1276 Almas Bueno, llega la hora de saldar una cuenta que se quedó pendiente en este hilo. En su momento, no pude tener acceso a la última historia completa realizada por el dúo formado por François Corteggiani y Michel Blanc-Dumont, pero como esa situación ha cambiado, voy a comentarla, de manera que tengamos este proyecto lo más completo posible. Al final, las despedidas nunca son definitivas, como ocurrió en el hilo del Príncipe Valiente.
Intentaré no enrollarme demasiado, también aviso de los posibles spoilers, ya que es una saga más reciente, pero no prometo nada, que después ya se sabe…
La verdad es que para ser la primera parte de la historia, me ha dejado con un sabor agridulce. El guión es muy elaborado, utiliza personajes reales como la agencia Pinkerton, Sherman y el propio Custer, pero el guionista ha querido insuflar tanta intriga que mantiene al lector demasiado a oscuras. De hecho, la escena inicial apenas tiene sentido hasta la mitad del tomo más o menos. Si bien es cierto que visual y gráficamente Dumont está impecable, la forma de ir desarrollando la historia me parece poco atrayente y no engancha al lector como debiera. Sobre todo porque faltan datos y suceden escenas que uno no acaba de entender. No digo que más adelante no sean debidamente explicadas, pero ese hilo conductor que te atrape en la lectura debe de ser algo constante. La intriga y el suspense son herramienta para mantenerte pegado al sillón, no para hacerte sentir perdido y acabar perdiendo el interés por una historia. Afortunadamente, en el apartado gráfico tenemos una perfecta ambientación, una buena narrativa y un dibujante que realiza con gran trabajo a la hora de dotar de cierto realismo al argumento. Sin duda alguna, lo mejor de esta asociación.
La historia comienza en Ogamaw, Ouachita County, Arkansas, donde Jim Thompson, un religioso, irrumpe en una institución bautista provocando una carnicería y secuestrando a una joven que resultará ser la sobrina de… ¿Sheridan? No me queda muy claro ese aspecto, como muchos otros, pero más que nada con el misticismo que envuelve al hecho y a sus consecuencias. La escena inicial es perfecta en cuanto a ambientación, ritmo y todo lo demás. Sinceramente, me ha recordado a los grandes westerns. Pero no es la escena ni su narrativa lo que falla, si no la manera en la que se emplean los diálogos y, en definitiva, lo que debería ser el guión de la trama.
A partir de ahí comienza el verdadero lío, ya que se teje una extraña conspiración que espero se desarrolle mejor en la siguiente entrega. Tras el golpe de Thompson, en la agencia de inteligencia Pinkerton deciden buscar a Blueberry para que inicie la búsqueda del religioso y pueda liberar a su rehén. Esto es debido a que el hecho se ha conocido a través de una enigmática carta en la que Thompson reclama la autoría de la masacre, además de exigir ciertas condiciones que si no se cumplen, en un tiempo indeterminado, provocará el ahorcamiento de la joven secuestrada.
El problema es que no conocemos qué dice esa carta. Esto conlleva que la posterior reunión de Sherman con Custer, pidiendo que asesinen a un hombre de Pinkerton, cuyo jefe se huele que Sherman oculta algo, y que emprenda una misión paralela para encontrar al reverendo, tampoco tiene demasiado sentido. ¿Qué está pasando aquí? Bueno, otra incógnita más para que el lector comience a sentirse perdido.
El encargado de “reclutar” a Blueberry, que se encuentra en uno de sus momentos de borrachera y cartas habituales, es Baumhoffer, que ya lo hemos visto en anteriores ocasiones durante la etapa de estos autores. Después de su animado encuentro, tenemos una nueva elipsis narrativa, en la que Blueberry ya sabe más que nosotros. Y aquí ya nos acabamos perdiendo del todo, porque hablan de un pueblo en el que murieron 1276 almas, un lugar que nos recuerda a una saga anterior, si no me falla la memoria, y que es un ejemplo de lo cruenta que fue la Guerra de Secesión americana. Esto podría ser el germen de la actitud de Thompson, ya que culpa a Sheridan de la masacre del valle de Shenadoah, donde muere su familia, pero más allá de que se pueden atar algunos cabos sobre el contenido de la carta, poco más se desvela. Bueno, en este momento conocemos el nombre del secuestrador. Bajo mi punto de vista, y habiendo alcanzado casi la tercera parte del tomo, el guionista sigue siendo demasiado críptico.
La misión consiste en ir a una montaña en la que se ha parapetado, dirigiendo a un grupo de seguidores fanáticos, que practica una especie de religión alternativa a la de la Iglesia. A su vez, como decía antes, Sherman y Custer preparan un plan alternativo, donde parece que los hombres de Custer, los “Wolverines”, tendrán un trabajo que hacer. Algo también bastante indeterminado. Prácticamente la mitad del volumen y todo está cogido con pinzas, sin una solidez argumental sobre la que apoyarse, aumentando la pérdida de atención por parte del lector.
También llega el momento de la aventura, cuando Blueberry llega a Corben, un pueblo donde decide aprovisionarse, pero parece que lo estaban esperando. Al entrar en el saloon, cae en una trampa que comienza con una bronca en la barra y consigue salir de allí con vida gracias a un misterioso pelirrojo que parecía estar allí para ayudarle. Blueberry consigue huir, pero cuando llega al camino forestal, alguien lo persigue. El joven harapiento espera a que se ponga a beber agua para robarle el caballo, pero en su huída se cae por un barranco, tras asustarse su montura con una serpiente. Blueberry salva al muchacho, que sale corriendo en agradecimiento, perdiendo el caballo y la pistola en el acontecimiento. ¿Y todo esto a qué viene?
Si bien es cierto que la bronca del pueblo tien sentido, en cuanto hay un diálogo que lo explica perfectamente, esta escena roza el absurdo y es una mera herramienta para dejar indefenso al protagonista para todo lo que viene después. El problema es que es algo burdo el sistema, al igual que lo será en las escenas que se concatenan. Justo en ese momento, debe esconderse porque llegan los que lo persiguen desde Corben. Después, consigue llegar al campamento de Thompson, para ver que el desconocido pelirrojo ha sido capturado. Cuando anochece deja fuera de combate a un centinela, con la mala suerte de que el revólver que tenía este estaba cargado con balas de fogueo. O eso entiendo yo, aunque no se explica el por qué de este hecho, pero si se sobreentiende que dicho vigía no gozaba de demasiada confianza. Sea como sea, la concatenación de los acontecimientos resulta bastante forzada en estos compases finales, de manera que tenemos a Blueberry en un problema mortal de necesidad y con los interese de Pinkerton en suspense hasta el siguiente capítulo.
En definitiva, una premisa más o menos interesante, con un resultado irregular y una inconsistencia argumental importante, pero todo muy bien dibujado, eso sí. Habrá que esperar a las siguientes entregas de esta saga, quizá la valoración sea demasiado apresurada; todo puede cambiar a mejor. ¿O no?