He leído
100% Marvel Caballero Luna Nº 3: Cuando llega la noche.
Reanudo la lectura de la serie tras mi
anterior comentario.
Tras la etapa inicial de Ellis y la posterior de Brian Wood, en esta tercer entrega de la colección le toca el turno a Cullen Bunn. A lo largo de 5 números americanos, el guionista oriundo de Carolina del Norte opta por un puñado de historias autoconclusiva que exploran la faceta paranormal del personaje, o más bien su íntima conexión con ella, así como su intensa relación con Konshu, la de un dios y su lela sirviente, con sus consiguientes diferencias. El tomo está francamente muy bien. Personalmente, creo que Ellis es hasta el momento el que mejor lo ha hecho y el que ha irrumpido con algunos conceptos originales que los que han venido detrás han heredado, pero que no solo se han limitado seguir esa línea, sino que han escogido sus propios caminos, aunque partan de una base muy similar. Por ejemplo, la relación tormentosa con Konshu es algo que viene de lejos, desde su etapa en los Costa Oeste nada menos. Durante la etapa de Charlie Huston se vería de una forma bastante visceral y Bunn le da una pequeña vuelta de tuerca al tema, mostrando una mayor fe por parte del personaje, cuyas misiones están íntimamente ligadas al dios que sirve de una forma u otra. El guionista prefiere evitar los problemas psicológicos o las diferentes personalidades para centrarse en el Sr. Luna y el Caballero Luna, que prácticamente son el mismo, salvo por la indumentaria que visten.
Como decía, Bunn se centra en el relato corto y autoconclusivo, manteniéndose muy cerca del terror y lo paranormal, algo que forma parte de las raíces del personaje. De ese modo, en el primer número americano incluido en este recopilatorio vemos al Caballero Luna acudir en la ayuda de unos fantasmas atormentados, que están siendo capturados por una banda criminal que busca capturarlos y venderlos combinando la magia con la tecnología. A continuación se embarca en un caso donde debe detener a unos perros rabiosos hasta descubrir que el verdadero culpable es su cuidador, que los ha entrenado para matar a gente rica. Si en la primera historia el propio Konshu le guiaba en su misión para que escuchase el lamento de los fantasmas, aquí se ve una especie de colaboración entre dioses, Konshu y diría que Anubis, para ayudar a las verdaderas víctimas, los canes.
La tercera historia es quizá una de las más interesantes, ya que explora un poco la compleja relación de Konshu con el Caballero Luna, principalmente porque el héroe quiere cierta independencia a la hora de actuar, aunque parece que no es consciente de la protección que le ofrece el dios. Para ello, deberá ocuparse de cierto monstruo, pudiendo comprobar de primera mano que pasaría si Konshu lo abandonara de verdad. Un relato que juega muy bien con la psicología del personaje y que utiliza como herramienta el terror con un icono de los miedos nocturnos como el Hombre del saco. Y es que ese es otro de los temas recurrentes de este tomo, así como la oscuridad, la influencia de la Luna y la importancia de la noche. Desde luego, el nombre del tomo está bastante ben escogido.
La siguiente historia nos devuelve a los dioses como trasfondo, cuando el Caballero Luna se enfrenta a una serie de secuestros perpetrados por un grupo de extraños tipos que vuelan en unas armaduras, los cuales parecen servir a un dios que con los sacrificios los convertirá en ángeles. O eso creen ellos, claro. Finalmente, el Sr Luna se infiltra en un albergue que utiliza a los mendigos con diversos propósitos como conseguir dinero, aunque otros son sacrificados a lo que en un principio parece una devota de Konshu, pero en realidad es otra cosa. Como podemos apreciar, siempre está presente el dios protector, o los acólitos que siguen al dios equivocado, mostrando la faceta de protector de Konshu, bajo las acciones de su brazo derecho: el caballero Luna. Además, se alía con otros dioses y combate aquellos que siembran el caos y la muerte. De ese modo, esta relación tan compleja, incluso a veces algo macabra, tiene un sentido: proteger a los inocentes.
En el apartado gráfico tenemos a Ron Ackins y a Germán Peralta, dos autores que se mimetizan muy bien, porque realmente si no miras los créditos no sabes que número ha dibujado cada uno. Y esto está francamente bien, porque a pesar del constante cambio de equipo creativo, desde el principio de la serie hay una cierta cohesión gráfica, algo que a mí me gusta especialmente. No obstante, hay que destacar que aún siguiendo ciertas pautas de minimalismo, tener la presencia de entintadores de la talla de Tom Palmer nos permiten ver cierta profusión por los detalles pudiendo apreciar una combinación muy sólida de sencillez y barroquismo. Por lo tanto, podemos decir que esta serie tiene la gran suerte de contar con buenos guionistas como con buenos dibujantes. De la actualidad me viene a la mente la etapa de Waid en Daredevil, con la gran diferencia de que el guionista ha permanecido en todo momento.
En definitiva, un tomo muy bueno, que se lee en muy poco tiempo, provocando que la experiencia lectora se haga muy corta, dejándote con ganas de más, pero ya está en la puerta esperando el señor Lemire. Quizá lo mejor sea no hacerle esperar demasiado, o que Konshu nos proteja.