Hace pocos días me acabé Pluto. A mí sí me ha gustado, pero no me quedo con la impresión que esperaba de estar ante una obra maestra. Digamos que ha quedado un poco por debajo de mis expectativas, más que nada por lo bien que hablaba todo el mundo de este manga. Quizá padece del síndrome alforja, ya que se antoja a ratos un tebeo alargado, con un misterio por desvelar que resulta postergado innecesariamente. Sin embargo, está bien cómo Urasawa va encajando pulcramente las piezas del misterio.
Hay, con todo, bastante valor en el cómic. Por una parte, está de rabiosa actualidad a partir de todos los avances que está habiendo en IA aunque eso, por otro lado, recuerda también qeu Blade Runner ya lo puso de manifiesto hace más tiempo aún con sus replicantes, solo que aquí no hay, como tal, distopía. Por otra, es claro el paralelismo político con el que procede Urasawa, muy hijo de su tiempo, de aquellos 2000, aquellas armas de destrucción masiva inexistentes y en fin, tantas cosas que sucedieron a raíz de la invasión estadounidense de Irak. La recreación de ese escenario está lejos de ser sutil y, sin embargo, remozada en ese contexto futurista, no queda como algo obvio o manido. Y en fin, luego están las peleas de robots, siempre entretenidas.
Finalmente, poco puedo decir del homenaje a Astroboy. Más que homenaje, en realidad. Pero no he leído el tebeo, ni lo conocía más que de oídas cuando me recomendaron Pluto.
No me parece, en definitiva, un manga que pueda igualar a otros que me han cautivado, singularmente los de Taniguchi o el Adolf de Tezuka, pero es una buena lectura. Que no es poco.