62ª Etapa: West Coast Avengers Annual vol. 1 #3 y West Coast Avengers #38-41
Octubre de 1988-Febrero de 1989
Formación vengadora:
Ojo de Halcón
Hombre Maravilla
Bruja Escarlata
Visión
Mantis (sale del equipo)
Aliados/otros personajes invitados
Pájaro Burlón
Tigra
Caballero Luna
Hank Pym
Iron Man
Bill Foster (Hombre Gigante)
El Espadachín (Cotati Prime)
Daimon Hellstorm
Carter Slade
Hamilton Slade
Mortaja
Villanos/Oponentes
Alto Evolucionador
Stack
Los Sentidos
Turno de Noche
Demonio
Seth
Lincoln Slade (jinete fantasma)
¡Vengadores reuníos! Vamos con un resumen del final de la etapa de Englehart a cargo de los Whackos. Hay muchas tramas sueltas y me ha sido muy difícil resumir más de lo que ya lo he hecho. Espero me perdonéis si he sido muy plúmbeo.
West Coast Avengers Annual #3 En este Anual, prosiguen las andanzas del Alto Evolucionador. Cabe recordar que fue resucitado por los 4F después de, aparentemente, haber perecido en nuestra anterior remesa comiquera de los Vengadores del Este.
El Evolucionador prosigue adelante con sus planes para mutar a la especie humana con una bomba genética, conmocionado por la contemplación de que los Todopoderosos juegan en otra liga superior y tiene que elevar las apuestas. Qué malo es el ego. El caso es que instala una base en la Tierra Salvaje, que ha vuelto a ser un vergel donde florecen especies otrora extintas... pues un poco por arte de birlibirloque, ya que, en números anteriores, la Tierra Salvaje había quedado convertida en un páramo helado, justo como el resto de la Antártida, donde aquella se ubica.
Desde su nueva base, el Evolucionador trabaja en su bomba y, para tal fin, se ha agenciado a mil expertos en genética y otras cosas similares que tienen que ver con el saber científico. Pero le falta un ingrediente: el vibranium. El villano envía un contingente de hombres de armas a Wakanda para hacerse con el precioso metal.
Sin embargo, Bill Foster, a la sazón en plantilla del Alto Evolucionador, huele la chamusquina de la bomba genética y, dispuesto a impedirlo, mete una cápsula con un mensaje de ayuda a Hank Pym en uno de los mercenarios, sin que este lo sepa. Cuando Pantera Negra y los wakandianos derrotan al escuadrón del Evolucionador, T'challa descubre el mensaje en la cápsula y llama a los Vengadores Costa Oeste, que aparecen en escena, aunque Pym ya se ha marchado del equipo, como sabemos.
Poco después, y como quiera que su plan inicial ha fracasado, el Evolucionador envía a un grupo todavía más profesional que el anterior, supuestamente al menos, que se llama Los Sentidos, nueva formación que Englehart inventa para la ocasión, haciendo por tanto su primera aparición, y que a mí me recuerda mucho al nombre de los combos sesenteros españoles tipo Los Pecos o Los Módulos. El nombre viene de que cada uno de sus miembros representa uno de los cinco sentidos más el instinto o sexto sentido. Se inicia una batalla que sirve, más que nada, para enseñar al lector las nuevas coreografías de batalla que resultan de los reincorporados miembros del equipo: Visión, Bruja Escarlata y Mantis. Los Sentidos son derrotados, pero, en un momento de despiste, Stack, un lugarteniente del Evolucionador, se teleporta al montículo sagrado de Wakanda, robando un cacho de vibranium sin que nadie se dé cuenta. Con su preciado botín, regresa a la Antártida.
