He leído
La Espada del Inmortal Nº 30.
Tras un parón de más de un año, por fin puedo leerme la conclusión de esta fenomenal serie. Finalmente, ha sido Planeta la que ha publicado el último tomo de la colección, donde se cierran todas las tramas. Tengo que reconocer que el tiempo transcurrido desde el tomo anterior ha propiciado que no disfrute del todo de la lectura. Si bien es cierto que el manga tiene uno de los mejores finales que he leído en un cómic japonés, ha pasado demasiado tiempo y me ha había olvidado de algunos detalles de la situación de los personajes. Es una lástima el maltrato que ha sufrido esta obra, teniendo en cuenta que el autor la terminó en 2012, después de prácticamente veinte años de publicación. A pesar de todo, la lectura ha sido tan adictiva como suele ser habitual y me ha gustado mucho. Cuando llegas al final de una obra, siempre tienes ese temor a sentirte defraudado, pero no es este el caso, la verdad.
Al contrario que en otros comentarios, no voy a desvelar nada de la trama, sobre todo porque pienso que si a estas alturas no he conseguido atraer a nadie a esta colección, no lo voy a hacer detallando el final. Baste decir que tenemos un desenlace a la altura, no solo en los combates, sino también en la profundización del tema que supone el núcleo de la trama: la venganza de Rin. Y de paso, conoceremos el destino de Manji, el inmortal, asesino de cien hombres. O eran mil, creo que he perdido la cuenta…
Los combates finales son bastante espectaculares. La narrativa gráfica ha mantenido un nivel muy alto durante todo este tiempo y se ha mantenido hasta el final. Así como el desarrollo de los personajes y su manera de afrontan los temas, dejando de lado los tópicos y ahondando en ellos. La venganza es un concepto muy trillado en el mundo de la ficción, sobre todo en las artes marciales, pero esta serie ha sabido explorarla desde un punto filosófico. A lo largo de toda la aventura, Rin ha meditado mucho sobre sus acciones y la madurez obtenida le hace tomar una decisión que aunque no sorprende, siendo coherente con la evolución de la joven, está mostrada de forma que impacte y sorprenda al lector. Algo similar sucede con la narrativa de estos últimos capítulos, que no mantienen la línea temporal habitual, en un intento de mantener al lector en vilo hasta la última página, a pesar de que todo se resuelve mucho antes. Sin embargo, esa forma que tiene el autor de atar cabos me ha gustado mucho. Primero le dedica su tiempo a la mayoría de secundarios que consiguen salir con vida, para después
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Incluso tiene un segundo epílogo para trasladarnos a Edo mucho tiempo después y presentar un pequeño retazo de la última parte explorada del concepto: la venganza como algo hereditario. Aunque no hay que perder de vista que estamos ante un anexo a otros temas como el honor, la culpa y el estigma que persigue a una familia japonesa tras cometer un acto pro el que deberán pagar incluso sus posteriores generaciones. Son muchos y muy interesantes los temas que trata este manga y en la parte final tenemos el do de pecho con disertaciones cargadas de reflexión sobre el acto de la venganza y sus consecuencias, además de cómo el honor les exige a algunos expiar su culpa. El análisis de los personajes y sus motivaciones siempre ha sido el punto fuerte de toda la serie y se ha mantenido en esta línea hasta el final. Mi más sincera enhorabuena a Hiroaki Samura, que ha conseguido una obra redonda, cuyo final, en cierta forma, cierra el círculo tal y como empezó.
Cabe destacar el papel final de Mackie en la historia, que ha sido tan arrebatadora como mortal. Espero algún día releer la serie y disfrutar del que poco a poco se ha convertido en uno de los grandes secundarios de la misma. Hay momentos verdaderamente emotivos, cargados de dramatismo en esta parte. Aunque, obviamente, sus cualidades para la lucha prácticamente ensombrecen todo lo demás. Tampoco podemos olvidad a Anotsu, cuyo rol de villano ha sido muy ambiguo, una característica que se mantiene hasta la última viñeta. Su extraña relación con Manji y Rin ha estado muy bien, pero me quedo con ese sueño idealista por el que se convierte en el objetivo del gobierno: la dignificación de la espada y el arte de la esgrima, por encima de otros métodos de lucha emergentes. Otro aspecto interesante es el planteamiento de una sociedad de guerreros que no encaja demasiado bien las nuevas herramientas de lucha y parecen oponerse al progreso en ese sentido. Al fin y al cabo no deja de ser un periodo convulso en el Japón feudal, cuya oposición al cambio parece estar muy relacionada con la cultura japonesa, tan anclada al pasado en el tema de las tradiciones, como suele ocurrir en la cultura oriental en general. Otro análisis y reflexión interesante, en este caso sobre la cultura y la sociedad japonesa en un marco histórico concreto. De hecho, Mackie es el paradigma perfecto de una crítica a ciertos aspectos retrógrados de la época, sobre todo teniendo en cuenta que se muestra a una mujer que es mucho mejor luchadora que cualquier hombre. Sin duda alguna, otra perla del autor que demuestra una y otra vez que esta obra es mucho más que acción y violencia, sin despreciarlos a ambos en ningún momento.
En definitiva, un tomo que supone el colofón perfecto para una gran colección que parece no tener el reconocimiento que se merece. Aquí termina mi camino, he disfrutado mucho de este viaje, espero que hayáis disfrutado tanto como yo. Continuaré comentando mis lecturas de otras colecciones mangas en este subforo, hasta entonces, inmortales saludos.