Seguimos con un poco más de
Omnigold de la Patrulla-X.
Concretamente con los números 12 y 13.
Es envidiable el ritmo narrativo, la tensión y la emoción del debut del Juggernaut. La amenaza imparable está perfectamente abocetada, quizás de forma demasiado insistente con tanta fosa y prueba, pero que se encarga de señalar y medir el poder de un oponente al que no se deja de encumbrar como un portento, para el que además no hay solución. Ese aire de amenaza, aún sin ver siquiera al enemigo, es uno de los elementos básicos de cualquier construcción de terror o thriller, y a fe mía que aquí Lee hace que funcione a las mil maravillas.
Otra cosa ya, es que Cerebro detecte como mutante a quien no lo es (ejem), que Xavier se salvara del accidente de coche cubriéndose con un escudo mental (seña de Lee aún no tenía muy claro qué personajes eran telépatas y cuales telekinéticos), y sobre todo... resulta imperdonable ver a Charlie Xavier contando el emocionante relato de su vida a sus alumnos, que parecen los únicos verdaderamente preocupados por detener al asesino que se les viene encima, mientras el abuelo cebolleta no deja de dar la murga con Kurt Marko y su propia madre.
Algo que bordea casi el ridículo, cuando los insistentes alumnos no dejan de pedir pistas sobre cuál es su poder o cómo pueden vencerlo, y Xavier insiste varias veces en que primero quiere acabar su historia
Hay que admitir que es descacharrante, pero el número en sí tiene tal grado de tensión, y la historia de su pasado está tan bien contada, que hemos de dar por bueno incluso este desliz dentro del ritmo urgente de la historia.
Con todo, este número 12 es con diferencia el mejor y más emocionante de los inicios de la Patrulla-X, y de hecho un número que destaca en los inicios generales de Marvel.
Sigue a un nivel parecido el 13, aunque pierde la tensión predominante. Resulta curioso no solo que Juggernaut sea mucho menos poderoso de lo que llegaría a ser (algo común en casi todos los inicios, y que aquí queda patente cuando Cíclope se lo quita de encima de una patada, algo impensable a posterior), sino que su argot y formas más parecidas a las de Ben Grimm, de hombre rudo, de la calle, no estuvieran aquí perfiladas del todo (sin duda Juggy resulta demasiado melodramático para lo que el personaje acabaría siendo cuando se lo caracterizara más detenidamente).
Por otra parte, la interacción entre la Patrulla-X es perfecta, y el nivel de exigencia del enemigo, máximo, con unos Hombres-X que acaban hechos unos zorros sin remedio, y que salen vivos a duras penas. Especialmente destaca la agónica batalla de la Bestia en la Sala de Peligro, que da una idea del nivel de desesperación que alcanzan los jóvenes mutantes, con el primer adversario que los pone en serios aprietos (teniendo en cuenta que Magneto siempre acababa lastrado por su propia Hermandad).
Aún más curioso resulta el tratamiento de Universo compartido de este número. El cameo de Daredevil y la aparición de la Antorcha no son extraños, aunque tampoco recurrentes, y por encima de ello resulta divertido comprobar como Xavier, ni corto ni perezoso le borra la mente a Johnny Storm sin su permiso. Algo inusual entre héroes, y que como todos los engaños del Profesor, como sus mentiras, como la atracción hacia Jean, no hacen sino respaldar que algo como Onslaught tenía que acabar llegando algún día, ya que sus semillas estaban plantadas desde bien temprano.
La batalla acaba con todos los enfermería y un final simplemente espectacular:
El Profesor-X mandando a todos a fregar (o limpiar). Mítico.
Teniendo en cuenta que justo después vendrían los Centinelas en un arco incluso más amplio, hablamos de uno de los mejores tramos de la serie original, que incluye además el regreso de Magneto (con una gran y amenazante ilustración del villano), y el debut del Mímico.
Sin lugar a dudas, uno de los mayores oasis de esta primera etapa.