Una vez despejado –aparentemente- el peligro en Wakanda, los Vengadores Costa Oeste viajan a la Antártida para impedir los planes del malo. Sin embargo, al llegar allí hallan solamente un cráter. ¿Qué ha pasado? Pues que llegan después que los ex-miembros díscolos de los Costa Oeste: Pájaro Burlón, Caballero Luna y Tigra. Los tres aparecen a bordo de un quinjet en la renovada Tierra Salvaje y se encuentran con Ka-Zar y Shanna, ahora padres de un lindo retoño. Lo cierto es que en el cómic nunca se explica por qué llegan al lugar. Hay un eslabón perdido o una línea de puntos que no he sabido conectar, pero digamos que alguien les habrá llamado. Probablemente se narre en alguna otra historia, sobre la que, por cierto, los editores guardan silencio, de ser el caso.
Sea como sea, el trío de ex-vengadores se dirigen, por indicación de Ka-Zar, a la ciudadela del Alto Evolucionador. Allí serán capturados y luego arrojados a un laberinto, para deleite del villano. Solo Pájaro Burlón escapa del mismo a través de una pared, ya que Caballero Luna y Tigra están demasiado entretenidos dándose el lote. En desigual lid, Pájaro Burlón está a punto de sucumbir a manos del Evolucionador, pero aparece Bill Foster y, tomándose un nuevo suero del crecimiento con el que ha estado experimentando, crece hasta convertirse otra vez en el Hombre Gigante, igualando en tamaño al Alto Evolucionador. Bill Foster se supone que ya no podía crecer otra vez, ya que había sido curado casi milagrosamente de un cáncer. De modo que, si intentase aumentar de tamaño tomando el suero convencional de Pym, moriría al reproducirse el tumor. Sin embargo, el nuevo suero de Foster extrae la masa de otra dimensión, lo que logra preservarle de la reaparición de la enfermedad. La de patentes que tiene que tener esta gente...
En fin, la pelea física, en esas condiciones que consisten en meterse con alguien de su propio tamaño, no es lugar cómodo para el villano, que se larga en su nave, prometiendo seguir ejecutando su plan de transformación genética de la humanidad. Para borrar pistas, hace explotar su base antártica, dejando un cráter de recuerdo, que es el que se encuentran los Vengadores Costa Oeste cuando llegan, tarde, a la escena.
Menudo cagado el Alto Evolucionador. El que cambia de tamaño es para usarlo. Momento de la vergüenza inmortalizado
Este Anual termina con el capítulo nueve de un crossover sobre el Alto Evolucionador, contando sus orígenes. La lectura se resiente porque dependemos de haber leído otros cómics. La verdad es que la estructura de este anual me h aparecido un tanto caótica y se echa en falta el método Shooter para ponernos un poquito al día.
Pasamos con esto al
West Coast Avengers #38, un ejemplar de relleno bastante infame, a cargo de Dan G. Chichester y Margaret Clark, donde un villano llamado “Demonio” se dedica a absorber energías vitales de jóvenes incautos que acuden a sus conciertos de heavy metal. Naturalmente los Verngadores salvarán el día, derrotando al tipo. Poco más que decir de un episodio que muestra todavía en sus filas a Vengadores que ya han partido, como es el caso de Caballero Luna, Tigra, Bobbi o Hank Pym. Esta contradicción se soluciona haciendo que la historia transcurra en flashback, en el recuerdo de Simon Williams, mientras los Vengadores regresan de su infructuosa misión en la Antártida. Cuidado con los tópicos porque pueden dejar efectos secundarios. Además, algún día los artistas sabrán dibujar guitarras en lugar de masas informes con rayas simulando cuerdas, pero eso ya lo dejamos para otro día.
Demonio: de cuando la MTV ponía a heavies en pantalla, o música, ya puestos...
En
West Coast Avengers #39 nos encontramos con una vuelta a los orígenes de Englehart, tirando de una de sus creaciones, Mantis, quien había acudido a filas vengadoras con la memoria totalmente borrada. Será el canto de cisne de Englehart, despidiéndose de la colección tras casi 40 números de serie regular.
