Flash Gordon 1940-1942
Retomo la lectura de la serie tras mi
anterior comentario.
Poco a poco nos acercamos al final de la etapa de Raymond en este formato que algunos compañeros foreros han llegado a denominar "sábana". A pesar de que a Dolmen se le siguen colando algunas erratas en los textos, muy cantosas pero no tan numerosas en la cantidad, si hay algo que cada vez me gusta menos es este inmenso formato tabloide, por mucho que afirmen que es por mantener la fidelidad con el original. Aunque reconozco que le he cogido el truco y he podido disfrutar mejor de la lectura en los últimos volúmenes, después del calvario que supuso los primeros tomos, llegando incluso a sacarte de la lectura, sigo pensando que se le podía haber ajustado un poco el tamaño, en detrimento del formato original. No obstante, también hay que admitir que el arte de Raymond se disfruta mucho con este tamaño.
Respecto al contenido en sí mismo, creo que se reafirma mi opinión de la anterior entrega. Asistimos a una época de cierta estabilidad, donde Raymond no experimenta tanto a nivel narrativo y muestra una clara influencia de la tira de Hal Foster,
Pince Valiant. Tanto en la técnica de la ilustración como en la calidad de los acabados, dando una sensación de un mayor acercamiento a la pintura que al dibujo del cómic tradicional, además de la eliminación de bocadillos, siguiendo la tendencia narrativa de Foster. Por otra parte, Raymond continúa centrado en su canon de belleza, mostrando a personajes exultantes en ese aspecto, donde brilla con especial intensidad la hermosura y sensualidad de sus mujeres, figuras destinadas a desestabilizar emocionalmente a los protagonistas masculinos. A su vez, son quizá el punto flaco de la colección, y su presencia obliga a repetir una serie de esquemas que van desde el puro triángulo amoroso, la necesaria salvación o la en ocasiones incordiante perseguidora. Después de llegar a este punto, me reafirmo en que a pesar de la calidad de la tira, el tratamiento de los personajes parte de unos conceptos tan básicos que provoca que esté un peldaño por debajo de la obra de Foster, la gran referencia a la hora de establecer importancia y calidad dentro de las diferentes tiras más o menos contemporáneas. No obstante, sí que ofrece una lectura divertida e interesante en otros aspectos, sobre todo en ese empleo de la ciencia ficción o la capacidad para generar una serie artefactos que enlazarían casi con nuestro presente, pero que resultan novedosos para la época. De ese modo, se pone de manifiesto una vez más que Flash Gordon mantiene un equilibrio entre la influencia de la que bebe como la que supuso posteriormente para el mundo del cómic. En este tomo, por ejemplo, vemos un uniforme que viste Flash Gordon como técnico subterráneo, que es una clara inspiración para el clásico uniforme del Flash de DC.
A mí lo que más me gusta es la capacidad inmersiva que tiene la serie desde cualquier punto en el que te introduzcas en la lectura. da igual que el anterior tomo hace meses que lo leyera, es empezar la primera página y ya estamos viajando al planeta Mong, recuperando el hilo conductor con suma facilidad. Eso, desde luego, es un signo de la calidad de la tira, pese a esa tendencia a recurrir con demasiada regularidad a un tratamiento de personajes algo superfluo, sobre todo entre las féminas, que se convierten en el principal eje conductor de las tramas en muchas ocasiones. Además, es algo que se repite en las aventuras de Flash y en las de Jim de la Jungla, por lo que satura un poco en ciertos momentos durante la lectura simultánea de ambas serie, algo que comienza también a ser un lastre. No sé si sería una mejor opción dividir el tomo en dos partes, una centrada en Flash Gordon y otra en Jim Jungle, porque la opción conjunta respetando la original no me parece del todo buena para la experiencia lectora.
Si hablamos de influencia, no podemos dejar la ocasión para hablar de la influencia de un hecho que conmocionó al mundo durante la época en la que se publicó el contenido de este volumen, lo que provocó que Raymond oscureciese un poco el tono de las aventuras y conectase ne cierta forma con la Segunda Guerra Mundial, reflejada en mayor o menos medida en ambas secciones de la tira. Es curioso, porque ne las primeras páginas vemos esa influencia de Foster combinando el humor y las aventuras, para poco a poco centrarnos en una aspecto cada vez más bélico. La batalla contra Ming se recrudece, se abandona las tácticas de guerrillas y el concepto de revolucionarios por la libertad para afrontar una fase en la que tenemos una guerra más clara y evidente, con el empleo de armas que nos recuerdan a tanques o la presencia de campos de concentración donde se torturan a los prisioneros. Curiosamente, la primera mitad del tomo nos lleva a un punto de inflexión en el que Flash consigue liberar al planeta extraterrestre de su tirano para establecer una nueva época regentada por la paz y un gobierno formado por diferentes regentes del planeta, en un pequeño repaso por el plantel de secundarios que han pasado por la serie. A partir de ahí, la influencia bélica se acelera, produciéndose un hecho que parecía más que improbable, con el regreso de Flash y sus amigos a la Tierra. De ese modo, tendremos la presencia del héroe en un mundo en conflicto, ingresando en el ejército e intentando que las ventajas tecnológicas que pueda aportar supongan la diferencia contra un enemigo que tiene claros tintes nazistas, aunque se omita incluso su procedencia. Una potencia beligerante es como se define a un enemigo que sirve como desencadenante para el cambio de escenario, combinando la ciencia ficción con el cómic bélico y las intrigas propias del espionaje más clásico. Raymond se alistaría en le ejército, algo que marcaría en grado sumo sus principales obras y que marcaría también ese papel de héroe de la nación que representan sus protagonistas.
