He leído Ken Parker Nº 27.
Llevaba cierto retraso con esta serie y ahora por fin puedo ponerme al día. Esto tomo me ha gustado mucho más que el anterior, aunque no sé por qué tengo la sensación de estar leyendo una colección que se acerca su final. Giancarlo Berardi vuelve a ponerse al frente de los guiones, y eso es algo que se nota mucho, ya que regresan dos de los aspectos que han acompañado al personaje durante la mayor parte del tiempo, que no son otras que el drama huma y las historias de detectives. El Salvaje oeste no es más que un escenario de fondo, un momento histórico, por así decirlo, lo realmente importante son los personajes y sus historias, cargadas de humanidad y sentimentalismo. Creo que en este volumen vuelve a subir la calidad de las historias, aunque debo admitir que a mí me ha gustado mucho más la primera que la segunda.
Comenzamos con "Pioneros", un relato escrito por Berardi y dibujado por Giorgio Trevisan. Cabe destacar el trazo sucio, casi abocetado de Trevisan, que en un principio yo he asociado a las circunstancias de la historia, pro poco a poco veremos que es realmente el estilo que prima en este cómic. Reconozco que al principio me ha costado digerirlo un poco, pero al final me ha gustado tanto que cuando ha entrado en escena Ivo Milazzo me ha producido cierto rechazo. Desde el principio, el artista italiano me ha parecido de un estilo demasiado sucio, y bastante impropio de un formato para el blanco y negro, algo que se hace aún más patente si cabe en la segunda historia de este tomo. No es un mal dibujante, al menos no creo personalmente que lo sea, pero no me termina de gustar su estilo, y en ocasiones consigue sacarme de la historia. De hecho, el segundo relato creo que hubiese sido mucho más disfrutable con otro artista. Tevisan, por e contrario, con ese rayado continuo consigue transmitir mucho mejor las sensaciones, hace las veces de sombreado y encaja mucho mejo en el blanco y negro. Sin embargo, las portadas de Milazzo para la colección son una pequeña joya artística, por lo que me hace pensar que quizá es el ritmo de publicación el que supone una traba para desarrollar su arte en toda su plenitud. Sea como sea, es un gran artista, aunque a mí no me termina de convencer.
Continuando con la historia en sí, hay que reconocer que Berardi es capaz de narrar un drama familiar de forma que resulte bastante interesante. Su forma de construir los personajes es una de sus principalidades habilidades, las cuales podemos ver aquí en todo su esplendor. Parker recoge a un hombre en mitad de una tormenta de arena, llevándolo a su casa, lo que le lleva a verse acogido por una familia de granjeros que se encuentran en la ruina. Su presencia en el seno familiar insuflará una nueva fuerza y determinación, pero también surgirán emociones no esperadas que se resuelven de un modo más natural de lo esperado. La historia tiene reflexiones de todo tipo, empezando por la dura vida del colono norteamericano, en una época en la que muchas personas perseguían un sueño, pero no todos lo conseguían. Uno de los motivos que nos presenta Berardi es el desconocimiento de la agricultura, la caza y el entorno, que suponen un gran escollo para aquellos que cambian de profesión sin saber realmente donde se meten. Asimismo, tenemos el tema de la religión, por ejemplo, que confronta en ciertos aspectos con la vida libre y con sentido común de Parker, quizá con muchos valores más apreciables que la fe ciega y sin reservas. También surgirá el amor, la atracción de dos personas en una situación compleja, pero que ante todo actuarán bajo el respeto. Sinceramente, la figura de Parker está muy bien retratada, y en ningún momento el personaje es contrario a su esencia, pero iremos viendo como todo se desarrolla con la naturalidad de la vida misma, lo que hace que conecte de tal forma con el lector que es muy dificil no empatizar. Es un drama muy intenso, con momentos verdaderamente duros, pero se nota que Berardi sabe moverse en este tipo de tramas, sacando lo mejor de sí mismo. Tengo que decir que me esperaba otro final, o por lo menos parecía que la historia tendría un desenlace diferente, pero sea como sea, Berardi encuentra el punto adecuado para la conclusión de una historia que, bajo mi punto de vista, es la mejor del tomo y una de las mejores de la serie, porque es el ejemplo perfecto de que Ken Parker, no es un western como los demás.
Finalizamos este recopilatorio con "Boston", un episodio que tiene dos parte muy diferenciada, aunque tiene un pequeño nexo de unión. En esta ocasión, Berardi lleva al extremo su pasión por las novelas de detectives y sitúa a Parker en el mismo tren que a los mejores detectives del mundo mientras se comete un delito en el trayecto entre Omaha y Boston. Llama la atención que estos distinguidos personajes queden más o menos bien perfilados por Milazzo, incluso se mencionen sus apellidos, pero no su nombre completo. La verdad es que con la pasión que ha mostrado Berardi por los misterios, me esperaba algo mejor, o quizá el emborronado trazo de Milazzo tampoco ha contribuido demasiado. De todas formas, bajo mi punto de vista, el guionista es el principal culpable, ya que no establece una trama clara, sino que está bastante difuminada en la presentación de los personajes y en el modo en el que todos suben al tren. De todas formas, el homenaje a los grandes clásicos del misterio está servido, así como una pequeña nota humorística, que sirve para ridiculizar algunas de su teorías absurdas , refrendadas por la resolución a manos del propio Ken Parker. Berardi aprovecha también para colarnos algunas referencias relacionadas con los personajes, como pueda ser la presencia de Chevalier Auguste Dupin, un detective creado por Edgar Allan Poe que protagonizó ”Los crímenes de la calle Morgue”, un relato al que se hace referencia con motivo de la presencia de un gorila en esta historia. También tenemos a Hercules Poirot, un habitual de las novelas de Agatha Christie, que sirve para colar la resolución de uno de sus casos más famosos transcurrido también en un tren, el Orient Express. Asimismo, tenemos a Sherlock Holmes, que es quizá el que sale mejor parado con sus deducciones imposibles, además de otros personajes más desconocidos como Phil Vance, creado en los años veinte por el escritor S. S. Van Dine, y que sería llevado a la gran pantalla hasta los años cuarenta. Y el último de los invitados creo que es Ellery Queen, que además de ser un personaje de ficción que protagonizó muchas novelas de misterio, era el seudónimo que utilizaban dos primos para escribir dichas novelas. En fin todo un homenaje al género y a algunos de su protagonistas más relevantes a lo largo de la historia.
La segunda parte de este episodio cambia totalmente de registro, ya que nos centramos en uno de los momentos más esperados desde hace mucho tiempo, el reencuentro de Parker con su hijo indio, así como con Belle, la mujer que le prometió cuidarlo hasta su regreso. De nuevo nos internamos en el drama humano, no solo en el aspecto racial, sino también en como afecta a un niño la separación de su padre. También tenemos los cambios en la vida de Belle y la repercusión que pueda tener el regreso de Ken. Pero, sobre todo, está el impacto de un hombre del salvaje oeste en la gran ciudad, donde se encuentra fuera de su entorno, aunque para los ojos de muchos sea algo parecido a un héroe de la patria. Todo esto parece presuponer un cambio próximo en la vida de Parker, que está decidido a ejercer de padre y no alejarse de su hijo. Un nuevo capítulo en la vida de nuestro trampero sentimental, que esperamos leer en el próximo número de la colección...