Los Vengadores viajarán a donde todo empezó para Mantis, es decir, a las junglas vietnamitas, para intentar hallar pistas. Llegarán a la tumba del Espadachín y de allí mismo emergerá el cadáver fosforito del Espadachín-Cotati. Aunque este dice querer ayudar a Mantis, lo hace de manera muy particular. En concreto, intentando matarla. Esto provocará que el resto de compañeros vengadores inicien una buena pelea.
Al final, resulta que el Espadachín-Cotati Prime era bueno. Lo que quería era resucitar a la verdadera Mantis de carne y hueso, todavía en su tumba. ¿Cómo? Pues sí, porque la Mantis que habíamos visto hasta ahora era un simulacro vegetal. Era puro tofu y ni ella misma se había dado cuenta porque tenía la consciencia de la auténtica Mantis. El Espadachín le ayudará a recuperar la memoria recordándole que ella y él tuvieron un hijo, concebido mientras eran forman espectrales de pura conciencia en el espacio exterior. En ese tiempo, los sacerdotes de Pama enterraron sus cuerpos físicos en la jungla. Pues bien, al ser el hijo que la pareja esperaba medio planta, Mantis se vio obligada a crear un simulacro planta de ella misma, para que el embarazo fuera viable
. Luego se fue de aventuras con Estela Plateada y, en fin, todo eso pensando que era la auténtica Mantis. Finalmente, Mantis decidirá abandonar Los Vengadores, después de su corto ingreso –cómo se nota que se va Englehart- y se queda en tierra de los Sacerdotes de Pama para poner orden en su vida.
Necesitearé cincuenta cafés para asimilar este rocambolesca explicación vegana
Pero corramos un tupido velo fibroso, porque este número también nos muestra a los exvengadores rebeldes: Tigra, Bobbi y Caballero Luna, en un encontronazo con el coñazo del Jinete Fantasma, empeñado en reclamar venganza contra Pájaro Burlón por haberle no-matado, dejándole caer de un risco, como ya recordaréis. Sin embargo, el villano huirá al verse sorprendido por la forma etérea del mismo Konshu, que aquél no esperaba y no se encuentra preparado para combatir. No sé a vosotros, pero el temita me empieza a cansar.
Esta trama continuará en
West Coast Avengers #41, con Englehart fuera de la colección y un Tom de Falco de reemplazo haciendo el argumento, con el guion a cargo de Ralph Machio. Aquí, Tigra, Bobbi y el Caballero Luna viajan a la Universidad de Nevada, donde trabaja Hamilton Slade, descendiente de Lincoln Slade, el Jinete Fantasma que raptó y violó a Bobbi, y que ahora busca venganza contra ella por dejarle morir. Con la ayuda de Daimon Hellstorm, los ex whackos quieren exorcizar a Hamilton Slade, ya que piensan que el espíritu de su ancestro le tiene poseído. No se equivocan: solo que, cuando Hellstorm ejecuta el exorcismo, son dos Jinetes Fantasmas los que emergen y no solo uno: Lincoln Slade y Carter Slade. Con el último no contaban: se trata del Jinete original, hermano de Lincoln, quien quiere enfrentarse a este para impedir que tome venganza contra Bobbi, avergonzado de su legado. Los dos Jinetes luchan en el plano fantasmal. Hellstorm, que averigua que el espíritu de Konshu posee al Caballero Luna, ejecuta un exorcismo sobre él utilizando su tridente, para apoyar a Carter, quien se encuentra en desventaja frente a su hermano. Ahora ya tenemos tres espíritus en liza. Los Slade y el mismo Konshu.
Lo que faltaba. Dos jinetes por el precio de uno
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Por si fuera poco, la liberación de Konshu pone en alerta a Seth, a la sazón invadiendo Asgard con su ejército. Temeroso de que Konshu desbarate sus planes, inspirando venganza en los asgardianos, envía parte de sus tropas a atrapar el espíritu del dios egipcio usando un peculiar artefacto. Al final, ocurren dos sucesos opuestos: por una parte, Carter Slade se impone sobre su malvado hermano y posee, ahora en solitario, a Hamilton. Aprovechando este poder, la nueva encarnación del Jinete Fantasma destruye el artefacto que atenazaba a Konshu. Los fieles a Seth huyen de vuelta a Asgard atemorizados por la cólera de Konshu. Ahora Hamilton Slade es el Jinete Fantasma, encarnado en un digno herdero para variar.
