaz de desarrollarlos de manera sólida, mostrando algunos agujeros argumentales. De hecho, aquí vemos como la ladrona de ojos endrinos siente algo más por el cimmerio que una simple competición por demostrar quien consigue los beneficios por encima del otro. No obstante, Fleisher deja el tema en el aire y muestra cierta ambigüedad en el asunto, posiblemente abriendo las puertas a una recuperación del personaje en el futuro, para llevar esa tensión sexual a otro nivel o mantenerla en el mismo estado. la cuestión es que lo que podemos apreciar como una irregularidad, quizá sea algo hecho aposta para hacer funcionar la interacción entre los protagonistas.
Finalmente, tenemos un nuevo poema. En esta ocasión corre a cargo de Alan Zelenet, cuyo verso no me acaba de convencer del todo, aunque a mí la rima y la poesía nunca me ha terminado de llamar la atención, ni siquiera la de los grandes clásicos, acompañado por el artista Ron Wilson, entintado por Dave Simons. Ron Wilson no lo hace nada mal, aunque no es que estemos ante un género en el que destaque demasiado. Su arte es más convencional de los superhéroes, y eso también se nota. Su mayor fallo reside en el diseño del calzado de Conan, el cual hay que hacer un verdadero esfuerzo por no ver dos botas con piel de vaca moteada, sobre todo en la última página. Para mí uno de los complementos más flojo de los últimos tomos, aunque debo reconocer que hay aspectos de las ilustraciones que sí me gustan bastante, aunque haya resaltado más lo que no me gusta. De todas formas, este colofón no enturbia el resto del volumen, que se mantienen en esos límites adecuados para el entretenimiento y el disfrute para los aficionados a la fantasía heroica y para los fans de Conan. No creo que haga falta pedir más.