Henry Fonda se marca uno de los villanos definitivos del western y uno de los grandes del cine en general.
Quizás sea porque no es habitual ver a Fonda en un papel así, pero el actor está espléndido, rebosa maldad en un personaje repugnante, repulsivo, de aquellos que el espectador no puede más que odiar y tiene la necesidad de verlo muerto.
Y no es sólo el papel en sí, o la propia película, es el rostro de Fonda, su expresión pseudodemoníaca. Nos lo creemos desde el primer momento.
9,4