Por otra parte, Konshu espeta a Marc Spector que debe viajar a Asgard para enfrentarse a su némesis de panteón, Seth, quien está dispuesto a dominar todas las dimensiones. Con ello, Konshu se separa de Marc Spector. Ahora, Marc luchará en nombre de Konshu, pero solo como un ser humano. Dios y hombre se despiden, como también lo hará el amorío que Spector mantenía con Tigra, ya que estaba mediatizado por la influencia de Konshu y no era el propio Spector quien estaba al timón.
El final del número nos muestra a un declamador Hellstorm intentando animar a los exvengadores. Los tres se separan en direcciones opuestas. Marc busca sentido a su existencia, ahora sin la guía de Konshu, y Bobbi sencillamente no puede encarar a su exmarido. Solo Tigra quiere ser vengadora, pero parece que, con su previa salida tomando partido por Bobbi, ya es tarde para ella. Daimon acaba este ejemplar de casi primavera diciendo que, en el fondo, los díscolos héroes serán siempre vengadores.
Finalmente, tenemos el
West Coast Avengers #40, ya guionizado por Mark Gruenwald, un episodio suelto con un carácter totalmente provisional a la espera del desembarco de John Byrne. En él, Los Vengadores se enfrentarán al Turno de Noche, banda de parias liderada por Mortaja, a cuenta de que Pájaro Burlón ha entregado a la policía a uno de sus miembros, el Enterrador. Es el típico episodio de malentendidos donde el Turno de Noche no sabe que Bobbi ya no es miembro de los Whackos, con lo que va a liarla al complejo vengador angelino. Finalmente, el Turno de Noche será derrotado y luego liberado por Mortaja, quien tiene una conversación enigmática con Ojo de Halcón. De líder a líder.
Reflexiones finales breves: pues creo que estamos ante lo obvio: números de transición ante la salida de Englehart. Por una parte, hay bastante desconexión en historias deslavazadas que no aportan mucho, y cierta sensación de caos argumental, con excesivos saltos entre tramas que nunca se acaban de aclarar del todo. Por otra parte, hay que reconocer que Englehart pudo cerrar bien su trama sobre Mantis, aun fumando muchas matas de tomillo, y que Ralph Machio y Tom de Falco dieron un muy meritorio final al culebrón cutre del Jinete Fantasma. Sin duda el 41 es el mejor número de todos, donde además nos libramos de Milgrom, presenciando por primera vez en mucho tiempo unas viñetas más que decentes, en manos, en esta ocasión, de Tom Morgan.
Ahora mismo, los whackos quedan con cuatro miembros: Ojo de Halcón, Simon Williams, la Visión y la Bruja Escarlata. Me hace ilusión que ahora la parejita se ha traído a sus hijos desde su casa de NJ a la Costa Oeste. Si os fijáis bien, los actuales Vengadores Costa Oeste son una familia. Solo el líder es ajeno a los Williams, por línea de sangre, política o sintética.
Como balance en unas pocas líneas, diré que esta es una colección que, tras más de 40 números, nunca ha llegado a despegar, y la culpa es, sincerametne, de un Englehart muy a medio gas, con algún momento de brillo, pero dejando, en general, la impresión de haber firmado una etapa francamente mala. Más de 40 números de mediocridad. Siento decirlo, pero mucho ha durado. Deseando ver un renacer de este equipo en las manos de John Byrne.
Curiosidades: en WCA#41 podemos ver al propio Tom de Falco intentando atrapar un frisbee, lejos de su mejor forma física...
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