Tras un periodo en este planeta azul, nuestros protagonistas regresan para buscar radio en Mongo, con la intención de traer el mineral necesario para las armas que ofrecerían una ventaja contra el oponente beligerante innombrable. De ese modo, Raymond nos devuelve al escenario habitual y regresa a la tónica habitual de reinos olvidados y desconocidos de un planeta que siempre está dispuesto a ofrecer nuevos desafíos, pero que en el fondo no es más que la misma base de otras aventuras, con bellísimas reinas que son traicionadas y con nuestro apuesto héroe y su novia dispuestos a restablecer el orden y la justicia. Como decía antes, cómics muy entretenidos, dinámicos, terriblemente adictivos incluso, pero que en muchas ocasiones nos muestran ciertas carencias de Raymond como guionista, que debe suplir con su magnífico arte. O quizá es ese pequeño anacronismo de una época en la que funcionaban mejor este tipo de argumentos que leídos semanalmente nos destacaban tanto, pero que en recopilaciones suponen una importante diferencia y posiblemente necesitemos de un poco de situación histórica en ciertos momentos. Con todo, me gustaría recalcar que aunque es evidente su presencia, tampoco es algo que no te permita disfrutar de su lectura, ni creo que sea un hándicap suficiente para denostar la importancia y calidad de la tira, pero sí es algo a tener en cuenta y creo que resta un poco de calidad con respecto a Príncipe Valiente, la otra gran tira de la época y de la historia, perteneciente también a
King Feature Syndicate. Además, siendo totalmente honestos, personajes como Dale Arden también tiene su papel relevante y ofrecen figuras de mujer arrojada y valiente, quizá demasiado para su época. No obstante, estos destellos de originalidad acaban soterrados un poco por ese contante y empalagoso temas de celos, raptos o intentos de ligar con Flash de toda fémina que aparece por la cabecera. Aunque bien se podría establecer cierto equilibrio más o menos interesante en un análisis pormenorizado de la obra, ese uso de la mujer algo anticuado o la repetición de recursos narrativos en torno a estos temas amorosos de forma superflua está muy presentes, y creo que forma parte inherente de la época en la que fue concebida la obra. Por lo tanto, creo que es justo mencionar este aspecto, por muy buena que pueda ser, y de hecho lo es, Flash Gordon, o el importante papel que supuso para el cómic a nivel mundial posteriormente.
Por último, hablar un poco de
Jim Jungle, una tira que sufre una importante transformación en estas páginas. Y no me refiero a nivel narrativo o gráfico, ya que consigue una estabilidad de 4 viñetas casi de forma permanente, sino más bien a el cambio que vemos en le protagonista. Jim concluye sus aventuras tradicionales para convertirse en un aliado de su gobierno, investigando casos propios del espionaje, aunque se elijan ciertos paisajes selváticos o entornos más silvestres. De hecho, llega un momento en el que incluso se convierten en capitán del ejército de los EE.UU. liderando una misión muy importante para el Gobierno. Como no podía ser de otra forma, es un nuevo reflejo de la influencia de la Segunda Guerra Mundial, que hizo mucha mella en el autor y que no solo implicó a su obra, sino que le impulsaría a participar activamente en el conflicto. Por lo tanto,
Jim Jungle pasa a convertirse ne un cómic contra quinta columnistas y amenazas de la paz mundial hasta llegar incluso a tener un carácter bélico marcado. Yo sigo observando aquí muchos conceptos que el autor reutilizó en Rip Kirby, sobre todo en ese aspecto tan similar de Jim con el detective, así como su particular forma de actuar o su conflicto interior entre una rubia y una morena. Aunque diría que Jim se queda con la morena y Rip con la rubia, siendo quizá la mayor diferencia. Pero tanto su carácter noble como su pasión por la justicia nos presentan a dos personajes que casi parecen un calco el uno del otro. Como ya decía anteriormente, lo peor de todo es lo que sufre la experiencia lectora con ambas tiras de manera simultánea, así como ese constante juego amoroso y el deseo de unas bellas mujeres por cazar a Jim, que solo ansia aventuras y mantenerse soltero. Por otra parte, también se observa, sobre todo en la fase final del tomo, que la trama no avanza demasiado, suponiendo una pérdida de interés en ese marcado tono bélico, desarrollado con excesiva lentitud. También influye que al final, en ambas series se comienzan a ver patrones similares con el tratamiento del conflicto real, que la lectura aún sufre más por ello. A mí, personalmente, y aunque su publicación es todo un hito en nuestro país, comienza a resultarme un estorbo y estoy deseando que la recopilación se centre solo en Flash Gordon, para dejar de lado esta lectura a dos bandas. Además de que influye que su calidad se ha visto un poco mermada y el género que aborda tampoco me interesa demasiado. De todas formas, me he quedado con ganas de ver como remata su etapa Raymond y tengo curiosidad por ver como lo hacen sus continuadores. Pero eso, como suele decirse, es algo de lo que hablaremos otro día.